OPINIóN
PANORAMA económico

La carta de CFK, entre la sonrisa de Milei y la preocupación de Massa

Ignorado por muchos, el documento de la expresidenta fue celebrado en Olivos y despertó inquietud en el exministro.

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‘Anoten...’ Cristina Fernández. | Pablo Temes

La carta pública de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) del 14 de febrero pasado titulada “Argentina en su tercera crisis de deuda” cayó, previsiblemente, como un rayo sobre la realidad del país.

Pero sus efectos fueron, también previsiblemente, más importantes en lo político que en lo económico. Para muchos el efecto de la misiva pasó con la potencia y lo efímero de un rayo; produciendo muchas menos consecuencias que lo que las presentaciones sorpresivas de la exvicepresidenta solían tener. A horas de conocerse el envío de CFK, las discusiones sobre la inflación, Lali Espósito, Antonio Gramsci y similares taparon el debate de la reaparición de la exvicepresidenta y sus sentencias sobre la situación económica, y los inminentes proyectos de dolarización de Javier Milei quedaron como anécdotas en los anaqueles de las visiones políticas del kirchnerismo. Sin embargo, hubo dos escritorios donde el análisis de la posición emanada del Instituto Patria fue analizado. Y con efectos muy diferenciados. Por un lado, en las filas del oficialismo, la presentación de CFK fue festejada. Por la negativa, desde el massismo en recomposición, se interpretó la letra técnica de la carta con severa preocupación.

Para Milei, confirmó que Cristina y el kirchnerismo no evolucionaron en su pensamiento

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Javier Milei casi festejó con un sonrisa la lectura de la teoría de la Tercera Crisis de Deuda de la exvicepresidenta. Casi no le importó que su excolega haya incumplido su promesa de habilitarle al ahora responsable del Poder Ejecutivo los tradicionalmente reglamentarios noventa días de tregua que un jefe de Estado le permite a otro. CFK le dio ese derecho a Mauricio Macri entre diciembre de 2016 y marzo de 2017, pese a que con el ex Juntos por el Cambio tenía (y tiene) una relación peor que con Milei. Macri se la dio también a Alberto Fernández. Y la buena vibra que se vio en la asunción del 10 de diciembre pasado anticipaba que el tiempo reglamentario sin críticas de expresidentes ante un recién llegado al Ejecutivo también se respetaría esta vuelta. Aparentemente la información que le llegó a CFK sobre inminentes intentos dolarizadores hizo que la expresidenta cambiara de opinión. Y pese a que algunos integrantes del gabinete y aliados presidenciales salieron a contestar duramente, no hubo malhumores o reproches especiales desde el escritorio de Milei.

El jefe de Estado hizo una lectura algo original de la situación. La posición de CFK de no afirmar que la inflación no es causa del déficit fiscal crónico que vive el país desde hace décadas, de la falta de financiamiento y de la alocada emisión monetaria es para Milei la confirmación de que Cristina no evolucionó en su pensamiento. Que el kirchnerismo se quedó ideológicamente en el tiempo ideológico. Y que lo más importante en la coyuntura actual sería mostrar que hace unas semanas en el Congreso quedó en claro que los que no apoyen su proyecto Bases de transformación nacional estarían pegados a ese kirchnerismo que aún no entiende que la emisión monetaria sin control para enfrentar un déficit fiscal del 3% del PBI es la culpable de todos los males económicos endémicos del país. Milei apuntaba en la interpretación al radicalismo y algunos legisladores justicialistas que los habían “traicionado” en aquella votación en Diputados. Esta carta de CFK les demostró de qué lado estaban. Milei festejó.

El equipo de Massa considera que el ajuste de Milei es un castigo brutal e innecesario

Había otro escritorio donde se leyó la carta de Kirchner. En las filas del massismo en reconstrucción la lectura fue de preocupación. Sergio Massa había dejado en claro en campaña cuál era la orientación general que le iba a dar a su gestión económica si era electo presidente. El tigrense no mostró en público cuáles eran sus premisas básica de gestión. Sin eufemismos, habló de superávits gemelos. Primario entre ingresos y gastos. Y comercial entre exportaciones e importaciones. Y en 2024. Quizá no con la profundidad algo extrema que en estos tiempos impone Milei, que les aseguró al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los argentinos que este año habrá un superávit primario de 2 puntos del PBI. Pero sí un porcentaje similar al que se le había prometido durante el gobierno de Alberto Fernández de un desequilibrio para 2024 del 1%. Y que esta meta se lograría con una aplicación mixta de políticas ortodoxas y estructuralistas, avaladas por el FMI y pensando en mensajes al mercado de prudencia fiscal. Massa ponía sobre la mesa los primeros años de Néstor Kirchner, cuando los superávits gemelos fueron la base de lo que vino después.

El massismo está en estos tiempos en lenta pero firme reconstrucción. Los hombres y mujeres cercanos al excandidato presidencial ya terminaron de recomponerse y vía WhatsApp ya están en organización general. Consideran que el ajuste de Milei es un castigo brutal e innecesario. Coinciden y confirman que la propia era la alternativa válida. Y aseguran que habrá revancha. Sin embargo, la carta les hace preguntarse a sí mismos: ¿qué hubiera pasado si efectivamente Massa ganaba las elecciones y era presidente? ¿Cristina Fernández de Kirchner hubiera aceptado ese plan basado en los planes gemelos? ¿O hubiera comenzado un período de presión y demolición paulatina y firme como el que Alberto Fernández sufrió desde su primer día de gestión?. Y, lo más importante, en la búsqueda de una revancha, ¿qué posición tomará el kirchnerismo cuando el massismo diseñe su próxima propuesta económica?