El Feminismo Islámico afirma que, en las bases de la religión, no existen de-sigualdades de derechos entre hombres y mujeres. Desde esta visión, la interpretación machista de las escrituras es la culpable de aquellas imposiciones que les quitan a las mujeres la libertad para decidir cómo vivir su vida. Un ejemplo en el Corán (3:195): “Jamás desmereceré la obra de cualquiera de vosotros, sea hombre o mujer, porque descendéis unos de otros”.
Si la RAE define al patriarcado como “organización social en que la autoridad es ejercida por un varón jefe”, rápidamente, la investigadora Vanessa Rivera de la Fuente puede decir que “el Corán no ampara tal concepto ni sistema”. “Si bien reconoce la diferencia biológica entre hombre y mujer, no le asigna o atribuye roles ni jerarquías de género específicas”, explica.
“¡Y sabed que ellas tienen los mismos derechos que ellos, como saben los que tienen conocimiento!”, se puede leer en el Corán (2: 228). A pesar de que, como este, hay varios pasajes en el libro central del islam de inclusión a la mujer, dicha apertura femenina tiene que ser explicitada, dando por hecho, al hombre como base.
“En sus narrativas androcéntricas y misóginas se encuentra la raíz de la violencia contra las mujeres”, señala De la Fuente en su texto Feminismo islámico: una hermenéutica de liberación. La académica, ella misma musulmana y feminista, retoma el análisis del teólogo José Luis Tamayo, que sostiene que, si bien las mujeres son la presencia mayoritaria de las comunidades religiosas, “nunca se les ha reconocido su papel ni se les han otorgado puestos de responsabilidad en la jerarquía religiosa”.
Pero si como dice la investigadora, “el mensaje revelado se dirige al conjunto de la especie, hombres y mujeres”, y “los pilares del islam, tanto prácticos como teológicos, abarcan a todos los creyentes”, entonces, ¿de dónde viene la asociación del islam con el machismo? La autora Aisha Bewley, conversa al islam, que ha escrito una gran cantidad de libros relacionados con el tema, enumera algunos factores que explican la vinculación.
Por un lado: “La introducción de ideas occidentales, como la de la mujer como un ser inferior”. Por el otro: “Una reacción contra la modernidad occidental representada por el colonialismo”. Entre otras cuestiones, la teórica señala que la vinculación proviene de la posición que los occidentales otorgan a la mujer, y no al revés. Por lo tanto, las denuncias que llegan desde Occidente sobre la opresión sufrida por las mujeres en naciones islámicas podría ser producto de la propia influencia occidental, y no de las bases musulmanas.
“Cuando en Occidente hablan de la ‘opresión de la mujer en el islam’ hacen hincapié en rasgos culturales, que no son propios del islam. Sin embargo, lo acusan de ser el responsable de estos”, indica De la Fuente en Feminismo Islámico o la búsqueda de la igualdad por derecho divino. Son muchas las mujeres que denuncian lo mismo. Es el ejemplo de la profesora egipcia Leila Ahmed, autora de Mujeres y género en el islam que, en palabras de la investigadora, “ha denunciado la práctica de los gobiernos occidentales en el uso de la imagen de la opresión de la mujer en el islam para justificar las políticas de dominación, tanto de los militares como culturales”.
Otro caso es el Bewley, nombrada al inicio del artículo, que dice: “Lo que se identifica actualmente con el islam es un 50% costumbres locales no asociadas a él, y otro 50% manipulación de la creencia a favor del patriarcado e intereses políticos”.
“Lo que se plantea (en el Feminismo Islámico) es la libertad: queremos tener la libertad de usar el hiyab o no usarlo. No obligar a quitar el velo, como ha sido impuesto durante las colonizaciones o por movimientos modernos que afirman que las mujeres islámicas no tienen que taparse; ni que no usarlo sea ilegal e implique ir presa. Es que las mujeres tengan la libertad de elegir usarlo o no”, apunta la politóloga Melisa Centurión, cuya tesis de doctorado en Ciencias Sociales tiene como objeto de estudio la temática de esta nota.
“El tema de la vestimenta y el velo aparecen como un debate porque, si bien para muchas mujeres el uso del hiyab es cultural y una decisión, también es una imposición. Esto fue lo que derivó en las protestas de mujeres recientes, que iniciaron con las kurdas por el asesinato de Amini”, dice Centurión. Mahsa Amini, de 22 años, fue arrestada y luego asesinada por tener “mal puesto” su hiyab a finales de 2022.
“Se puede pensar el feminismo de estas mujeres en oposición al feminismo hegemónico occidental porque lo que plantean es ‘no queremos salir de la religión, queremos ser líderes de nuestra comunidad y no tenemos que cortar con ella para lograr la igualdad de género porque el islam es en sí mismo igualitario’. Los casos de aquellos países más desiguales que nos llegan, para estas mujeres, no tienen que ver con la concepción originaria del islam”, continúa la doctora.
