El analista económico, Salvador Di Stefano, manifestó que el campo es muy importante porque representa "el 70% de las divisas que necesita el país". La sequía como la segunda pandemia, la ausencia del Estado en el sector agropecuario y los desastres económicos que deja la seca, en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
Nos quedamos hablando aquí con la producción sobre qué oportuna que resulta esta idea de la sequía económica y la que se produce en el campo, y más aún con la comparación que usted hace con la pandemia. Parecen las siete plagas de Egipto.
Sí, esto es producto de que nosotros tenemos una consultora y vivimos dramáticamente toda la pandemia, y de la misma forma estamos atravesando la sequía, porque es una magnitud similar. El productor se sienta frente a nosotros y nos muestra que no levantó nada.
Es decir, que todo lo que tenía sembrado y toda la plata que tenía hundida y debe hay que ponerla, la situación no mejora y no se está generando ningún ingreso.
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¿A qué hay que recurrir? A los ahorros, a la venta forzada de animales que tenemos en el campo o salir a vender una porción de campo para cubrir todos los costos e ir por la revancha.
Es muy difícil porque hoy nos encontramos con un contexto mundial en donde baja el precio del petróleo, sabemos que el 50% del mercado del futuro en Chicago lo hace el petróleo, y que si está en baja te arrastra la baja al maíz y la soja.
Hoy tenemos precios muy bajos de la soja, con un Brasil que duplicó su producción de soja y maíz en los últimos 10 años, y que prácticamente nos inunda con esa mercadería.
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Tenemos poca cantidad, precios malos, poco financiamiento y un Estado ausente, porque no existe para el campo argentino, desde el lado de la ayuda, y sí existe desde el lado de la distracción, es decir, el Estado argentino le pone retenciones, impuestos a la ganancia, bienes personales y nada ayuda.
Por eso surgió la idea de que esto es una segunda pandemia, en este caso, para el sector rural. Mi impresión es que en Capital Federal todavía no se anoticiaron de que esto generará un efecto pobreza sobre los grandes centros urbanos, porque el campo dejará de comprar camionetas, maquinaria, inmuebles, venir a visitar las grandes ciudades.
Hay una obsesión por los economistas de la Ciudad de ver qué pasa con los dólares del campo y nadie está viendo qué pasa con la actividad que deja de generar el campo. Si esto será una segunda pandemia, hay que ir pensando en una caída del PBI superior al 5%.
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Creo que se quedan cortos con eso porque todavía, por ejemplo, nosotros no vimos el piso de la crisis porque hoy todavía estás levantando la cosecha de soja, no se terminó de levantar la cosecha del maíz y ahora viene una situación muy compleja para toda la ganadería.
En junio y julio hace frío, que es cuando en el campo hiela, y la helada mata al pasto y si la vaca no tiene pasto, prácticamente, a faenar a Cañuelas. Entonces, hoy se tiene un precio del vacuno extremadamente bajo que hace que la gente que esté trabajando en ganadería esté perdiendo dinero. Y si pierde dinero la carne vacuna empieza a perder dinero la carne porcina, de pollo, porque el precio referente es la vacuna.
Puedo entender la sequía. ¿Qué tiene que ver que también se pierde con la ganadería? ¿Podría explicarnos por qué con la ganadería también se pierde dinero? ¿Hay algún tipo de conexión con la sequía?
Porque el ganado come pasto.
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Pero todos los inviernos come pasto el ganado, por eso la pregunta es por qué ahora.
Usted hace bien la reflexión. Llega al invierno sin pasto, pero antes no llovió, se guardó pasto en rollos o se tiene reserva forrajera en el galpón o en algún lugar. Pero si se llega con sequía y no hay pasto, en esta estación que se avecina, habrá menos pasto.
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Exacto. Hay otro problema. Cuando uno va por la ruta, generalmente ve a la vaca al aire libre. Este verano fue espantoso, con mucho sol, calor y una gran sequía. En estas condiciones, el romance entre la vaca y el toro no se da porque la vaca tiene un estado corporal deteriorado, ya que el toro está cansado, hace mucho calor, no tiene mucha agua ni pasto.
