“Sinceramente, ni yo ni la mayoría de los ministros tenemos idea de lo que se trata. ¡La verdad es que estoy harto de todo este manejo incomprensible de Néstor y Cristina!” Esta era la respuesta que apuraba uno de los funcionarios gubernamentales que con cara de fastidio se dirigía a la Quinta de Olivos, cuando se le preguntó el motivo de la convocatoria presidencial para la tarde del jueves último.
Fue esa un tarde caliente y llena de rumores que iban desde el anuncio de una devaluación hasta el de una renacionalización del Banco Hipotecario. Finalmente, lo que la Dra. Cristina Fernández de Kirchner anunció, fue la decisión de coparticipar con provincias e intendencias los dineros obtenidos como producto de las retenciones a las exportaciones de soja.
En su discurso, en tanto, aprovechó para criticar a quienes se habían hecho eco de las versiones antes mencionadas.
Si, por una vez, hubiera abierto sus oídos a lo que se dice dentro del mismo Gobierno, habría sabido que muchos funcionarios, tan desconcertados como aquel cuyo testimonio encabeza la columna de hoy, decían las mismas cosas a las que la Presidenta aludía en su reproche, y otras mucho más tremendistas y alarmantes.
El anuncio de coparticipar las retenciones se inscribe dentro de esa estrategia de doblar la apuesta y dividir que apasiona y desvive a Néstor Kirchner. “Lo que pasa es que ahora ya se da cuenta todo el mundo”, rezongaba un legislador K. “El Gobierno se equivoca cuando, con medidas como estas, busca que nosotros nos pongamos en contra de los chacareros sin darse cuenta que esa es nuestra base electoral más importante”, confesaba un intendente K de la provincia de Buenos Aires, en cuya ciudad Cristina Kirchner ganó en la elección de octubre de 2007.
“Están regando el campo con pólvora. Nuestro municipio aportó el año pasado 45 millones de pesos, y con la aplicación de esta medida va a recibir 140 mil”, se quejaba con enojo el intendente de Chabás, Osvaldo Salomón, un hombre perteneciente al Frente para la Victoria.
“El problema de fondo no se soluciona con este anuncio. Tres Lomas aporta 8 millones de pesos y, con esto, recibirá alrededor de 70 mil pesos”, decía su intendente, Mario Espada.
“Al final todos los gobernadores e intendentes van a recibir la plata pero nadie va a quedar conforme y el conflicto se va seguir agravando”, pronosticaba un hombre que suele caminar por los pasillos del poder.
“En la Quinta de Olivos no entienden que lo que necesitamos no es tener caja para hacer asistencialismo; lo que necesitamos es recuperar fuentes de trabajo, y eso no va a lograrse mientras el conflicto continúe”, confesaba un intendente K de la provincia de Santa Fe.
El problema es que el adelantamiento de la fecha electoral ha quitado cualquier posibilidad de entendimiento en estos tres meses venideros, al menos.
El panorama de un país atravesado por cortes de rutas es patético. Hay que reiterarlo una vez más: los cortes de ruta son ilegales. Es verdad que a la Mesa de Enlace se le hace cada vez más difícil controlar esto. Es que las bases han superado a muchos de sus dirigentes.
“Hoy, la mayoría de la gente de campo estamos con De Angeli”, reconocen muchos productores agropecuarios entre quienes el enojo crece sin parar.
Por eso es que a la dirigencia rural le cabe la responsabilidad de no agregar nafta a ese fuego que se aviva día tras día. En ese sentido, el discurso de Alfredo De Angeli ante los autoconvocados que cortaban la ruta en Gualeguaychú, el viernes por la tarde, no fue bueno.
También la dirigencia política opositora tiene una responsabilidad en esta hora.
En el Gobierno hubo mucha preocupación por el número de asistentes que alcanzó la frustrada sesión del jueves pasado, en la que los diputados opositores pretendieron tratar el tema de las retenciones. Hubo 110 presentes y estuvieron otros 20 dando vueltas por ahí.
Esto crispó los nervios del matrimonio presidencial. “Aquí tenemos que actuar con mucha responsabilidad”, expresaba un peronista disidente de la provincia de Buenos Aires, quien está de acuerdo “con bajar las alícuotas de las retenciones, pero no a cero. Y eso debemos decírselo con claridad a los ruralistas y dejarnos de especular por temor a que no nos voten”.
La ley del todo o nada
El Gobierno, con su accionar, les ha dado a estas elecciones un carácter plebiscitario.
Esto es propio de la impronta de los Kirchner –sobre todo de Néstor–la que se ha manifestado mucho más en el gobierno de la Dra. Fernández de Kirchner.
Es una concepción de todo o nada que, en su esencia, es contraria a los preceptos fundamentales de la democracia.
Porque en democracia ni el que gana se queda con todo ni tiene derecho a creer que es el poseedor de todo, ni el que pierde se transforma en el dueño de la nada.
