COLUMNISTAS
UN TIEMPO NUEVO

Momento de outsiders

“Sucedió lo imposible” es el concepto más frecuente que se lee en los diarios después de una elección. Sucede que en la sociedad líquida los votantes son indescifrables. En el caso de Ecuador, los candidatos más votados el domingo 20 de agosto eran casi desconocidos. En la Argentina, Milei probablemente hará una buena elección en octubre. Bullrich necesita una unidad real de su heterogénea coalición. Y no se puede descartar una segunda vuelta entre Milei y Massa.

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Eleccion en Ecuador. “En la segunda vuelta, Daniel Noboa Azim tiene buenas posibilidades de ganar”, dice el autor. | bloomberg

Avanza y se agudiza la crisis de la democracia representativa. Son tantos los outsiders que ya no se sabe cuáles están out y cuáles in en la política. La norma se convirtió en excepción. El titular más frecuente de la prensa después de las elecciones es “sucedió lo imposible”.

En la sociedad líquida los acontecimientos son imprevisibles, varían de una semana a otra, los votantes se mueven rápidamente con su propia lógica, que no es la de los analistas. En los comicios de Guatemala y Ecuador de esta semana, tuvieron éxito candidatos que quince días atrás no llegaban al 5%.

En todos nuestros países, los candidatos y partidos que han proclamado seis meses antes de las elecciones que habían ganado no llegaron a la segunda vuelta y a veces obtuvieron votaciones ínfimas. Desde hace muchos años, con la excepción del Partido Colorado del Paraguay, todos los candidatos que gobernaron han perdido y en muchas ocasiones ganaron candidatos considerados marginales por el círculo rojo.

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Un intenso y vacío deseo de cambio mueve a los electores. Están cansados de las instituciones, del gobierno, de los partidos, de la Justicia, de las “buenas costumbres”, de la izquierda, de la derecha, de la policía, de las religiones, quieren un cambio. Apoyan a candidatos distintos a “los políticos de siempre”.

En Ecuador encabezaron los resultados cuatro candidatos poco conocidos

Al mismo tiempo, esa demanda de cambio no tiene que ver con contenidos: impulsó a Boric en Chile, a Bolsonaro en Brasil, a Castillo en Perú, a Lasso en Ecuador, a Petro en Colombia, a Trump en Estados Unidos, a Milei en Argentina. No es de derecha ni de izquierda, no es capitalista ni bolchevique. Esas son categorías del siglo pasado.

El cambio que quieren está más allá de esos conceptos, tiene que ver más con celulares y memes, que con los textos de Karl Marx o Milton Friedman. En las redes no se viralizan programas o propuestas, sino mensajes divertidos que comunican lo que es interesante en la cultura del like, que reemplazó al debate político.

Hablo de cómo funcionan las elecciones y la política en la actualidad, no de cómo me habría gustado que fueran. Me fascina escuchar la misa de Angelis, gran obra del monofónico, pero a veces oigo a L Gante para tratar de comprender a electores que no comparten mis gustos, pero votan.

En las elecciones ecuatorianas del 20 de agosto, encabezaron los resultados cuatro candidatos que, según las encuestas, eran poco conocidos tres meses antes. Personalmente, nunca había oído ni sus nombres, con la excepción del más joven, graduado en nuestra facultad de WDC.

Llegó en primer lugar, con el 33%, la candidata auspiciada por Rafael Correa. Sus seguidores creyeron que ganaría en una vuelta, cosa que no han logrado desde hace mucho tiempo. Cuando hace 16 años apareció Correa, representaba algo semejante a Milei. Era un joven que combatía la “partidocracia”, a lo que el candidato argentino llama “casta”. Su presencia en sí misma era una propuesta de cambio. Pasados tantos años, lo que fue una novedad es parte de la antigüedad, de “los políticos de siempre”. Ningún elector de menos de 40 años canta el himno al Che Guevara o Venceremos, las canciones que a él le gustan. Son ritos de una izquierda de la tercera edad. La mayoría de los ecuatorianos está más interesada en conversar sobre la inteligencia artificial y los nuevos modelos de celulares que acerca de la dictadura militar venezolana o la honestidad de Cristina Kirchner.

Fue una sorpresa el segundo lugar de Daniel Noboa Azim, que obtuvo un 24%. Tres semanas antes de las elecciones, las encuestas le asignaban 4% de intención de voto. Noboa es hijo de Álvaro Noboa, uno de los empresarios más prósperos del país, varias veces candidato a la presidencia, pero ha construido su propio camino desde que a los 18 años fundó su propia empresa, DNA Entertainment Group.

Tiene 35 años y una sólida formación académica. Se graduó en Administración de Negocios en la Universidad de Nueva York, obtuvo una maestría en la Kellogg School of Managment, la maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard y, finalmente, la maestría en Comunicación Política y Gobernanza Estratégica de la Graduate School of Political Management de la George Washington University. Si Noboa es elegido, será el tercer graduado de nuestra facultad que llegue a ser presidente de su país.

Milei podría obtener un buen resultado. En el mejor escenario, ganar en una sola vuelta

Noboa hizo una campaña moderna, positiva, alejada de las peleas de los viejos políticos, que se fascinan haciendo campañas sucias y mintiendo, cosa que Noboa no hizo en ningún momento.

Cuando avanzaron los escrutinios, declaró que no formaría coaliciones con otros partidos, que aceptaría el apoyo de quien quisiera, pero no haría alianzas. Armando una coalición con los políticos de siempre habría perdido su novedad.