Ese romance no opera y el efecto de la ganadería se verá en septiembre, cuando haya menos pariciones. El efecto más grande se observará en marzo del 2024, cuando haya menos destete. Con lo cual, el acto de sequía sobre la ganadería no se ve en forma inmediata. En lo inmediato, se ven muchos animales liquidándose y precios de la carne muy baratos.
Si se mira el precio del animal en pie, en los últimos 12 meses aumentó el 55% y la inflación fue del 110%, es decir, que la carne en pie en Cañuelas, antes era Liniers, aumentó la mitad de lo que fue la inflación. Hoy la carne que se posee en el mostrador es muy barata.
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Ahora, la paradoja es que cuando en Capital Federal aumenta la carne dos días seguidos, salen todos los diarios y los periodistas que dicen "miren cómo aumentó la carne, cómo están los ganaderos". Pero cuando éstos se están fundiendo, no hay nadie que cubra este tema.
Es más, como la carne no aumenta el porcino tampoco, por lo que los que están haciendo cerdo también tienen inconvenientes. Los que hacen pollo deben convivir con la gripe aviar, que causa una gran matanza de pollos en distintos lugares del país y mucha gente se fundió.
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A fines del 2001 la situación del campo era tremenda, las hipotecas estaban rematando los campos, y el precio de la soja era menos de 200 dólares la tonelada. ¿Encuentra algún paralelismo con esta sequía, como si fuese otra pandemia, con aquel 2001 para el campo?
Hay paralelismos. En Argentina, en tres oportunidades hubo tres años de sequía consecutiva. Este un trabajo que hicimos con Leonardo De Benedictis. La primera oportunidad que tuvo tres años al hilo fue en 1974 y se extendió hasta 1976, y después vino el golpe militar.
La segunda vez fue del 1999 a 2001, fin del gobierno de Fernando de la Rúa, agravado porque el campo se había endeudado con tasas de interés muy bajas, pero en dólares y los tres años de sequía lo terminó matando. La tercera ocurrió del 2021 al 2023.
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En los tres casos se salió con crisis política, hubo cambios en el poder. ¿Por qué en Argentina tres años de sequía desestabilizan el poder y generan una fragmentación política? Porque el campo puede no ser relevante en lo que es el PBI, el campo es el 7% y genera tres millones de puestos de trabajo, cuando en Argentina hay casi 22 millones de puestos.
Pero el campo aporta el 70% de las divisas que necesita el país, con lo cual, cuando no genera divisas la industria, no puede importar, cae su actividad y también la actividad manufacturera. Automáticamente cae el comercio y la construcción, y ahí le estoy hablando de casi el 50% del PBI en Argentina.
Se tiene un proceso por todos conocidos, en donde el escenario que está por delante es uno de crisis económica, fragmentación política y una devaluación muy grande de signo monetario.
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Fernando Meaños (FM): Siguiendo tu línea de análisis, la sequía es casi más un problema para el gobierno que viene para el actual. ¿Qué creés que tendrá que enfrentar el gobierno que asuma el 10 de diciembre?
Mi impresión es que Argentina está atravesada por tres grandes problemas: el primer problema que tiene es cómo nos desconectaron del mundo, algo de lo cual el kirchnerismo se vive vanagloriando. Desanclarse del mundo nos llevó a esta pobreza, lo que tenemos que pensar ahora cómo nos anclamos y para hacerlo tenés que eliminar las retenciones.
El segundo gran desastre que hizo el gobierno kirchnerista, que también lo hizo Mauricio Macri, fue el cepo, que si no lo eliminás vas a seguir teniendo problemas. Y el tercer gran inconveniente es el déficit fiscal: desde el 2011 que convivimos con esto, es decir, que el próximo gobierno lo que tiene que hacer es llevar adelante estas tres tareas titánicas.
Si los que presidirán la Argentina del 2023 en adelante creen que con una devaluación solucionan los problemas, es de un infantilismo enorme, porque lo que nosotros necesitamos es que le devuelvan a la gente los negocios.
