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diez años del club politico argentino

Palabras e ideas: una conversación

Los clubes políticos, como instituciones, nacieron junto a la democracia moderna, durante la Revolución Francesa.

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Youtube. El Club Político tiene un canal propio, en el que se pueden ver sus eventos y debates. | cedoc

Los clubes políticos, como instituciones, nacieron junto a la democracia moderna, durante la Revolución Francesa. Las ideas igualitarias y la confianza en la acción de los hombres como transformadora de la historia llevaron al surgimiento de estas nuevas asociaciones. Su propósito fue discutir e intercambiar opiniones sobre los asuntos políticos, y su novedad estuvo dada por su estructura organizativa, imposible de separar de sus apuestas ideológicas.

Los clubes se conformaron organizativamente en oposición a otra institución de la época: los salones. Estos últimos tenían la característica de ser asociaciones jerárquicas y verticales en las que el dueño de la casa recibía a sus amigos. En ellos, el anfitrión solía enfrentar los gastos y la costumbre era que esto le aseguraba un lugar central en las reuniones. El era quien decidía cuándo se llevaban a cabo y también quiénes eran invitados, lo que era leído como una permanente prueba sobre quién podía ser considerado un miembro de la sociedad. En cambio, los clubes nacieron como asociaciones igualitarias. Los ciudadanos comenzaron a organizarse voluntariamente con el fin de opinar y discutir sobre los acontecimientos, sin más jerarquías que aquellas dadas naturalmente por el prestigio personal de cada uno. Sin la figura de un gran benefactor que corriera con todos los gastos, se apeló al pago de una cuota para costear el alquiler de un local y los gastos de las actividades. Esta forma económica de sostenibilidad llevó a que se denominara “miembros” o “abonados” a quienes participaban de estas organizaciones.

Durante el siglo XX, el criterio organizativo de estos círculos los volvió más comunes dentro del arco ideológico de la izquierda, ya fuera en sus vertientes radicales o liberales. Las razones eran transparentes: el club, como una organización de tipo horizontal y con ambiciones igualitarias, no era un tipo de asociación atractiva para las formas políticas más cercanas a la derecha, inclinadas hacia el ejercicio de un poder fuerte, centralizado y verticalista.

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El Club Político Argentino (CPA) nació a las pocas semanas de la Resolución 125 y lo que terminó popularizándose como “el conflicto con el campo”, apenas iniciado el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en el otoño de 2008. Un pequeño grupo de amigos y conocidos, preocupados por el conflicto social y la naciente grieta, asumió el desafío de sistematizar grupalmente sus preocupaciones ciudadanas. Desde sus inicios fue un conjunto de personas muy diversas, con trayectorias de vida, profesiones y posiciones políticas variadas. Esta conformación no fue del todo casual: el CPA surgió con la ambición de ser una institución plural. Hay algunos acuerdos básicos fundamentales; podríamos resumirlos en dos: por un lado, la necesidad del fortalecimiento de las instituciones, y por el otro, el respeto y el cuidado de los derechos humanos, tanto en épocas autoritarias como en democracia. Pero, más allá de estas posiciones centrales, lo que está presente desde un inicio es el deseo de conversar con quien piensa parecido y también con quien piensa diferente.

En el transcurso de la última década, el Club pasó de ser un grupo de amigos y allegados a convertirse en una organización formal, con existencia jurídica y más de 250 miembros. Los socios tienen diferentes ámbitos de encuentro y discusión. Dos veces por mes se llevan a cabo reuniones: algunas, sobre temas específicos con especialistas invitados; otras, con funcionarios o dirigentes de la oposición, y cuando la coyuntura lo amerita, se producen reuniones destinadas a conversar entre los socios, compartir nuestros diagnósticos y miradas para ayudarnos entre todos a reflexionar sobre los acontecimientos. Estos encuentros son filmados y luego colgados en un canal abierto de YouTube, lo que permite que cualquiera acceda a verlos y escucharlos. Además, existe un mailing a través del cual circulan artículos escritos por los socios y en el que cualquiera de los miembros puede enviar notas de color e información de interés. En algunas ocasiones, junto a otras instituciones se han organizado jornadas, foros y mesas redondas, sobre temas tan diversos como el bicentenario de la Independencia, las coaliciones de gobierno o los legados y desafíos luego de una década de kirchnerismo.

El Club, como institución, habla a través de sus documentos y declaraciones, que ya suman más de cuarenta. También enuncia desde la pluma de sus socios. La suma de los artículos de los miembros es, al menos desde mi punto de vista, la más rica de las formas de expresión que tiene el Club. Su virtud reside en la posibilidad de escuchar diferentes voces sobre los más diversos temas. Se trata de escritos individuales y personales, con miradas a veces armónicas y otras discrepantes que, tal como sucedió con la compilación Malas notas, editada por Eudeba, pueden terminar confluyendo en una publicación del Club.

Para el CPA, la conversación es una forma de hacer política. Poner en diálogo y en tensión ideas, propuestas, evaluaciones del pasado y proyectos para el futuro. Todas las actividades y expresiones del Club se basan en esta concepción fundamental: las ideas son importantes, y su enunciación y discusión tiene consecuencias concretas sobre la sociedad en la que vivimos. Confiamos en que el conocimiento es algo socialmente construido, a partir del intercambio de nuestras reflexiones con las de los otros, lo que demanda necesariamente una mirada hospitalaria con quien piensa distinto y la difícil tarea de estar dispuestos a asumir que muchos de nuestros convencimientos son provisorios, están allí para ser revisados y, en todo caso, luego de repensarlos a partir de argumentos propios y ajenos, descartarlos o reafirmarlos.

La democracia es incertidumbre, ha explicado Claude Lefort. Está en constante redefinición y virtuoso es que así sea. En tiempos en que las palabras y las ideas parecen perder valor, el CPA apuesta a su importancia para entender el pasado, construir el presente y forjar el futuro de nuestro país.

*Historiadora.