COLUMNISTAS
opinión

La casta avanza

20230909 Sergio Massa junto a gobernadores en Tucumán.
Sergio Massa junto a gobernadores en Tucumán. | Prensa Unión por la Patria

En las últimas horas, el peronismo decidió profundizar un operativo en el que viene trabajando desde hace varios días. Una suerte de rémora de aquel “Sí se puede” macrista tras la aplastante derrota en las primarias de 2019, que apenas devino en una recuperación electoral que fue estéril en busca de la reelección. Ahora, el objetivo es que Sergio Massa llegue a un ballottage con Javier Milei, al que creen poder vencer en esa instancia.

Hay varias dimensiones entrelazadas para tratar de satisfacer ese propósito. Todas ellas están impregnadas del reconocido perfume de la liturgia peronista más clásica. Ese aroma que no se percibe en las redes sociales ni en los frustrantes focus del catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, el devaluado asesor de campaña del oficialismo.

Uno de esos planos es público y se acaba de exhibir en Tucumán. Desembarcó allí, junto a Massa, gran parte de la dirigencia peronista que ejerce el poder: gobernaciones, bancas, gremios. Sin el Presidente (de viaje) ni la vicepresidenta (recluida). Hubo acto con decenas de miles de militantes y fotos de ocasión como demostración de fuerza. Lo habitual.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El Papa no vendría al país, en conflicto con los presidenciables

Antes hubo tenida gastronómica, donde se sirvió rosca política, pase de facturas y acentuadas presiones para que cada mandatario se active como ninguno lo hizo el 13 de agosto. Empezando por el propio anfitrión, Juan Manzur, quien impulsó un triunfo holgado en el comicio provincial y “permitió” (según el léxico de la casta) que allí ganara Milei, como en otros quince distritos.

El reto a los gobernadores había llegado a sus oídos después del shock de las PASO. A través de terceros, enviaron sus mensajes Cristina Fernández de Kirchner y Malena Galmarini. No pareció hacerles mella. Cuentan que algunos destinatarios fueron pocos caballeros con las damas. Que una no logra reunir ni a los suyos del Senado o que perdió mal en Santa Cruz. Que la otra no ganó ni en Tigre. Machirulos.

Igualmente, un par de ellos llegaron a Tucumán con parte de la tarea hecha. En la Santiago del Estero de Gerardo Zamora, por caso, Milei se quedó sin boleta de diputados nacionales, al no presentarse el sello curiosamente a tiempo para su convalidación judicial. Ricardo Quintela, de La Rioja, ya se inmoló al sostener que renunciará si Milei es elegido presidente. 

Los afectuosos avisos amenazantes también tuvieron como destinatarios a varios intendentes del Gran Buenos Aires. Hubo una decena de distritos peronistas en los que la diferencia porcentual entre la boleta local y la presidencial fue de dos dígitos. Y en un puñado de ellos, más de 20 puntos. Resultó enternecedor que algún analista lo intentara explicar desde el supuesto peso del voto extranjero, limitado a lo municipal.

Hay un argumento político lógico de por qué a los gobernadores les conviene levantar la puntería. Ahora sí estarán en juego las diputaciones y senadurías en representación de sus provincias.

Pero además hay otro, que si se piensa mal podría ser considerado extorsivo: el vil metal, cuándo no. Excede a lo que en teoría provincias y municipios dejarán de percibir como ayuda de la Nación si Milei triunfa. Se mencionan retaceos actuales de fondos y de un cese casi total a partir del 23 de octubre si Massa deja de ser presidenciable. Deben ser habladurías.

El instructivo oficial hacia las gobernaciones e intendencias para conseguir que Massa llegue a la segunda vuelta consta del protocolo habitual. Involucrarse más, movilizar a la dirigencia y a la militancia para que vaya a votar por UP, mejorar la fiscalización… ¿Desde cuándo el peronismo fiscaliza mal? Desde que pierde en mesas donde quien gana no tiene fiscales, enseña didácticamente un operador experimentado. Ocurrió en infinidad de lugares con Milei.

Bullrich-Melconian, la nueva fórmula de JxC

Este matiz abre la ventana hacia un virtual manual blue de instrucciones con vistas al comicio de octubre. Allí se incluyen prácticas de escasa transparencia y republicanismo, como la falta de boletas o la utilización al máximo del clientelismo, para llevar a la gente a votar con las papeletas ya listas.

“Hay que hacer lo que haga falta hacer”, justifica una fuente muy afanosa en esta etapa de la campaña. Entre “lo que hay que hacer” se detalla la desactivación de los presuntos vínculos extrainstitucionales entre Massa y Milei. Supuestos viejos y nuevos diálogos, acuerdos y contribuciones con el fin de boicotear las chances de JxC. Los protagonistas lo niegan. Menos mal.

Surgen movimientos prácticamente imperceptibles que se desacoplan de estas declaraciones de guerra. Como el arribo al equipo libertario de un profesional muy ligado a amistades influyentes del ministro de Economía. O que entre las nutridas conversaciones que mantuvo el recién llegado Guillermo Francos, saliente representante argentino ante el BID y posible ministro del Interior de Milei, destaque un renombrado dirigente peronista que es funcionario.

“Si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”, reza una antigua máxima. Sobre todo si fueron quienes lo crearon y alimentaron. La casta avanza en su máxima expresión.