“Una observación para quienes se interesan por la economía: las tarifas bajas que se pagan por luz y gas en la Argentina son presentadas como una manifestación de redistribución de ingresos, porque las familias pagan menos por servicios. Esto es una mentira que nosotros hemos refutado y que ha sido una de las grandes victorias teóricas del Partido Obrero. Cuando se subsidia el consumo popular, a la hora de negociar los convenios colectivos de trabajo se toma como base una canasta familiar donde los servicios están subsidiados, o sea que es una canasta familiar inferior a la que correspondería a una economía donde los servicios tuvieran el precio de mercado. Al negociar los salarios, éstos reciben un aumento inferior al que tendrían si los precios o las tarifas fueran de mercado y, por lo tanto, el salario inferior absorbió completamente el subsidio de la luz. El trabajador cree que está pagando poco de luz, cuando en realidad está pagando a pleno la luz, porque su salario es proporcionalmente menor al que hubiera correspondido si esa convención colectiva de trabajo se hubiera desarrollado con precios de servicios más altos. Esta ha sido la gran fuente de apoyo al gobierno nacional de parte de la burguesía nacional argentina y el capital extranjero, que han pagado chirolas por luz y gas y han pagado salarios muy bajos, porque descargaban sobre los salarios las tarifas menores que cobraba el Gobierno. Entonces, Argentina enfrenta una crisis severa que va acompañada con el desenlace político que tengan estas elecciones, y el gran debate es de nuevo el ajuste, cada diez años un ajuste en la Argentina. Y esto significa devaluar la moneda, aumentar las tarifas; es decir, significa una nueva conmoción social que acompaña el cambio de gobierno. A esto hay que agregarle un último aspecto, y dejo abierto el debate, que es el siguiente: los candidatos que están empeñándose en la campaña electoral no representan literalmente a nadie, porque los partidos políticos en la Argentina han desaparecido”.
