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¿Quién podrá parar a Milei?

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Libertario. “Hoy jóvenes y, sobre todo, en el interior del país lo miran con mucha simpatía”. | Pablo Cuarterolo

He leído con atención la columna del pasado domingo del colega Eduardo Fidanza, Ya gobiernan los libertarios. Hacia el final de su nota dice: “Escribimos esta distopía con cierta desesperación, observando los números de las encuestas y escuchando los discursos de odio y resentimiento, muchas veces justificados, de cada vez más gente. A los políticos democráticos recién ahora les está cayendo la ficha: lo que les parecía imposible podría ocurrir”. No podría estar más de acuerdo.  

Generalmente decimos que las elecciones son sobre continuidad o cambio. Hoy podríamos decir que el clima de opinión nos marca que las próximas elecciones, además de ser sobre continuidad vs. cambio, son sobre continuar con lo conocido o animarse a lo desconocido. Cuando lo que manda son los sentimientos de enojo lindantes con la  ira, tal como aparece actualmente, la frustración por lo que no se puede conseguir o disfrutar se atribuye a una causa externa percibida como una acción intencional cuyo objetivo es causar el problema. Allí hay alguien a quien culpar. Si el responsable de lo que pasa es otro que impide que el sujeto cumpla sus objetivos y este podría quitarlo del camino, lo más probable es que aparezca la ira y que el sujeto se movilice para quitar el obstáculo. Allí es cuando se buscan riesgos y se está listo para actuar ya sea atacando o sancionando. Hoy el causante de todo sería “la casta política”.

El fenómeno libertario no es local, es mundial. No es algo que sucede solo en nuestro país, es una corriente cultural que cuestiona el statu quo. Que interpela a rebelarse en contra de la mediocridad. Hoy jóvenes, hombres, sectores medio bajos y bajos y, sobre todo en el interior del país, miran con mucha simpatía a Milei.

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Vengo marcando en mis columnas que no sabemos si los votos que registramos en las encuestas son simbólicos, un modo de expresar protesta, ante la falta de soluciones estructurales que hace que cada ciclo de gobierno se muerda la cola generando más inflación y más pobreza, más violencia. O se trata de un aviso de que esto va en serio, que los dirigentes conseguirán quien le cuide las boletas y los recursos económicos para solventar una campaña nacional.   

Quizás al momento de votar las cosas cambien, y si Milei continúa repitiendo algunos  tics desafiantes y si los electores escuchan bien que postula la desaparición del Estado y de toda regulación, que hasta permitiría el libre comercio de órganos, los electores vuelvan a mirar la oferta de la política tradicional. Quizá sí, quizá no. Como dijimos, si lo que manda es la ira, se puede asumir el riesgo de votar lo desconocido. Pero también podría suceder que Milei puede cambiar y encontrar la forma de vencer resistencias.

Hoy casi las únicas que lo resisten son las mujeres. Es notable la diferencia de voto analizado por sexo. Y no es casualidad que ello ocurra. Los libertarios creen que hay que terminar con la “ideología de género”, ya que piensan que el objetivo es separar al género del sexo y diluir la biología con la cultura.

La política no puede controlar la mirada pública

Como dice Pablo Stafoni en su libro ¿La rebelión se volvió de derecha?: “Las clases de educación sexual, los movimientos de legalización del aborto, el lenguaje inclusivo, las normas de discriminación positiva, el veganismo, todo puede entrar en el recipiente flexible de lo que los libertarios definen como una hegemonía progresista que se ha venido imponiendo en el mundo occidental y cuyo reinado explicaría en parte la actual decadencia de Occidente. No es que todas las mujeres se sientan identificadas con la ideología de género; ya hemos visto cómo las divide la aceptación del aborto, pero de hecho hoy hay una barrera entre ellas y Milei.

En la mesa familiar antes del día de votación hay tradición de que sean las mujeres quienes ayudan a sus familiares a definir el voto. Entonces, vale la pregunta: ¿quién podrá parar a Milei? Difícil que sea la prédica de sus rivales políticos. Algo deberá suceder en el seno de la sociedad para que el enojo pueda ser sustituido por el miedo a lo desconocido.  

El problema es que el miedo y la ira son dos sentimientos que muchas veces están asociados entre sí y uno puede mutar en el otro. ¿Y cuándo aparece el miedo? Para simplificar, podríamos decir que entra en el dominio público en situaciones en las cuales se genera la sensación de que lo que está por suceder llevará a pérdidas irreparables. Este es el desafío que tienen para esta campaña quienes pretendan parar el crecimiento libertario, mostrar que lo desconocido es más riesgoso que lo conocido. Los políticos deberían ayudar además a mostrar que lo conocido no será obstáculo, sino facilitador de que los sujetos sociales consigan sus objetivos. Al día de hoy, algo que no es simple: generar certidumbre.

 

* Consultor político.