Hoy tenemos a Cristina Fernández de Kirchner que vuelve a ser el centro político al presentarse en Chaco, donde recibirá un doctorado Honoris Causa y disertará sobre los problemas, el cansancio y la decepción que produce la democracia, en algún punto, en contacto con la mirada de Javier Milei. Pero, más allá de la conferencia, todo se concentra en las expectativas sobre lo que va a decir acerca del gobierno de Alberto Fernández.
La apertura de Modo Fontevecchia: El nacimiento de una nueva mayoría
No sé si estamos llegando al fin de una época, de un ciclo. Hoy se cumplen 54 años del Mayo Francés que produjo un cisma pero, en realidad, fue un síntoma de momentos que se fueron acumulando. ¿Estará la Argentina en un fin de ciclo que permita imaginarnos que personas como Cristina Kirchner, dando una conferencia, no sean tan relevantes? ¿O Mauricio Macri mostrando incipientes intereses de volver a la política activa? ¿Estaremos llegando a una situación en la que la Argentina, después de 50 años de decadencia se esté convirtiendo, no los dirigentes, sino la sociedad, en rehenes y víctimas de la polarización?
Polarización que explota el sistema político y, muchas veces, el sistema mediático sirve para obtener réditos y captar la atención. Si así fuera, el tipo de liderazgo que tendría que surgir, a partir de diciembre del año próximo, tendría que ser más horizontal y menos vertical, que pueda permitir que varias partes (no solamente dos, ya podríamos decir que los campos políticos están fragmentados en cuatro, cinco y hasta seis partes) puedan entenderse y comprenderse.
Pero cito a Marcel Mauss, un antropólogo y sociólogo francés, que reflexionaba en contra de las ideas mercantilistas de Adam Smith como organizador de la sociedad y que planteaba el intercambio de aquellos bienes que no son comerciables, que tienen precio pero no valor, y lo cito justo al terminar el libro, en donde da una de las recomendaciones que él le daba a los políticos.
Casualmente, Mauss es -y escribe- contemporáneo al Mayo Francés. Él termina diciendo lo siguiente: "Los bretones cuentan, en las crónicas de Arturo, cómo el Rey Arturo, con la ayuda de un carpintero inventó la maravilla -y remarca maravilla- y milagrosa mesa redonda, alrededor de la cual, los caballeros ya no se batieron antes por sórdidas envidias, duelos y asesinatos, se ensangrentaban los más bellos festines en escaramuzas estúpidas. El carpintero le dijo a Arturo: 'Te construiré una mesa muy hermosa donde podrán sentarse más de 1600 personas y girar alrededor y de la que nadie quedará excluido. Ningún caballero podrá librar combate, pues allí el más importante estará a la misma altura del menos importante'. Y ya no hubo más cabecera, y no hubo más disputas. En todos los lugares en donde Arturo transportó su mesa, su noble compañía, permaneció alegre e invencible".
Será momento en que en la Argentina tendremos mesas redondas, en lugar de mesas con la cabecera. Se recuerda cómo impactó esa imagen de Vladimir Putin sentado en una mesa larga y que todas las demás personas estaban colocadas, en sentido lateral, muy detrás de él. ¿Será el momento en el que liderazgos verticales, como el de Cristina Kirchner o el de Mauricio Macri, no sean más el modo de conducción de la Argentina y que la fragmentación sea la solución a la polarización? Yo me quiero ilusionar con que pueda haber más soluciones como la mesa redonda.
Si se pudieran sentar en una mesa redonda, no como decía el carpintero, 1600 personas y, en lugar de eso, se sentaran 20 o 30 personas que representen los distintos sectores de la política argentina -y entenderse-, quizás en la Argentina tengamos un país diferente.
Hoy tenemos un país donde en el Chaco va a dar un discurso la vicepresidenta. Y todos los ojos están puestos allí.
CB PAR