OPINIóN
Análisis

El dogma exige obediencia

Repaso y resumen del abuso del dogmatismo en la República Argentina, una cadena de decisiones equivocadas que llevaron al país a la situación actual.

Antártida Argentina
Antártida Argentina | Argentina.Gob

La frase “el dogma exige obediencia” fue acuñada por Baruch Spinoza, (1632-1677) el filósofo de los Países Bajos que la revelara en su Tratado Teológico Político, publicado bajo seudónimo en 1670.

Y esa premisa ha atravesado la historia argentina. Pensemos en el ya lejano 1930. El 6 de septiembre en la llamada “hora de la espada” por el escritor Leopoldo Lugones, cuando el general Uriburu derrocó en el primer golpe militar que sufriera la democracia nacida por la Ley Saenz Peña, al que fue su primer presidente en 1916 y que, a su vez, fue reelegido en 1928, Hipólito Yrigoyen.

Ese golpe obedecía, más allá de la crisis mundial que lo acompañaba, a esa Europa que se había militarizado con Mussolini en 1923, ya en la espera de la hora de los hornos, que aparecería con Adolf Hitler en la Alemania de 1933.
Y la supremacía militar, volvería aparecer en la España del corazón helado, que se haría franquista en 1939., luego de la terrible guerra civil que comenzara en 1936.

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El 23 de enero de 1895 Luis Sáenz Peña renunció a la presidencia de la República Argentina.

Era sin duda “la hora de la espada”, que reaparecería en 1943 en la Argentina, cuando el fraude patriótico había impedido que el radicalismo volviera al poder.

Con un resultado sorprendente, cuando este golpe del 43 desembocó en el primer gobierno peronista, el de Juan Domingo Perón en 1946, luego del histórico 17 de octubre de 1945, cuando los obreros del Gran Buenos Aires, llegaron a la plaza histórica, se refrescaron en las fuentes y rescataron al coronel entonces preso, para llevarlo al poder.

Pero es este mismo Perón, cuando se aferró a la reelección indefinida, luego de la Constitución del 49 y la muerte de Eva Perón, sigue una visión dogmática del General con respecto a su liderazgo, que coarta a la oposición y vacía sus propios cuadros de valiosos colaboradores, como Jauretche, Mercante y Remorino.

Composición: Perón y yo

Por ello es que renuncia el famoso sanitarista Ramón Carrillo, diciéndole que ya no le escuchaba, en 1954, luego de haber sido su ministro de Salud desde 1946.

Lamentablemente la revolución que lo derroca en septiembre del 55, luego del trágico bombardeo de la Plaza de Mayo por la aviación naval, en junio del 55, con las muertes civiles que le acompañaron, como el Guernica de la lucha civil española trasladada a nuestras orillas, vuelve al dogmatismo, pero inverso.

Pese a llamarse Libertadora, esa revolución intentó prohibir los nombres de Perón y Eva Perón y al peronismo en su conjunto, que continuaría proscripto 18 años hasta 1973. 

Y además fusiló a los militares envueltos en una conspiración, como al Gral. Valle y al Coronel Tanco y asesinó civiles en los basurales de José León Suárez.

Ese dogmatismo que llevó a la supresión de la Constitución del 49, con una reforma que excluyó al peronismo de la Convención, llevó sin embargo a la presidencia de Arturo Frondizi en 1958. Este intentó una misión imposible en la Argentina hasta aquí y ahora, la posibilidad de la Integración y el Desarrollo.

Un ajuste así sólo se hizo en el gobierno de Frondizi

Logró el autoabastecimiento energético con el petróleo, impulsó el acero, inauguró la industria automotriz exportadora, pero sufrió una cantidad infernal de planteos militares y de guerra sucia, que terminó con su gobierno en marzo del 62, luego de que el Presidente se encontrara con el Che Guevara, entonces representante de Fidel Castro, para tratar de impedir, en palabras del canciller argentino que “Cuba se convirtiera en un portaaviones atómico ruso en mitad del Caribe”.

