Me asusta escribirlo pero dudas no tengo: los terráqueos somos loquitos de mucho cuidado. Patéticos. Pero inimputables.Todo lo que hacemos es porque suponemos que daremos con la llave. Y todo lo que deshacemos es porque la impaciencia por huir de la jaula a veces nos gana. En aprender a usar la mano a plantar el pie en la Luna despilfarramos 20 mil años. Todo un récord en contra. Desmesura de hachazos, ideas, artificios y ferretería mil para dar con esa puerta de escape que amenaza ser cada día más estrecha. De solo tener que pasar por ella los 7.000 millones (dada la gentileza mundial) tardaríamos otros 20 mil años.Vaya aventura más vana de los dioses o los átomos que planearon un Guión Genésico tan loco como el que nos tiene idem.
Como mejor pudieron, Pulgar y sus 4 hermanitos fueron pulsando siglo tras siglo, probando la más abundante paleta de ensueños que imaginarse pueda. Desde sublimar una cruz por amor a sacrificar la buena vida erótica de aquí por la hipotética de 40 huríes post mortem. Religiones, artes, filosofías, magias, lujurias y demás han hecho un ponderado esfuerzo por ponerle una "curita" a la especie. Y hasta plasmaron un genérico que aún tiene prensa: humanidad. Como inocente que soy (sic) aún defiendo su latencia. Aunque advierto (y no por octo en ejercicio) que más que luchar por obtenerla la manipulamos como placebo, como trampita. La onda es ganar tiempo hasta ese día en que aparezca la llave y..."las mujeres y los niños últimos". Al menos no otra cosa se podría esperar de la mayoría de los hombres de hoy. De no ser así, bien que tendríamos humanidad "in progress" desde hace rato.Pero, o nos queda grande o preferimos el chiquitaje imbécil (esto es, locos bajitos, pero en grande) y seguir "jugando" a las monedas, a las armas, a las drogas y a toda perversión que se publicite por allí.
¿Que cuánta gente cabe en la humanidad? Echando una mirada modesta a nuestras relaciones públicas e íntimas se la puede acotar en 1000, 500, 100 personas o menos aún. Cifras que en momentos trágicos aumenta y conmuerve. Es esa maravillosa humanidad latente que activa el prójimo anónimo de bomberos, médicos,vecinos,policías,etc. Pero aún así, y en la mayor de las tragedias, tal humanidad no moviliza a más de un millón de espontáneos. Poco equipo para neutralizar las causas que solo en las dos últimas guerras mundiales provocaron la deshumanidad de 80 millones de víctimas. Caín prepotea. Abel espera. Mucha sapiencia, aparataje, invento, pero la llave práctica para escapar de la historia demencial sigue sin aparecer. Ondulan los siglos y cada uno de sus picos muestra lo mismo pero agudizado "a lo bestia". Por cada Sócrates o una campesina o un Mozart o una maestra o un Mandela o una tejedora, proliferan 1.000.000 de corruptos, mega banqueros, politiqueros y verdugos.
El siglo 18 pensó todo. El 19 soñó todo. El 20 rompió todo. “La centuria de la eterna sonrisa” lo llamó Scott Fitzgerald y en solo dos guerras mundiales (en gran parte civiles ambas) muerte por bala, gas y átomo borró 80 millones de sonrisas. Occcidente, el patovica moderno del mundo está en la lona y el cambio de época asoma su rostro en la indignación creciente de jóvenes que no buscan la llave para huir sino para vivir. Para esperanza de la especie es la primera vez que un recambio generacional y de época se produce al instante de sol naciente a sol poniente, de prójimo a prójimo, de voz a voz. En el camino quedan hitos del folklore mayor de la especie: los atenienses buscando la verdad, los medievales el espírtu, los modernos el progreso. Da verguenza ajena (de época) haber llegado hasta aquí para soñar con tener el ojo de la mosca y buscar en el embuste del plasma la llave de la huida infinita. De ser así, vivir ya fue. La única Altísima Definición la ofrece la Realidad. Pero hay que mirarla. Y de frente. No duele.
(Sí, se puede empezar ya. Con dos o tres veces por día, pipí cucú)
(*) especial para Perfil.com.