POLITICA
DIARIO PERFIL

Rattenbach: "Malvinas fue un muestrario de actos deleznables y heroicos"

Magdalena entrevistó al hijo del autor del informe secreto sobre los errores en la Guerra de Malvinas que la Presidentá ordenó desclasificar. El reportaje.Fotos.

Magdalena Ruiz Guiñazú y el músico e hijo del general Benjamín Rattenbach.
| Cedoc

No es frecuente en nuestra historia reciente el hecho de que un jefe militar de enorme prestigio como el general Benjamín Rattenbach haya elaborado un informe implacable y, exactísimo, acerca de la Guerra de Malvinas marcando los errores y decisiones de la entonces junta militar compuesta por el general Leopoldo Galtieri, el brigadier Basilio Lami Dozo y el almirante Jorge Anaya.

Tampoco es frecuente que un militar de profunda vocación como el general Rattenbach tuviera un hijo, Augusto, compositor musical de talento que, sin dejar de ostentar su título de coronel, compusiera más de cien obras, entre ellas, doce óperas.

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Y en un mediodía de este caluroso e implacable verano nos detenemos a conversar con Augusto en la atmósfera apacible en la que lo rodean su esposa Estela Villa (42 años de casados) y un pequeño jardín en el que invocamos muchos recuerdos.

—¿En qué momento elabora su padre el famoso informe que hoy lleva su nombre?
—Mi padre recibió la orden de efectuar ese trabajo. Tanto es así que lo instalaron en el Senado de la Nación (que en aquel momento no funcionaba) y pusieron a su disposición ese sector del Congreso. Una vez formados los equipos, comenzaron a trabajar. Iban llamando de a poco a los integrantes de este drama que se llamó Malvinas y, en un momento dado, luego de un año de trabajo, mi padre consideró que ya había que darle al país una explicación acerca de lo que realmente había pasado y por qué. Con su inteligencia habitual –subraya irónicamente Augusto– la junta militar archivó aquel informe. Ni siquiera lo leyeron. Lo ignoraron.

—Recuerdo que, en aquel momento, se comentó públicamente que su padre había tenido el coraje de enfrentarse con la superioridad de las Fuerzas Armadas.
—Efectivamente. ¡Pero no le dieron cabida! Incluso, ya en aquel momento, un año después de la rendición, la Junta de Comandantes prácticamente había dejado de funcionar. El general Bignone estaba a cargo de la presidencia, pero las cosas siguieron su curso tal como habían sido planteadas en su comienzo. Mi padre, sin embargo, decidió seguir con aquella tarea de análisis de lo actuado en Malvinas y cuando, junto con las distintas comisiones que habían colaborado, mi padre entregó el trabajo el general Bignone, impartió la orden de que no se hiciera públicamente. Los únicos presentes eran los tres o cuatro miembros de la Comisión. Una vez que ellos le entregaron aquel trabajo, Bignone ordenó que se guardara, con el mayor sigilo, en el Estado Mayor del Ejército. Por lo tanto, ni siquiera los militares pudieron tomar conocimiento de su contenido.

—También recuerdo, coronel, que circulaba el comentario de que su padre había pedido las penas más severas para Galtieri y para Menéndez, como comandante de las islas. Esto, por supuesto, no trascendió en el Ejército.
—Le digo francamente que, a mí, eso no me consta. ¿Por qué? Pues por una sencilla razón: tampoco tengo el original del informe. Quedó archivado. Mi padre ya había dejado de ser miembro de aquella comisión investigadora y recibió del Estado Mayor un informe que había que contestar sobre un sumario del que no recuerdo el motivo.

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