El crítico Robert Hughes nunca bajó los brazos en su guerra abierta contra Damien Hirst y cuando un coleccionista llegó a pagar 12 millones de dólares por el tiburón embalsamado, Hughes, en su columna del New York Times, tildó a Hirst de pirata y le concedió una gran habilidad como manipulador. Ante el título de la pieza, La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo, Hughes ironizó sobre la capacidad de la obra de simbolizar los riesgos existenciales y ser una declinación de la “naturaleza”. Opinaba Hughes que podría haber tenido un punto si Hirst, al menos, hubiera pescado el tiburón pero, apunta, este fue cazado por un pescador australiano pagado por el publicista Charles Saatchi. La obra acabó descomponiéndose. Ante esto Hirst no titubeó: se limitó a cambiarlo por otro.
En el Guggenheim de Bilbao hay una sala ocupada por varias esculturas de Richard Serra. Bajo el nombre La materia del tiempo, las diferentes esculturas de acero, de proporciones descomunales, sorprenden al visitante. Una de ellas, Snake, está constituida por tres láminas de veintiséis metros de largo y tres y medio de alto. Son planchas curvadas, en parte como una elipse y en otra como un cono, emplazadas de manera paralela con cambios de inclinación y dispuestas de tal modo que se puede, se invita, al visitante a desplazarse por cualquiera de las dos galerías que forman. Es inquietante. Por la incertidumbre que genera la aparente levedad plástica del hierro –es la sensación que provoca– y, a la vez, la contundencia del peso del metal con su dominio sobre los pequeños seres que caminamos a su abrigo. Hughes, en el caso de Serra, cambia su mirada y llega a decir que es en el siglo XXI aquello que significó Brancusi en el XX y que el conjunto de obras del Guggenheim forma la mejor exposición de escultura contemporánea que ha visto jamás.
Obra maestra es una novela del escritor gallego Juan Tallón que aborda una paradoja: la desaparición de la escultura Igual - Paralelo: Guernica - Bengasi. La obra, considerada una cumbre del minimalismo, fue encargada a Serra por el museo Reina Sofía de Madrid para incorporarla a su colección permanente y presentarla en la inauguración del museo en 1986. Años después, por una cuestión de reordenamiento, la confía temporalmente a una empresa de almacenaje de obras de arte. Cuando en 2005 deciden volver a exhibirla, la obra se había volatilizado: la empresa que la custodiaba no existía más y nadie ni nada aportó una pista sobre el paradero de la obra. Hasta hoy. El problema es que la escultura pesaba treinta y ocho toneladas. Lo mismo que un camión Scania. Un transbordador espacial. Un catamarán de pasajeros. ¿Cómo esconderla? ¿Cómo seccionarla para fundirla? ¿Cómo desplazarla con discreción? Misterio.
El libro de Tallón no sigue la pista; despliega a través de diferentes voces un hilo que tampoco es conductor, sino que enhebra miradas que, sumadas, exploran la posibilidad de un sentido. Los materiales, como en un documental, son reales, pero también como en una novela, que de eso se trata, son del campo de la ficción. Único modo de abordar la situación. Así, habla un guardia de seguridad del museo y Jean Nouvel; el propio Serra y un taxista; un crítico de arte del New York Times y un agente de la Interpol; una jueza y una instaladora de exposiciones; un miembro de ETA y una geógrafa. En esta galería hay alguna pista del sentido de un despropósito o un milagro que disuelve en el aire treinta y ocho toneladas de acero.
Serra, quien crea y construye sus obras para un ámbito específico, cuando la exposición es temporal ordena fundirlas una vez acabado el tiempo de exhibición. En esta ocasión, aceptó volver a producir la misma obra que desde entonces, en 2007, vuelve a ocupar una sala en el Reina Sofía.
La segunda versión de Serra no es como el segundo tiburón de Hirst. O sí. Pero profundizar en ese camino no es la vía correcta. Nos lleva a la reposición del consumo y aquí, como deja entrever Tallón, en la superposición de voces, se nos remite a lo inexplicable. A lo sólido que se esfuma en el aire y que no es una mera expresión materialista. Muchos autores, en estos últimos años, han tratado de explicar la cultura de la Transición en España. He aquí un punto de partida.
*Escritor y periodista.