En las democracias serias, abundan los ejemplos en los que el gobierno pierde una elección legislativa sin que esto signifique su acabose. Veamos estos dos casos de los Estados Unidos: el gobierno de Clinton perdió en las elecciones legislativas de 1994.
Clinton captó perfectamente el mensaje de las urnas y produjo cambios que lo llevaron no sólo a obtener la reelección en 1996 sino a transformarse en la presidencia más exitosa de ese país en los últimos 30 años.
En cambio, el gobierno de Bush perdió las elecciones legislativas de 2006 y nada modificó con las malas consecuencias que esto tuvo para los Estados Unidos y el mundo.
Ahora, en ninguno de los dos casos, nadie pensó que esas derrotas significaban el fin de esos gobiernos.
En nuestro país tenemos que consolidar esa idea para que, ante cada elección legislativa, no se corra el riesgo de generar una crisis política en el caso de que el oficialismo de turno sea derrotado.
Cuando Fernando de la Rúa perdió las elecciones legislativas de octubre de 2001, su principal problema para enfrentar el nuevo escenario fue el debilitamiento interno que su gobierno había sufrido tras la renuncia de Chacho Alvarez a la vicepresidencia.
“En un escenario plebiscitario como el que ha planteado el Gobierno, el ‘No’ no puede estar dividido en dos o en tres”, grafica un intendente bonaerense que supo ser de la difunta Concertación K.
En este contexto, la oposición vive también una situación compleja.
En el fin de semana que pasó debieron trabajar mucho las segundas líneas para evitar la ruptura del trío De Narváez, Macri, Solá.
Hay quienes dicen que tampoco faltó algún movimiento de Eduardo Duhalde, en estas horas activo en pos de aglutinar un frente anti K.
En El Calafate, en donde pasaron el fin de semana último, los Kirchner se solazaron con el batifondo que hubo en el seno del PJ disidente bonaerense. Cuando las olas rupturistas amainaron, el matrimonio presidencial se preocupó.
En la provincia de Buenos Aires, según marcan las encuestas, quien lidera las posiciones es Néstor Kirchner. Le sigue Francisco de Narváez. ¿Qué harán, pues, el radicalísimo y la Coalición Cívica?
Ha habido una reunión entre Julio Cobos y Felipe Solá. No quedaron en nada concreto, sólo en seguir hablando.
El viernes que pasó fue un día cargado de rumores en la Capital Federal.
Desde la Coalición Cívica hubo voces que prenunciaron un acuerdo electoral entre Carrió y Macri. El propio Macri lo desmintió y habló, en cambio, de un acuerdo post electoral que le criticaron muchos opositores.
Para la líder de la Coalición Cívica la situación tampoco es nada fácil.
Si se presenta como candidata a diputada deberá confrontar, de una u otra manera, con Gabriela Miche-tti, a quien la une afecto y afinidad en muchos temas. Si no se presenta, la Coalición pierde fuerza porque ningún otro de sus dirigentes mide lo que Carrió.
Si Margarita Stolbizer, de buen vínculo tanto con De Narváez como con Solá, acuerda acompañarlos en la Provincia, ¿qué rol jugará Carrió, de muy mala relación con Duhalde, que es motor del triunvirato justicialista disidente en la Provincia?
“En la oposición también hay miserias”, se sinceraba un dirigente político opositor que hoy no sabe dónde ponerse, para agregar que “deberíamos ser muy francos y plantearle a la sociedad un panorama como el que se dio en el 2003 cuando, ante la amenaza de la vuelta al poder del Dr. Carlos Menem, la mayoría de los dirigentes políticos, incluido yo, que siempre tuve diferencias con él, expresamos nuestro apoyo a Néstor Kirchner”.
Por parte del Gobierno, en cuanto a las candidaturas, las cosas están aún sin definirse.
“El jueves, en Olivos, no se habló de la postulación de Néstor. Eso se va a definir una vez que el Senado apruebe la nueva fecha de elecciones o a mediados de abril. Lo que sí es claro y seguro es que todos vamos a trabajar para el jefe”, reconocía un asistente a la Quinta presidencial de pura cepa K.
“Con relación a la Capital Federal, lo que es claro es que quien sea el candidato debe estar totalmente identificado con el kirchnerismo y preparado para no sonrojarse a la hora de tener que sacarse una foto con Néstor. La idea es no obtener menos del 15% de los votos”, confiaba alguien con acceso al ex presidente en funciones.
En el vaivén de los actos de Néstor Kirchner, éste criticó a los opositores que objetan el adelantamiento de las elecciones; los calificó de mezquinos y temerosos de perder algún voto.
Es cierto que entre muchos de sus opositores hay ese temor y esa mezquindad, así como también lo es que la decisión de anticipar los comicios nació de la necesidad del matrimonio presidencial de evitar un desbande aun mayor en las filas del Frente para la Victoria.
En cuanto a la mezquindad, es algo de lo que los Kirchner vienen haciendo gala a lo largo de toda su gestión gubernamental.
Es algo de lo que sus funcionarios dan cuenta a diario.
Producción periodística: Guido Baistrocchi, con la contribución de Laura Bartolmé.