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OPINION

La era de la fragmentación

Como en toda la campaña, la lógica de la fragmentación también se pudo observar en el debate entre los candidatos a vicepresidentes.

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DE BATES. | Pablo Temes

“Estamos segmentarizados por todas partes y en todas las direcciones”, comienzan Gilles Deleuze y Félix Guattari un capítulo clave para entender el actual devenir “Micropolítica y segmentaridad”, parte de su famoso libro Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia.

Dispersos. Si a lo largo de los siglos precedentes se podía pensar con Hegel a la humanidad como una totalidad contradictoria, las sociedades del siglo XXI parecen dispuestas en fragmentos flexibles, débiles y sin un centro organizador. El ejemplo más evidente es el fin de las organizaciones estables como la familia o la dicotomía hombre/mujer que cada día pierde mayor sentido, aunque esto pueda ser confuso y enojoso para quienes hoy peinan canas. No es un ejemplo casual porque alrededor de esta dicotomía se dan agudas luchas políticas, con impulsos conservadores para restaurar la tradición perdida. También los vínculos débiles cobran relevancia en este contexto, en un mundo desterritorializado y descorporizado (caso Tinder).

Para Deleuze y Guattari, en esta dispersión del sentido cobra relevancia la micropolítica, esto es la traducción de las ideas macropolíticas en interpretaciones subjetivas, ramificadas e individualizadas. Un grupo de amigos o un influencer pasa a tener más capacidad de marcar temáticas de discusión que los grandes medios tradicionales como planteaba la antigua teoría de la agenda setting. Este esquema de fragmentación genera nuevas fuentes de ignorancia: la imposibilidad para comprender marcos generales con cierta coherencia.

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Las verdes intenciones

Acceso a la desinformación. Quizás donde se pueda identificar con mayor precisión los efectos de la era de la fragmentación es en la información. Cada vez el acceso a la información se obtiene en forma más fraccionada, partida, seccionada. Si una larga entrevista es vista en fragmentos, estos fragmentos puede tener sentido en sí mismos, pero contextualizados, quizás se apuntaba a algo completamente diferente.

En medio, hay un problema profundo en las sociedades actuales de déficit de atención generalizada que impide mantener la concentración por mucho tiempo. La propia dificultad genera impulsividad, inquietud y a veces respuestas agresivas con el entorno como plantean numerosos trabajos del National Health Institute.

Este problema se pone en juego como nunca en esta campaña electoral, muy pocos ciudadanos pueden comprender globalmente los proyectos que compiten por la conducción del país. Desde allí cuando se consulta cualitativamente sobre las propuestas de los candidatos las respuestas son superficiales, conectadas con recursos o frases rimbombantes que van desde “parar a los políticos chorros” o “parar a la derecha”. En este sentido, cobran relevancia las respuestas emocionales que permiten saltar lo engorroso de argumentar las propias opiniones. Obviamente frente al estado de cosas los propios expertos en comunicación política recomiendan a sus aconsejados: “Lo que tengas que decir, decilo en 30 segundos”.

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Preludios. La lógica de la fragmentación también se pudo observar en el debate entre los candidatos a vicepresidentes. Hubo algunas críticas sobre este evento al real poder que tienen los vicepresidentes en ejercicios a veces destinados a “tocar la campanilla” en el Senado, pero más allá de esto se pudo ver como un simulacro de los debates presidenciales del 1 y del 8 de octubre.

En la propia selección de los temas y división de los tiempos estaba implícito la imposibilidad de entender los programas de gobierno de las cinco agrupaciones que competirán el 22 de octubre.

Está claro que las posibilidades de pasar a la siguiente electoral no se reparten siguiendo las equiprobabilidades, muchos televidentes se sorprendieron de ver a dos antiguos conocidos de las pantallas televisivas, Florencio Randazzo y Nicolás del Caño, que secundan las fórmulas de Juan Schiaretti y Miriam Bregman, respectivamente. Estas dos candidaturas prácticamente no tuvieron cobertura en la campaña de las primarias.

Así y todo, buena parte de la audiencia que se reunió frente a evento organizado por TN (sumó entre 6 y 8 puntos de rating a lo largo de sus dos horas) lo hizo para observar el desempeño de Victoria Villarruel, la acompañante de fórmula de Javier Milei y debutante en estas lides. En la apurada presentación inicial se los vio a los participantes nerviosos, y con dificultades expresivas, pero con el transcurrir del show se fueron relajando para compartir un verdadero conventillo en los minutos que podían hablar todos juntos. Decididamente los organizadores no observaron el debate de los candidatos a la presidencia de gobierno español donde un temporizador iba descontando los minutos usados por cada referente, lo que llevó a una utilización racional del tiempo.

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100% lucha. Más allá de estos problemas sí se pudieron observar las estrategias implícitas. Los candidatos de LLA Villarruel y de UxP, Agustín Rossi, se dedicaron todo el tiempo a enfrentarse (y chicanearse) entre sí, buscando dejar en un plano subalterno a Luis Petri, candidato a vice de Patricia Bullrich. Esto le terminó dando una ventaja relativa. En cada oportunidad que tuvo tomó protagonismo y como no lo interrumpían fue quien tuvo mayor posibilidad de plantear sus ideas. Si se las aísla del contexto, las expresiones de Petri fueron mucho más radicalizadas que las de Villarruel, ya que su centro generador fue el orden y como subcentro un potente antikirchnerismo, arriesgando a que la antigua polarización no haya perdido vigencia. Sin embargo, sus intervenciones fueron neutralizadas por su propio modo de expresión que se confundía con una falta de energía que no se condecía con el texto que expresaba. Por su parte, Agustín Rossi sacó a la luz el transitado recurso de los derechos humanos, cuestionando a Villarruel por su presunta defensa de los represores de la dictadura militar, con preguntas directas sobre sus visitas a Jorge Rafael Videla.

La respuesta de la libertaria sobre que estaba preparando un libro que también entrevistó a “terroristas” de las organizaciones armadas no pareció muy convincente. Hay que ver a qué porcentaje del electorado se vio afectado por tal situación. También Randazzo y Del Caño apuntaron contra Villarruel, lo que llevó a que la pantalla partida se mantuviera casi todo el tiempo en la diputada.

* Sociólogo (@cfdeangelis)