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CUARENTA años

La CIDH y la sociedad argentina: una historia por los Derechos Humanos

Si bien las Madres marchaban ya cada jueves, la visita de septiembre de 1979 marcó un hito en denunciar la represión que estaba en curso.

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Vencer el miedo. La acción de los organismos de los Derechos Humanos consiguió transformar en una manifestación masiva a la entrega de las denuncias ante la Comisión. La presión internacional consiguió que los miembros de la OEA visiten penales, además de haberse reunido con las autoridades militares. | memoria abierta

Hace cuarenta años, la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos entre el 6 y el 20 de septiembre de 1979 marcó un punto de no retorno para la última dictadura cívico-militar. Se trató de la concreción de un proceso delicado de perseverancia, solidaridad internacional y compromiso con la verdad y la Justicia.

Las denuncias de familiares en la Argentina para saber dónde estaban sus hijos, hijas, hermanos, no tenían respuesta. Por eso, las instancias internacionales de denuncia funcionaron como una alternativa potente que pudiera arrancar respuestas al régimen y diera visibilidad a las ejecuciones, desapariciones, torturas y otras violaciones a los derechos más básicos en el país.

Los jóvenes organismos de derechos humanos tuvieron un rol central. Si ya venían informando a la CIDH sobre los crímenes de la dictadura, a partir de diciembre de 1978 avisaron a los familiares de la visita inminente e invitaron a realizar su denuncia ante el organismo. Para febrero de 1979, la Comisión llegó a recibir entre cincuenta y sesenta cartas por día desde la Argentina. En Estados Unidos, la asunción a la presidencia de Jimmy Carter se movió en la misma dirección y condicionó un crédito internacional que el gobierno militar necesitaba de manera desesperada a que acepte la supervisión y la visita de la Comisión al país.

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Los organismos habían empezado años atrás a recopilar la información a partir de las denuncias que les llegaban, y para la visita hicieron un esfuerzo suplementario y conjunto: sistematizaron la información para identificar patrones represivos y realizaron la traducción jurídica de los crímenes como violaciones de derechos humanos. Eso mostró la masividad de la represión y la responsabilidad del gobierno militar. En respuesta, hubo una feroz campaña contra la visita promovida por la dictadura, con eco mediático y también judicial: un juez ordenó el allanamiento de las sedes del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.  

Para el CELS, ese momento también marca nuestros cuarenta años, ya que fue durante y por la preparación de la visita de la CIDH que se fundó nuestra organización y se pusieron en práctica líneas estratégicas que aún mantenemos: litigio, investigación y denuncia internacional. El informe de la CIDH sobre la Argentina se publicó en Washington en 1980. Fue ingresado a la Argentina como “material educativo” por Emilio Mignone, presidente del CELS, distribuido clandestinamente, fotocopiado por miles. A partir de esa difusión y a pesar de la censura y de la refutación de los militares, no pudo ocultarse más la verdad. Por eso, los cuarenta años de la visita a la CIDH tienen una huella muy importante para nuestra democracia: es un aniversario argentino.

*Director Ejecutivo del CELS.