OPINIóN
Análisis

Coaliciones electorales: ¿qué harán con la degradada educación pública?

Cabe preguntarse, cuántos de nuestros dirigentes políticos, de ambas coaliciones electorales, se atreven a mandar a sus hijos a escuelas estatales, gestionadas por ellos mismos.

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Escuela | Cedoc

Hace varios días hablamos de la foto de cumpleaños de Fabiola Yañez, la esposa del presidente Alberto Fernández, donde se observa un grupo de personas violando la cuarentena obligatoria en julio de 2020; o de la foto que el 30 de diciembre del mismo año, reunía a 72 dirigentes políticos del Frente de Todos celebrando en el quincho de la quinta de Olivos, sin los debidos protocolos.

Vino el retruco del lado oficialista y también apareció una foto de Elisa Carrió, donde se la ve festejando su cumpleaños, en momentos de cuarentena, rodeada de una significativa cantidad de personas, no respetando los correspondientes protocolos. O se comunica con alta frecuencia sobre el incumplimiento de Mauricio Macri, que no se encontraba en su domicilio apenas llegó de un viaje a Europa y no cumplió con la necesaria cuarentena. 

Por supuesto que estos temas son importantes, porque nuestra dirigencia política demuestra no contar con empatía ni responsabilidad, tan necesarias ambas, para legislarnos y gobernarnos, y porque las faltas que cometen nuestros representantes deben ser penadas con el mismo peso de la ley que sufre cualquier ciudadano de a pie.

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La peligrosa estrategia de desinformar

Pero pregunto, en medio de esta campaña plagada de cuestionamientos al adversario “al cual lacerar” y de frases hechas, ¿no es vital enfocar en un asunto impostergable, como lo es la educación, que solo a través de slogans se ha puesto muy de relieve entre la dirigencia de ambos lados de la grieta? No se habla con la verdad sobre el estado de situación de la educación pública en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), tanto en Provincia de Buenos Aires (PBA) donde predominaron las gestiones peronistas, como a nivel local porteño, donde viene gobernando el Pro tras cuatro gestiones sucesivas.

¿Saben que la mayoría de las escuelas públicas de la PBA no cuentan con calefacción, ni gas, ni con computadoras, que faltan pupitres, que faltan libros? ¿Saben que en numerosas escuelas bonaerenses ni la estructura edilicia se encuentra apta para ser habilitada, y que cuando llueve afuera llueve adentro?¿Saben que, en la PBA, si no fuera por la asistencia de las cooperadoras de las diversas escuelas, los chicos no pueden contar con los elementos más básicos como papel higiénico o jabón, o no pueden refaccionarse baños, patios o comedores? Sería genial que la dirigencia oficialista admita, de una vez, que desde la vuelta a la democracia, además de los cuatro años de gestión de Cambiemos de María Eugenia Vidal entre 2015 y 2019, que puede ser cuestionada con total libertad, existieron casi 30 años de gestión peronista en todas sus versiones (Antonio Cafiero, Eduardo Duhalde, Carlos Ruckauf, Felipe Solá, Daniel Scioli, y desde diciembre de 2019 hasta la actualidad Axel Kicillof), y la educación pública se encuentra en este estado de situación, penoso.

Educación y salud públicas: hablemos en serio

¿Saben que la mayoría de las escuelas públicas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) no tienen calefacción o si tienen no funciona, o que los alumnos de quinto, sexto y séptimo grado solo reciben el libro de matemática? ¿Saben que, en una escuela “tipo” porteña, el área de tecnología, solo se puede contar con un aula modesta, con tres o cuatro computadoras que datan de unos veinte años de antigüedad, y en general y por tal motivo, no funcionan? ¿Saben que, en CABA, si no fuera por la asistencia de las cooperadoras de las diversas escuelas, los chicos no pueden contar con los elementos más básicos como papel higiénico o jabón, o no pueden refaccionarse baños, patios o comedores? Sería genial que la dirigencia macrista o larretista admita de una vez, que vienen gobernando la ciudad porteña ininterrumpidamente hace 14 años, desde 2007 hasta hoy (dos mandatos de Mauricio Macri y dos mandatos de Horacio Rodríguez Larreta, quien se encuentra actualmente en funciones), y la educación pública se encuentra en este estado de situación, penoso.

Escuchamos a los candidatos del Frente de Todos o de Juntos por el Cambio (o Juntos en algunos distritos) rasgarse las vestiduras por la educación de nuestros niños y adolescentes, y está muy bien que así lo hagan, porque sin educación, como bien dicen, no hay modo de hacerle frente al flagelo de la pobreza, integrar a la sociedad y construir un futuro más prometedor. Y el énfasis, muy lúcido, de nuestros dirigentes o aspirantes a dirigentes políticos, lo colocan en la necesaria inversión en educación de calidad, basada en los imparables avances tecnológicos.

Pero, en un país donde la pobreza no deja de escalar, y hoy nos revela que existen 62,9% de niños y adolescentes pobres (Fuente ONU), cabe preguntarse en plena pandemia, cuando la ventilación es esencial y las ventanas deben permanecer abiertas, si acaso no es miserable pretender que nuestros chicos deban concurrir a establecimientos donde padecen temperaturas bajísimas sin poder contar con calefacción. O si no es miserable que una enorme cantidad de chicos bonaerenses de las escuelas públicas no cuenten con los libros más básicos para estudiar. O si los chicos porteños de quinto, sexto y séptimo grado solo deben estudiar matemática, o disponer de un dinero significativo, que no suelen tener, para adquirir los demás manuales. También cabe preguntarse, si en la PBA y en CABA “los niños del futuro” se deben preparar sin computadoras, o con unas pocas, que tienen unos veinte años de antigüedad y no suelen funcionar.

Aflojen con los impuestos

Tal vez nuestros dirigentes políticos estén un poco confundidos, y cuando brindan esos fantásticos discursos políticos enalteciendo a la educación de calidad, hacen referencia solamente a la educación es escuelas privadas, que, en su mayoría sí cuentan con dispositivos electrónicos en cantidad y calidad, con una óptima infraestructura, con calefacción incluida, mientras se dictan clases en pandemia; donde, afortunadamente, los padres pueden comprar los libros, que por supuesto, incluyen textos de disciplinas varias y no solo de matemática.

Cabe preguntarse también, cuántos de nuestros dirigentes políticos, de ambas coaliciones electorales, se atreven a mandar a sus hijos a escuelas estatales, gestionadas por ellos mismos.

Quienes lean estas líneas y se enojen, ojalá lo hagan con quienes vienen gestionando tan miserablemente la sagrada educación pública.

 

* Sandra Choroszczucha. Politóloga y Profesora (UBA).www.sandrach.com.ar.