"En el pabellón hay movimientos extraños, teme que termine como el gallego", aseguran desde el entorno de Bernabé Moschella. “El gallego” es Daniel Herrera Zarzosa, testigo clave de la causa de narcotráfico "Sky-mal", que apareció ahorcado en una celda de la presión capitalina semanas atrás.
Las fotos del cadáver de Herrera Zarzosa demuestran que el hombre se "suicidó" con los pies en el piso. Su supuesta carta de despedida sería apócrifa. Desde el entorno de Moschella no creen en las casualidades.
Moschella, empresario de 40 años, aparece vinculado con una causa que investigó la jueza de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, por la que se enviaba cocaína entre esquíes con destino Europa. Como en "Peras Blancas", "Manzanas Blancas" y "Carbón Blanco" el destino era Portugal o España. Los esquíes "blancos" llegaban al viejo mundo a través de ciudadanos españoles residentes en nuestro país.
La Justicia investigó únicamente dos envíos de cocaína. Pero no analizó si existió un supuesto plan sistemático de enviar estupefacientes en cantidad. Dos envíos, según expertos en la materia, "no es negocio". Mucho menos se investigó quién era el proveedor. El relato de los españoles, entre ellos el "ahorcado" Herrera Zarzosa, no fue tenido en cuenta por la Justicia. Las “mulas” fueron enviadas a prisión rápidamente y allí comenzaron a sufrir amenazas de muerte.
A la espera de una requisa. El 16 de julio fue el Día del Penitenciario. En la cárcel de Devoto, en la que está alojado Moschella, los celadores festejaron con fuegos artificiales y una ráfaga de disparos con ametralladoras que pudo haber sido una masacre. Los gariteros no quisieron escuchar los reclamos de los internos.
A la semana siguiente, continuaron los extraños movimientos dentro del penal. La requisa se realizó violentamente, los uniformados rompieron las pertenencias de los detenidos y, uno de ellos, conocido como "Yankee", terminó a los golpes con un guardia.
A Yankee lo sancionaron, tras una feroz golpiza entre varios oficiales de Policía. Al día siguiente, la zona fue liberada. Los internos del pabellón 5 se cruzaron con el 7, en el que existe una cruda rivalidad. La visita a los reclusos no contó con un cordón de seguridad. Las mujeres, algunas con hijos en brazos, también fueron agredidas.
El delegado de los reclusos, Pablo Crudo, fue "mudado" y sancionado. A la semana siguiente, se modificó el horario de salida de los pabellones para las actividades diarias. La adelantaron media hora. El caos fue total en las duchas. Veinte colombianos se enfrentaron con un grupo de dominicanos. Los primeros fueron castigados; los segundos no. Todos saben que al español "suicidado" lo extorsionaba un recluso dominicano.
Las nuevas órdenes son tan extrañas que no permiten, por ejemplo, que los presos reciban libros de literatura. La tensión aumenta día a día. El motín y la muerte son los vocablos más pronunciados en los pasillos de Devoto.
NarKotráfico. Hacia fines de 2014, las causas insignias del narcotráfico en la Argentina, se reactivaron. El Gobierno se apresura en resolver los casos. Jaime Stiuso cayó en desgracia y, al mes siguiente, apareció muerto, el fiscal Alberto Nisman, expareja de la jueza que más causas vinculadas al narcotráfico tenía en su poder. Parrilli descubre, casualmente, los vínculos de la firma House to House con el submundo del contrabando.
Se cree que la firma en cuestión contrabandeó artículos electrónicos en cantidades que superan las 90 toneladas. Moschella parecía tranquilo en prisión, al igual que Herrera Zarzosa. Hasta que este último, apareció muerto. Hoy cree que el próximo puede ser él.
El asesinato del gallego. Las paredes del penal de Devoto hablan y el ciudadano español ya estaba cansado de que su situación procesal no se resolviese. Quería demostrar que era otro perejil más de investigaciones judiciales en las que nunca aparecen los peces gordos. Sus comentarios llegaron a quien no debían llegar. El 8 de junio apareció ahorcado en su celda. La familia nunca creyó en la hipótesis del suicidio.
La causa judicial que se abrió para investigar los motivos de su extraña e inoportuna muerte demostraron que era extorsionado por un grupo de internos de su pabellón que le solían pedir dinero constantemente. La familia pudo probar dichas amenazas y aportó documentación sobre giros de dinero, a través de Western Union, que le tuvieron que realizar a una persona "X".
También habrían recibido llamadas intimidantes de los "compañeros" del pabellón de su pariente. La semana de su muerte conversó con su familia, alegre por la boda de uno de sus hermanos en España. El Consulado Español tomó cartas en el asunto.
Mientras tanto, el Servicio Penitenciario Federal recibió una alerta por la que le informaban que Bernabé Moschella sería asesinado en prisión. Pero el sistema de seguridad no hizo nada al respecto. ¿Quién desearía que Moschella no rompa su silencio?
(*) Especial para Perfil.com.