“El impacto del patriarcado en la doctrina islámica ha sido brutal. Hoy existe una contradicción entre el discurso islámico oficial y la realidad de las sociedades islámicas que se dicen respetuosas de los valores espirituales, pero donde se justifican las peores discriminaciones. Desde los crímenes de honor hasta los matrimonios forzados”, denuncia De la Fuente.
“El feminismo árabe no necesariamente es un feminismo islámico, son movimientos laicos que abogan por la igualdad de género, sobre todo temas como el derecho al divorcio, la poligamia, la custodia de los hijos, el régimen de tutela, el permiso para salir del país, para poder trabajar, estudiar. El movimiento de mujeres de Arabia Saudita ha realizado manifestaciones para poder conducir. Los reclamos particulares dependen de cada uno de los países. Algunos son la búsqueda de igualdad en la educación, en el trabajo, la brecha salarial o la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo”, indica Centurión.
“El islam es la creencia de mayor crecimiento en Occidente. Es posible encontrar comunidades de musulmanes conversos en toda América Latina, e incorpora, cada vez, a más mujeres. Esto plantea un desafío para la sociedad en general. Podemos debatir si a este abordaje lo llamamos Feminismo Islámico o no, pero me parece urgente tratarlo en los tiempos que vivimos. Primero, porque si el islam se define como un mensaje para toda la humanidad y las mujeres somos la mitad de ésta, es un mensaje que tenemos todo el derecho de conocer, cuestionar y hacer propio, e incluso resignificar en términos de nuestra trayectoria espiritual y vital para que nos represente”, dice De la Fuente.
Sigue: “Segundo, porque la falta de coherencia entre el mensaje y su praxis ha facilitado la negación de los derechos de las mujeres y por ende, la negación de la humanidad de las mujeres. Si bien el islam no es la única causa que lo ha hecho, sí ha ocupado un rol en normalizar una praxis de subalteridad de las mujeres en el paradigma civilizatorio patriarcal”.
“Tercero, porque en tiempos en que el fundamentalismo religioso avanza junto a sectores políticos conservadores, es imprescindible afirmar que las mujeres somos ‘sujetas’ de derechos, así como las diversidades de género, las personas con discapacidad y otros grupos que la praxis religiosa, en palabra, obra y omisión, ha victimizado, discriminado y silenciado de la historia”, afirma De la Fuente.
Y concluye: “Las formas de entender el Corán son tan variadas como las personas que lo leen. Como bien señala Amina Wadud, la religión no es necesariamente lo que el texto dice, sino los efectos que manifiesta. Y en varios países y comunidades musulmanas la realidad, en términos de derechos para las mujeres, no refleja la igualdad manifestada en las escrituras (...). Hay que considerar que el Corán se define a sí mismo como ‘una guía para aquellos que meditan’. Por lo tanto, el ejercicio interpretativo es crucial en la experiencia de la fe y en los efectos que dicha forma de entender tiene en lo concreto”.
“Si pensamos en los movimientos de mujeres, centrándonos en la región del Medio Oriente, aunque el islam se extiende mucho más allá, el feminismo islámico es relativamente reciente. Tiene aproximadamente treinta años y es liderado por intelectuales. De hecho, nace de intelectuales en el exilio. Lo que busca es una reinterpretación del Corán en clave femenina. Ellas plantean que lo que se ha hecho es interpretar el Corán de una forma patriarcal y que volver a esa fuente, a los valores de justicia y de equidad presentes en las escrituras, permitiría la igualdad de género”, explica Centurión.
“El Feminismo Islámico en Irán, Marruecos o Indonesia no es siempre un ‘movimiento de la calle’. Es, quizás, un poco más intelectual. Se trata de repensar la propia religión y busca la emancipación de las mujeres a partir de una relectura de los propios textos”, agrega.
Cuando se le consultó a Vanessa De la Fuente si el hecho de ser feminista la margina en su comunidad, respondió: “No, para nada. Yo soy feminista desde hace tiempo y soy una feminista musulmana. Ni el islam ni el feminismo me han alejado de mi familia, de mis amigos ni de la gente que siente un cariño genuino por mí. El rechazo e incluso la violencia ha llegado de todos los lados, de fuera y dentro del islam, incluso de los feminismos que piensan que hay una sola forma de ser mujer, de ser feminista, de ser musulmana”.
Finaliza: “Actualmente participo en colectivos desde una mirada interseccional y en ellos convergen mujeres diversas. Visibilizar y reconocer el valor de nuestra diversidad y la construcción de lo común son dos de los objetivos de mi praxis feminista. Creo que la diversidad es lo que somos y aquello que nos hace iguales. Es una expresión de lo divino que habita en cada una y en todo”.