El día que Dior, sin saberlo, destruyó la ‘grieta’ argentina
Antes no se llamaba “grieta” pero las sensaciones encontradas –por llamarlas de algún modo– respecto de peronismo y antiperonismo, sí. Con distintos grados de visceralidad o virulencia, eso siempre existió. Pero antes de que ese sentimiento se resumiera en la palabra “grieta”, hubo situaciones que, sin proponérselo, la fundieron y la dejaron sin sentido alguno. Hace unos días, cuando se cumplieron los 101 años del nacimiento de Evita, en uno de esos momentos de sosiego que la cuarentena produce, en el anexo del Congreso un histórico del justicialismo sorprendió cuando dijo: “Y pensar que un día Christian Dior se saltó la grieta”. En realidad, el verbo que utilizó fue escatológico y la sorpresa de la frase generó ese interés “didáctico” que, sobre todo, provocan las anécdotas más de Evita que de Perón. En 1987 la firma Christian Dior celebra con todo el lujo los 40 años de la marca que hizo de Francia un faro de la moda mundial. Ya ese año, Dior tiene una facturación de US$ 700 millones y, ante la competencia latente de otros sellos franceses e italianos, monta una serie de eventos en París. El icónico edificio de 30 Avenue Montaigne es epicentro de la celebración, a la que asiste “la Tierra entera”. Para acompañar acciones paralelas, la marca solicita a las sedes que Dior tiene en el mundo una misión: buscar vestidos que hayan usado determinadas mujeres que la firma seleccionó. Mujeres que dieran idea de la universalidad de la firma a lo largo de cuatro décadas. Por entonces, Dior tenía a Buenos Aires como una de esas sedes off Francia. Y de Argentina se eligió a dos mujeres: Evita y Dulce Liberal de Martínez de Hoz. La primera murió a los 33 años; la otra, ese mismo año de la fiesta. Y no hace falta ser un entendido en política para acordar que una grieta las separaba. Pero ambas usaron prendas diseñadas por Christian Dior, muerto en 1957. La vida y obra de Evita excede la Argentina. La de Dulce también, pero en un círculo más acotado: se puede resumir como brasileña viuda millonaria, casada con multimillonario argentino, y ambos protagonistas de una vida por demás acomodada. Dulce detalló algo de esa vida en 1980 en su libro Recuerdos, con prólogo de Manuel Mujica Lainez. Ese 1987, en París, ambas representaron a la Argentina en la fiesta de Dior. La familia de Evita prestó dos prendas que hoy integran la colección del museo homónimo. Y la encargada de llevar a cabo esta misión fue Marcela Tinayre, por entonces representante de Dior en Argentina.
Un buitre rockero
Larry Fink es ahora para Argentina lo que fue Paul Singer hasta que Macri pagó lo que el titular de ese fondo buitre reclamaba. Fink es el titular de BlackRock, el acreedor más poderoso que “el mejor equipo en cincuenta años” legó al país. En la historia de Fink se cuelan datos curiosos. Uno es el que lo liga a la creación de Maroon 5, banda que lidera Adam Levine. En 2000 James Diener, un joven que trabajaba en Columbia Records, le mostró a Fink un plan de negocios para un sello independiente, aceptó, y se convirtió en el mayor accionista de Octone Records. La primera banda contratada se llamaba Kara’s Flowers. Le cambiaron el nombre a Maroon 5, y le editaron los primeros cinco álbumes. Y cada vez que Fink cuenta la anécdota, dice: “¡Ganamos mucho dinero en esa compañía discográfica!”.