Javier Milei seguirá “a fondo” sin importar los frentes abiertos por las primeras medidas

En dos semanas al frente de la Casa Rosada, Javier Milei tiene un abanico de frentes abiertos, en plena ebullición, con una gama de sectores. Aparecen el sindicalismo, que no perdona el avance de una reforma laboral agresiva y analiza un plan de lucha, y los movimientos sociales de distinto signo ideológico, tras el avance contra la asistencia estatal. El Congreso también figura en la mira de un gobierno que empezó a lucir fisuras internas, luego del megadecreto que se dio a conocer esta semana, con Federico Sturzenegger en primer plano.

El escenario que tiene por delante la administración de La Libertad Avanza es más que complejo y sin demasiado margen de error, con peleas por doquier. Pero aquellos que dialogan con Milei a diario ven al jefe de Estado confiado, tranquilo, seguro del rumbo que tomó y, por sobre todas las cosas, incapaz de ejecutar un plan B. “Si algo tiene Javier es que es un tipo honesto intelectualmente: piensa que está haciendo lo mejor para el país y asegura que no hay otra receta, hay que ir a fondo”, remarcan cerca del economista, quien ni se inmutó por los cacerolazos que se realizaron en diferentes centros urbanos esta semana. Es más: desde La Libertad Avanza afirman que las protestas fueron organizadas “por el kirchnerismo”.

El jefe de Estado se queda sin margen de error, pero dice que no tiene plan B

Pese a su visión del panorama, los conflictos para Milei brotan en diversas escalas. ATE, uno de los gremios más combativos del país con Rodolgo Aguiar a la cabeza, lanzó una movilización y un paro nacional para el próximo miércoles 27 de diciembre en rechazo al DNU libertario. La CTA Autónoma de Hugo Godoy también se moverá en esa fecha, hacia Tribunales, en pedido de la nulidad de la disposición oficial. Un evento que será copado por la CGT: la central está más que molesta con el Gobierno por la letra chica y los cambios en material laboral que impulsó Milei, modificaciones que consideran totalmente “agresivas” y que además nunca formaron parte de las conversaciones que se mantuvieron con la Casa Rosada hasta la semana pasada, algo que le consta a este medio.

Desde la calle de Azopardo la estrategia será la siguiente. Por un lado, realizarán amparos contra el decreto ya que, como dijo Juan Carlos Schmid, uno de los integrantes del consejo directivo, “es totalmente inconstitucional”. Y por otro, a partir del jueves, se estudiará el inicio de un plan de lucha en un cónclave con dirigentes de todo el país. Dos datos: no está previsto en la CGT una huelga por el momento y el diálogo con el Gobierno se encuentra abierto, precisamente con Guillermo Francos, ministro del Interior, su principal interlocutor y con quien tienen pendiente un encuentro cara a cara. El funcionario conoce desde hace años a varios pesos pesados del sindicalismo y desde que asumió se encarga de mantener charlas individuales con ellos.

Los movimientos sociales, tanto los más críticos como los más dialoguistas, aparecen en la vereda de enfrente del Gobierno. Todas las partes reconocen contactos informales entre funcionarios y Eduardo Beliboni del Polo Obrero, y Fernando Chino Navarro y Emilio Pérsico del Movimiento Evita. Fueron charlas donde se exploraron distintos temas, desde la continuidad de planes sociales hasta el protocolo anti piquete pero todo quedó en suspenso desde el 20 de diciembre. Un dirigente señaló que ve a los integrantes de LLA “muy perdidos, con líneas cruzadas. Sin política y sin coordinación”.

En torno a la Iglesia, hubo varias expresiones contundentes. Monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, mientras el libertario hacía actividades proselitistas a los insultos y con la motosierra en mano, con durísimas críticas al papa Francisco, pidió diálogo y paz, sin gritos ni descalificaciones. Y rechazó de plano los cuestionamientos a la máxima autoridad de la Iglesia Católica.

El jueves, un día posterior a la cadena nacional del Presidente, apareció otra expresión, la de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social, que reclamó “cuidados por la institucionalidad y la gobernabilidad”.  Cabe destacar que el economista tuvo que bajar decibeles de cara al balotaje; de hecho, se arrepintió de haber cruzado al Sumo Pontífice, pero jamás pudo recomponer su relación con las distintas tribus eclesiásticas, pese a que lo intentó a través de uno de sus diputados de confianza, Santiago Santurio, de vínculo con representantes religiosos.  

Por otro lado, el Parlamento aparece como otro escenario de suma dificultad para el referente libertario. Si bien desde su entorno lucen confianza –incluso anticipan que todo Juntos por el Cambio acompañará las leyes que envíen y no rechazará el megadecreto–, lo cierto es que no logró todavía construir acuerdos sólidos, una tarea en la que está sumergido Oscar Zago, quien ayer descartó cualquier tipo de rediscusión sobre algunas de las medidas del decreto. Incluso, hay problemas entre la tropa propia: el diputado por la provincia de San Luis, Carlos D’Alessandro, lanzó criticas por el destrato del Poder Ejecutivo hacia los legisladores del bloque.

“No hemos tenido contacto ni con la Jefatura de Gabinete ni con del Interior: así como la población recibió el DNU, lo recibimos los diputados de La Libertad Avanza”, sostuvo el legislador en declaraciones radiales. 

Las palabras no fueron ajenas en diferentes funcionarios, que se encontraron con la letra chica de las medidas que impactaron en sus áreas de un día para el otro, sobre la marcha y sin margen de maniobra, lo que causó molestia al por mayor. Las miradas apuntaron directamente a Federico Sturzenegger, el ideólogo de los cambios de desregulación estatal.