“A (Héctor) Timerman le pega todo el mundo". Así graficó un dirigente judío las consideraciones que el canciller está recogiendo dentro del mundo comunitario. El acuerdo firmado con Irán para crear una comisión de la verdad respecto al atentado a la AMIA es la gota que rebasó el vaso.
Las críticas no pueden ser tildadas de antikirchneristas, ya que el otro político que viene siendo centro de rechazos desde la propia colectividad judía es del PRO: Sergio Bergman. Casualidades de la vida, los nexos entre uno y otro van mucho más allá del mundo político.
Timerman está casado con Anabel Sielecki, miembro de una millonaria familia. Su padre, Manuel, fundó los laboratorios Phoenix, que en 2010 sus sucesores vendieron por unos 250 millones de dólares.
En la actualidad, ella es accionista de la Petroquímica Cuyo, de la constructora Areic, y tiene una porción minoritaria de una distribuidora de agua (South Water). Además, se lanzó al mundo vitivinícola y fundó la bodega Beaulieu, que fabrica el vino Mendel (Manuel en idish).
Entre los rumores más fuertes que vinculan a Bergman con los Sielecki, se destaca uno que sostiene que durante muchos años la multimillonaria familia fue uno de los principales sostenes económicos del emblemático templo de la calle Libertad, que comanda el rabino devenido en legislador porteño.
Sin embargo, el rol activo de los Sielecki en la comunidad (por lo menos en lo que a aporte de fondos se refiere) no sería suficiente para sostener la imagen de Timerman dentro de la colectividad.
“Esto, para mí, a Timerman le cuesta la cabeza. Se manejó muy mal el acuerdo con Irán, la conducción comunitaria se enteró por Twitter”, expresó un dirigente que sigue día a día los avatares del nuevo foco de conflicto. “Lo de ayer (por el jueves) fue histórico: presentás un proyecto para favorecer a un sector y los mismos favorecidos te salen a decir que no”, agregó.
Otra fuente, conocedora de las vicisitudes comunitarias, aventuró que el canciller es “un cadaver político”.