El dogmatismo de los militares argentinos es tal que mantuvieron preso al Presidente Frondizi, primero en Martín García y luego en Bariloche durante un año.

Y en 1963 con Arturo Illia en la Presidencia, el dogmatismo radical hizo que sean anulados los contratos petroleros de YPF con las pequeñas empresas petroleras extranjeras, que habían permitido al país, el autoabastecimiento energético.

Pero el dogmatismo de los militares que derrocaron a Illia en 1966, comandados por Onganía, ocasionó “La noche de los bastones largos” en junio de ese año, cuando son golpeados y expulsados de la Universidad profesores y alumnos de la UBA, promoviendo la hibernación de la misma y el exilio de muchos de ellos.

El dogmatismo de esa misma autollamada Revolución Argentina, termina con los fusilamiento de Trelew, cuando guerrilleros presos son asesinados, luego de intentar huir, denunciados por el periodista Tomás Eloy Martínez que  tuvo que exiliarse, a consecuencia de sus escritos.

El 31 de julio de 1966 se intervinieron universidades nacionales luego de la noche de los bastones largos.

Dogmatismo que muestra también Héctor Cámpora cuando recuperó el poder el peronismo, pero liberó a presos comunes y narcotraficantes junto con guerrilleros.

Dogmatismo que muestra el Gral. Perón, cuando colocó como su heredera a Isabel Martínez, sin ninguna experiencia política, e influida por “el brujo” López Rega.

Dogmatismo que muestra también el movimiento guerrillero que había nacido por la proscripción del peronismo, pero que no vacila en asesinar a Rucci, mano derecha del General en lo gremial, cuando ya estaba en funciones el gobierno peronista.

Dogmatismo que muestra el siniestro Proceso neoliberal, que endeuda y desindustrializa al país y concluye, luego del robo de bienes y bebés y la desaparición de personas, con la tragedia de Malvinas, cuando posibilitó con su acción, que merecía la sanción de la pena de muerte para los tres comandantes en el informe Rattenbach y que concluyó con la ocupación de nuestras islas irredentas por la OTAN.

Dogmatismo que no mostró Raúl Alfonsín, pero sí mostraron nuestros acreedores externos al subir en forma escandalosa los intereses de la deuda contraída por el Proceso, totalmente ilegal ante la ausencia de su tratamiento por el Congreso.

¿Se equivocó Alfonsín en la Constitución de 1994?

Dogmatismo que mostró Carlos Menem, pese a lo saludable de la finalización de los problemas de límites con Chile y del siniestro Servicio Militar, también endeudando, y con la continuación de la convertibilidad, cuando ya habían salido de ella, primero México en 1993 y luego Brasil, con Henrique Cardozo en 1998.

El mismo dogmatismo que mostraría De la Rúa al persistir en la misma convertibilidad, hasta el fatídico diciembre del 2001, donde se derrumbó esa ficción del 1 a 1 con la moneda estadounidense, la primera potencia militar del mundo.

Dogmatismo que mostraron Nestor y Cristina Kirchner al no ir aggiornando suavemente los valores de las tarifas, como aconsejara en 2005 Roberto Lavagna.

Dogmatismo que mostró Mauricio Macri, al permitir los capitales golondrina, que desfinanciaron al país y tomar un préstamo del FMI, el más grande de su historia, que  permitió la fuga de capitales, como había pasado en el final del delarruismo.

Dogmatismo de Alberto Fernández al permitir un alza inflacionaria creciente, el no iniciar el gasoducto desde Vaca Muerta mucho antes de su último año y no denunciar las irregularidades del préstamo del FMI y la fuga de capitales registrada.

Dogmatimo de la actual administración por insistir con un planteo anarcocapitalista que tuvo en Grafton, Estados Unidos, muy corta vida, corrido por los osos y duró 44 días en Gran Bretaña. O sea, un breve resumen del abuso del dogmatismo en la República.