OPINIóN

Coronavirus: las etapas de una crisis

Salvo algunas excepciones, la sensación general es que los gobiernos lucieron improvisados respecto a la expansión de la epidemia que se convirtió en pandemia.

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Reunión de ministros en la Quinta de Olivos. | Presidencia

Salvo algunas excepciones, la sensación general es que los gobiernos lucieron improvisados respecto a la expansión de la epidemia que se convirtió en pandemia. Quizá por vivir al lado de China, Japón y Corea actuaron a tiempo y frenaron los peores efectos dado el aprendizaje que tuvieron en anteriores crisis sanitarias. Particularmente se toma como modelo lo que hizo aquél segundo país. Italia parece la contracara: reaccionó en cámara lenta y la explosión está siendo fatal. Pero los modelos son experiencias para tomar en cuenta, no para copiar mecánicamente en función de las diferencias geográficas, institucionales, económicas y socio culturales.

¿Y por casa cómo andamos? Aquí no nos vamos a referir a las medidas concretas para atajar la expansión de la pandemia (tema de infectólogos), sino a la capacidad de reacción del gobierno, política y comunicacionalmente hablando. En este sentido se puede hablar de tres etapas: 1) sin infectados, 2) con los primeros infectados, 3) a partir de la declaración de pandemia. El diario Perfil presenta un muy buena cronología de los sucesos en Pandemia: cronología del coronavirus en Argentina.

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La primera fue la de imprevisión, tanto política como comunicacional. El ministro de salud dijo el 23 de enero que no había ninguna posibilidad de que exista el virus en el país. Luego, más allá de algunas recomendaciones, y monitoreo del tema, el gobierno prefirió bajarle el precio al tema para no alertar.

La segunda fase se inició el 3 de marzo con el primer infectado. Esta etapa duró hasta el 11 cuando la OMS declaró la pandemia. En el medio hubo una expresión poco afortunada del ministro de salud cuando dijo que no pensó que el virus iba a llegar tan rápido. Más allá de esto, los medios difundieron sobre todo los pocos controles que se realizaban en Ezeiza. También existió una escalada de medidas, desde los 1700 millones de pesos asignados, hasta la prohibición de espectáculos internacionales, pasando por la cancelación de los vuelos a destinos críticos. Hasta ahí el gobierno no quiso que se desate una psicosis colectiva, aunque el contexto internacional ya formateaba un clima de preocupación total, aguijoneado por la derivación hacia una crisis económica global que arrancó el lunes 9.

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La tercera fase comienza el 12 de marzo con la cadena nacional del presidente, cuando se toman una serie de medidas duras para aislar al país del exterior. Sin embargo, desde el punto de vista comunicacional el gobierno sigue dudando entre la alerta y la alarma para que no se produzca un estado de psicosis, que ya se había desatado: lo que sucedió en los supermercados de Madrid el 11, se empieza a verificar en Buenos Aires pocas horas después, señal de las limitaciones que tienen los Estados nacionales en el marco de una crisis global.

Este racconto permite visualizar cómo en pocos días la presidencia se vio obligada a escalar su reacción, curándose en salud, lo cual lleva a por lo menos tres moralejas:

  1. La evaluación sobre cómo el Gobierno controló la crisis derivará del manejo a partir de la tercera etapa, aunque la primera y la segunda hayan estado por debajo de lo necesario.
  2. Si bien la comunicación fue un poco errática, la evaluación de la opinión pública se compone sobre todo a partir de la actitud que tome un gobierno: si toma medidas duras y no le tiembla el pulso en hacerlas cumplir, lo más probable es que el balance sea positivo porque la mano firme tranquiliza en situaciones de crisis.
  3. En términos comunicacionales existe un matiz importante entre “alertar” y “alarmar”. Con la primera, se pretende que la gente se cuide, sin que entre en psicosis. Con la segunda es como un aviso de ataque aéreo: refúgiese y olvídese de todo lo demás. Se supone que con la segunda los Estados se evitan una enorme cantidad de consecuencias, ya que es preferible “prevenir que curar”. Dicho de otro modo: si la gran mayoría se relaja y no cree que en la gravedad de la cuestión, no habrá represión legal que ponga en caja el desmadre.

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En las crisis, el buen manejo comunicacional es tan importante como el acierto en las medidas que se tomen. Estar lejos del epicentro y haber podido “ver el futuro” en la viralización europea, probablemente ayuden a que Argentina esta vez no cumpla con las peores profecías.