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FM: Esa gran devaluación a la que te referís, ¿sería lo que ocurrió en 2016, que se abrió el tipo de cambio pero no hubo ninguna otra modificación detrás?
No sirvió para nada. Devaluar no sirve para nada, lo que necesitás es cambiar la estructura de los negocios.
Recién comentaba que Brasil hace 10 años atrás producía 80 millones de toneladas y hoy 160 millones. Argentina, hace cinco años atrás producía 60 millones de toneladas de soja, hoy tiene 20 millones, y en un año normal 40 millones.
Entonces, aquí está claro que las retenciones te sacan del negocio, por lo que la única forma de que el país retorne a producir es que la gente gane plata. Si la gente no gana no vamos a aumentar el PBI y lo que tenemos que hacer es pasar del desanclaje al anclaje.
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Cuando hablo de esto no solamente hago referencia al sector agropecuario, creo que hay que sacarle las retenciones al petróleo, al gas, y a todo el sistema de precios.
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Lo escucho a usted y me gustaría poder conectarlo con Carlos Maslatón, quien tiene una teoría en las antípodas de la suya, y que sostiene que Argentina cruzó ya el punto de inflexión del ciclo largo (Nikolai Kondrátiev, con los ciclos largos 45 a 60 años, tanto de crecimiento como de caída) de caída, y que ahora está en un proceso de recuperación.
De hecho, lo que muestra es que los precios de los activos en el último año se recuperaron, empezando por las acciones. ¿Encuentra contradictoria una visión de la otra o pueden ser complementarios? ¿El campo puede estar enfrentando una situación tremenda pero, al mismo tiempo, la economía argentina tocó piso?
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Hasta ahora usted tuvo todo los problemas económicos porque la economía argentina estuvo atada al clima. Tuvo un mal clima y automáticamente no generó dólares. ¿Sabe la maravilla que tendrá en los próximos tres años? En los próximos tres años madurarán las impresiones de petróleo, gas, litio y cobre.
¿Qué quiere decir esto? Que cuando estas inversiones maduren y nosotros podamos exportar mayor cantidad de todos ellos, esas exportaciones no dependerán del clima, por lo que se podrá tener la dotación de dólares necesaria para que funcione la industria sin necesidad de mirar para arriba.
La pregunta que yo le hago es qué pasaría si en Argentina en los próximos dos años yo tengo pronóstico de lluvias y aparte maduran todas estas inversiones. Eso sería algo maravilloso. El problema de todo eso es que antes de usted y yo veamos todo eso tenemos que pasar los próximos 12 meses.
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Hay una estructura poblacional en donde trabajan 22 millones de personas: 11 millones en trabajos registrados y 11 millones en negro. Y en el caso de los informales, sus salarios aumentan por debajo de la inflación. Los próximos 12 meses serán difíciles, pero los próximos 3 años serán auspiciosos.
Probablemente Maslatón tenga razón y yo pueda enhebrar con usted un escenario fabuloso para Argentina a tres años. Lo que no alcanzo visualizar es cómo atravieso los próximos 12 meses, en donde usted y toda la gente que lo escucha sabe que a la Argentina no le van a prestar un peso.
Toda esta estructura distorsiva del negocio, para arreglarla, se necesita dinero. Porque si se sacan las retenciones es necesario tener plata para financiar el gasto. Si saco el cepo necesito el dinero para financiar el gasto.
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Aquí todo el mundo sabe que la inflación es un fenómeno, pero lo que nadie dice es cuál será el sacrificio que haremos para que los ingresos sean más alto que el gasto. No veo a nadie diciéndole a la gente que los primeros seis meses del próximo gobierno serán muy duros, porque tiene que ajustar precios relativos y eso no lo estamos hablando.
Por eso puse la figura adrede de la pandemia del campo, porque me parece que no están asumiendo el problema que estamos teniendo hoy y que la salida será tan difícil como la pandemia anterior.
BL JL
