COLUMNISTAS
CAMBIO CLIMATICO

La catástrofe anunciada

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Los chinos irrumpieron globalmente sin clausurar su Partido Comunista ni la dictadura del proletariado y sin retirar el retrato gigantesco de Mao de la plaza Tian’anmen. Pasaron del marxismo extremo, cruel y edificador de Mao, al capitalismo de Deng Tsiaoping. Fue un acto pragmático saltando por toda la ideología marxista-maoísta.

Se quebró aparentemente la cortina de desiertos que separaba a Occidente de un remoto Lejano Oriente, ilusorio, opiáceo, con acuarelas románticas de Pierre Loti. Entre China, la India, Corea, el sudeste asiático, el centro de gravedad económico del mundo varió.
¿Se quedarán los chinos en ser el bastión más reciente del mercantilismo capitalista? ¿Tendrán un sentido diferente del destino y uso del capital? ¿Pensarán que el poder sirve para crear otra forma de calidad de vida? ¿Son cómplices de la mediocridad decadente occidental o tienen una intención trascendente, fundante?
No parece lógico y coherente que los hombres que veneran o vivieron la Larga Marcha hasta hacerse con el poder en Pekín, en 1949, desembarquen ahora triunfalmente en las playas del capitalismo y que hasta sean un sólido garante de los actuales sacudones de crisis financiera.
¿Pueden los hombres de una cultura milenaria no tener otra idea del destino de la condición humana y del bien común, el wu-wei y el ying-yang, la armonía terrenal-cósmica que el capitalismo consumista, mercantilista, tecnológico y subculturizador?
¿O traen al mundo una visión nueva, una verdadera revolución más allá de Adam Smith y de Marx?
Hasta ahora, China se mantiene en la reserva ante los grandes temas mundiales. No transciende su adhesión ideológica al capitalismo extremo ni hay explicaciones sobre el mantenimiento de la estructura de país comunista que en un determinado momento, inusitadamente, se admite también como capitalista. El país tiene hoy regiones preferentemente de capitalismo avanzado y zonas de comunismo agrario.

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¿Piensan los chinos que el comunismo de Mao fue un episodio instrumental para organizar un país poderoso, pero desastrado por las guerras y los imperios occidentales? ¿No pensarán ahora que el capitalismo extremo, donde afirman una rutilante presencia mundial, sería también un momento instrumental? Y si es así, ¿hacia dónde apunta la flecha china?
Desde los pensadores alemanes de la Revolución Conservadora, hasta personalidades de la cultura, como Mishima, Aurelio Peccei, Jean Daniel, Ivan Ilitch, Marcuse, André Gorz, los ecologistas alemanes, etc., renuevan la idea de que los dos ídolos nacidos en el siglo XIX, y enfrentados a lo largo del siglo pasado hasta hoy, están en decadencia: el redentorismo social-marxista implosionó con la Unión Soviética y el capitalismo anglosajón sobreviviente renguea y se apoya en el sólido hombro de la vieja China.
Puede ser que los chinos inventen un camino desde su sabiduría milenaria. En realidad, hoy el capitalismo es un mercantilismo que traicionó su humanismo y su espiritualidad de logos y cruz. Mató sus dioses, tal como lo señaló Nietzsche urbi et orbe y hoy es nihilismo, una anárquica ruptura espiritual.

Una nueva relación con el mundo exigiría “un progresivo viraje que condujese hacia un nuevo modelo de desarrollo económico global, como expuso el Papa Benedicto XVI antes de la reunión del G20 en Seúl, en coincidencia con lo expresado en su Encíclica Caritas in veritate. El Papa señaló estos caminos imprescindibles para librarnos de la Nada, de la pasadilla con aire acondicionado:
-Es fundamental el relanzamiento estratégico de la agricultura y la cultura del agro para compensar el dominante desarrollo industrial insostenible. Dijo: “No se trata de revalorar la agricultura en un sentido nostálgico, sino como el recurso indispensable para un futuro posible”.
-Los países de antigua industrialización no deben propiciar estilos de vida dañinos para el medio ambiente y para los pobres.
-Se necesita una clara conciencia ética para un consumo más sabio y responsable.
El límite ecológico y la creciente conciencia de la inviabilidad del mercantilismo productivista están creando una reflexión para una nueva forma de vida y de calidad de vida. ¿Pensarán en forma parecida los chinos? ¿Será corregible el capitalismo desenfrenado y modificar el rumbo sin pagar el precio de la catástrofe anunciada? ¿Es posible todavía pensar un mundo para salvar la vida del mundo?

*Escritor y diplomático.