El 21 de marzo pasado, en oportunidad de brindar información sobre la última evaluación nacional de alumnos argentinos de primaria y secundaria -Pruebas APRENDER 2016- el Presidente Macri señaló que los resultados lo desvelaban y le causaban dolor. Y este sentimiento emana de una realidad que los argentinos conocemos desde hace ya muchos años pero que no logra despabilarnos.
Su gravedad, su magnitud y el drama que supone no conmueve. La sociedad no reclama. Hay otros problemas que aplastan y esconden las consecuencias de la mala calidad educativa. Los padres, cuando se les pregunta cómo está la educación de sus hijos responden que está bien o muy bien.
Cuando a esos mismos padres se le pregunta por el estado de la educación en Argentina responden que está mal, muy mal. Negamos el problema. No es nuestro, es de otros. Ludwig Wittgenstein decía que nada es más fácil que engañarse. Y tenía razón. Los argentinos, en este tema (como en algunos otros) preferimos mentirnos.
No tomamos conciencia. Pese a que los resultados indican con absoluta claridad que estamos en una situación crítica y de emergencia, no queremos aceptar que la realidad nos incumbe. Actuamos, en este sentido, como dice el refrán: No hay peor ciego que el que no quiere ver.
De los resultados de las pruebas “APRENDER 2016 surge que el 46,4% de los alumnos del último año del secundario no comprende un texto básico y como lógica consecuencia de esta incapacidad, el 70,2% no puede resolver problemas matemáticos sencillos.
Esta información viene a confirmar lo que ya nos vienen diciendo desde hace más de diez años las evaluaciones internacionales y nacionales: tanto los exámenes PISA como los test de la UNESCO, como los ONE, nos han mostrado hasta el cansancio, con claras evidencias, los muy malos resultados de Argentina, su baja calidad educativa y nuestra enorme desigualdad en el aprendizaje.
Mientras esto ocurre, los que más sufren son los alumnos que concurren a las escuelas más vulnerables. Todo esto deja a las claras las prioridades y reclama por favor, no más palabras. Necesitamos acción y encontrar consensos. Es urgente.
*Presidente Proyecto Educar 2050.