En Ecuador, la mayoría de los votantes está enojada con lo que ocurre. Con ese ánimo, puede votar por un candidato que represente la protesta y ofrezca destruir el sistema, como Milei en Argentina o Castillo en Perú, o por otro que ofrezca esperanza, como Noboa.

Muchos ecuatorianos escogieron esta segunda opción.

Llegó en tercer lugar Christian Zurita, quien reemplazó al candidato Fernando Villavicencio cuando fue asesinado, pocos días antes de las elecciones. El crimen fue usado por varios políticos para incriminarse mutuamente, o para fingir solidaridades que la gente hiperconectada desprecia. Villavicencio fue cercano al gobierno de Guillermo Lasso, a quien defendió en el Congreso. Correa dijo que había sido asesinado por la ultraderecha para inculparla e impedir su triunfo. La tesis es disparatada porque no existe en Ecuador una ultraderecha tan sofisticada y dispendiosa.

Otros quisieron atribuirle el asesinato a Correa. Seguramente quienes decían esto no lo creían, pero hacían una acusación tramposa para obtener beneficios electorales. Correa es inteligente, nunca habría patrocinado un asesinato que le hacía daño.

Un crimen cometido por una banda de sicarios colombianos, armados con armas cortas, largas, bombas y granadas no puede ser un asesinato político. Debe estar vinculado con temas propios de los grupos de delincuentes y narcotraficantes a los que Villavicencio denunció.

En la segunda vuelta, los partidarios de los que quedaron afuera deciden quién es el nuevo presidente

En todo caso, políticos vinculados a Villavicencio usaron el hecho para conseguir el tercer lugar. Algunos candidatos celebraron una misa para honrar a un adversario al que nunca respetaron. No les sirvió para nada. La gente actual no es boba. Sabe que no asisten por piedad sino porque quieren votos. Noboa no asistió a esa comedia.

Ocupó el cuarto lugar Ian Topic, de 39 años, personaje nuevo en la política que se identificó con el tema de la seguridad. Llegó quinto Otto Sonesholder, exvicepresidente de Lenín Moreno, que inicialmente ocupó el segundo puesto. Joven y preparado, hizo una campaña gris, anticuada. Hizo bastante esfuerzo para ganarse esta derrota.

Salieron en último lugar dos candidatos que hace menos de dos años llegaron a los escrutinios cerca de Guillermo Lasso. Yaku Pérez, un indígena idealista que defiende la vida, sacó 4% y Javier Hervas no llegó ni al 1%. El resultado expresa la volatilidad de los electores de la sociedad líquida.

Hay que reconocer que el gobierno de Guillermo Lasso condujo unas elecciones impecables, respetando el derecho al sufragio de todos los ecuatorianos.

En la segunda vuelta, Noboa tiene buenas posibilidades de ganar. Viene de abajo, con una campaña bien diseñada, pero no todo está dicho. Enfrenta a la experiencia y a la fuerza del aparato de Correa.

En Argentina, Javier Milei encabezó los resultados de las PASO, repitiendo un fenómeno de estos tiempos de outsiders. Cuando un candidato con bajas expectativas tiene éxito, se convierte en el centro de la conversación de la gente y de los medios, lo que le ayuda a crecer.

La política no tiene normas inamovibles, pero lo más probable es que Milei obtenga un buen resultado en las próximas elecciones: en el mejor escenario podría ganar la presidencia en una sola vuelta, o al menos tiene casi seguro un puesto en la segunda vuelta.

Un resultado previsible

Patricia Bullrich es una candidata capaz, con experiencia, que tiene problemas para conseguir sus metas. Ante todo necesita llegar a una unidad real de su heterogénea coalición. Esto no se logra tomándose fotos con señores importantes y serios que ahuyentan a los electores que quieren el cambio, sino conversando con algunos dirigentes para que se integren de buen grado a un trabajo difícil.

Por otro lado, en un país con dos vueltas, la estrategia debe señalar, desde la primera vuelta, cuáles son los elementos que le permitirán ganar la segunda. Si no se hace esto, puede repetir la experiencia de Carlos Menem en 2003, cuando ganando la primera vuelta tuvo que retirarse porque le era imposible ganar la segunda.

Si Patricia pasa a la segunda vuelta, lo más probable es que enfrente a Milei. En una segunda vuelta, los partidarios del candidato

que queda afuera son los que deciden quién es el nuevo presidente. Votan por el que les parece menos malo, entre los dos que calificaron y no les gustaban. ¿Por quién votarán los partidarios de Massa entre Milei y Patricia? ¿El mensaje de que nunca se hablará con un peronista será bueno para atraerlos? No es una pregunta liviana, es un tema que debe desarrollar la estrategia para que sea posible ganar.

No se puede descartar la posibilidad de una segunda vuelta entre Milei y Massa. La maquinaria del peronismo, puesta a trabajar en la campaña, es muy poderosa. Es el mayor partido clientelar

del continente. Que Massa haya empatado con Milei y Patricia en medio del descalabro sin precedentes de la economía, y con tantos desatinos que comete todos los días el triunvirato, es una prueba de esto.

Si Juntos por el Cambio tiene una estrategia errada, promete sufrimientos, austeridad, y mantiene una cercanía boba con Milei, que permita que el libertario lo absorba, es posible que Massa esté en la segunda vuelta.

Nuevamente, entre otros problemas, Massa tendrá que atraer a los votantes de Patricia Bulrich, que decidirán entre él y el libertario. Necesita una estrategia muy profesional para enfrentar el tema.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.