John Ioannidis, médico, científico y epidemiólogo, referente de la Universidad de Stanford, escribió una columna reciente que publicó en The Sunday Times, donde detalla los motivos por los cuales considera que las medidas de aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus "ya no son efectivas", y expone además que el covid-19 “es mucho menos letal de lo que se temía”.
En el escrito titulado “La ciencia se está volviendo clara: los bloqueos ya no son la medicina correcta”, Ioannidis explica junto a Rohan Silva que “cuando surgieron informes de una epidemia en Wuhan, la capital de la provincia china de Hubei, los responsables políticos tuvieron que tomar decisiones de gran alcance basadas en información extremadamente limitada". Las estadísticas "aterradoras", señala el matemático, llevaron a muchos líderes mundiales a cerrar sus economías y poner en cuarentena a poblaciones enteras.
Para el académico, “está claro que COVID-19 es mucho más común de lo que se suponía”. “La gran mayoría de las personas infectadas tiene síntomas leves o no tienen síntomas. Los investigadores han realizado pruebas para detectar anticuerpos en poblaciones generales y llegaron a la misma conclusión: la cantidad de personas infectadas con COVID-19 es muchas veces mayor que la contada por las estadísticas oficiales”, asegura.
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En esa línea, el referente de Stanford señala que “hace casi un mes, los estudios encontraron que las tasas de infección ya eran del 11% en Robbio, en el norte de Italia, y del 14% en Gangelt, en el oeste de Alemania. Más recientemente, en Nueva York, las pruebas de anticuerpos sugirieron que hasta el 25% de la población había sido infectada a fines de abril, en comparación con el recuento oficial del 1.7%”.
Entre los argumentos para considerar que la enfermedad no tiene una letalidad superior a la de “una gripe severa” -excepto en adultos mayores- Ioannidis manifiesta: “Una vez que corrige la gran cantidad de casos no detectados, tiene una tasa de mortalidad comparable a la de una temporada de gripe severa, al menos en áreas donde los hospitales y hogares de ancianos no se han visto abrumados. También vemos que la letalidad de COVID-19 tiene una relación con la edad pronunciada, con alrededor del 90% -95% de las muertes en Europa entre los mayores de 65 años. Para los niños y jóvenes sabemos que COVID-19 es menos letal que la gripe”.
El científico manifiesta que la enfermedad de COVID-19 "es letal a menudo cuando se trata de una infección hospitalaria, cuando las personas la contraen en el hospital”. Y agrega que “el virus también puede ser devastador para los residentes de hogares de ancianos: en varios países europeos, aproximadamente la mitad de las muertes reportadas son de centros de enfermería. Esto ayuda a explicar por qué ciertas áreas (Bérgamo en Italia, Queens en Nueva York) tienen muertes desproporcionadas. Estos son lugares con altas tasas de personal médico infectado, que transmiten el virus a pacientes que ya están enfermos. Los trabajadores de la salud infectados pueden, sin darse cuenta, crear cadenas hospitalarias de infección con consecuencias trágicas para las personas vulnerables”, asegura Ioannidis en su análisis.
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Respecto del fin de las medidas de confinamiento, el científico considera que “dado que el riesgo de morir por COVID-19 es bajo, los políticos pueden asegurar al público que nuestros peores temores han terminado”. En esa línea, manifiesta que “un bloqueo o cuarentena ya no es una respuesta proporcionada particularmente dado su profundo impacto negativo: desempleo masivo y aumentos en la violencia doméstica, problemas de salud mental y abuso infantil, así como muertes causadas por el tratamiento médico retrasado o cancelado”.
Ioannidis detalla además que una nueva etapa que ponga fin al aislamiento tampoco debe implicar “una vigilancia masiva” mediante pruebas de covid-19: “Si los responsables de la formulación de políticas basan las decisiones en la evidencia más reciente, poner fin al bloqueo tampoco debe significar iniciar una era de vigilancia masiva, ya sea a través de pruebas, rastreo de contactos o pruebas de anticuerpos poco confiables para ‘certificados de inmunidad’”, opina el especialista en prevención de enfermedades.
Para el académico, “el rastreo de contactos tiene sentido cuando hay un pequeño número de casos”, y aclara que tampoco se debe considerar un levantamiento de la cuarentena como un intento para “alcanzar la inmunidad del rebaño”, algo que consideró “una estrategia desaconsejable para una infección que infesta tan fácilmente a los hospitales y hogares de ancianos”.
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Un mejor enfoque, sugiere el epidemiólogo, es utilizar las pruebas “de manera precisa” para guiar un levantamiento de la cuarentena. “Los hospitales y el personal de los hogares de ancianos deben someterse a pruebas regularmente para proteger a los más vulnerables, junto con un estricto control de infecciones y medidas de higiene mucho más estrictas en estas instalaciones”, apunta. No obstante, expresa que los grupos de riesgo y los “mas frágiles” pueden que “necesiten ser puestas en cuarentena en casa por más tiempo.
"Al principio, la información era escasa y alarmante, y las medidas draconianas eran comprensibles. Para estar seguros, COVID-19 es un virus novedoso, y todavía hay mucho que aprender. Pero las últimas pruebas y datos apuntan en una dirección favorable”, asegura el especialista.
AG/MC