A las complicaciones de la gestión de gobierno, sus internas cada vez más ásperas y las proyecciones electorales más que riesgosas, al oficialismo del ex FdT y flamante UP se le suma en los últimos días un debate tan creciente como inquietante: qué hacer con Javier Milei.
Desde que el libertario fue electo diputado hace dos años por el electorado porteño, con menos votos de los que indicaban las encuestas, se lanzó cual político tradicional a la carrera presidencial. No le preocupó su nula actividad legislativa (sí que se promocionara que sorteaba su dieta) ni la construcción de estructura partidaria. De hecho, rompió lanzas en la Cámara con su espejo bonaerense, José Luis Espert, y le sustrajo a Carolina Píparo para su redil.
Ya hemos contado aquí que tras su derrota de medio término 2021, el peronismo unido detectó el riesgo de un colapso histórico en las generales de este año. Empezó a jugar a varias bandas para tratar de evitar lo que parecía inexorable: un triunfo de la oposición en primera vuelta. Por eso las provincias adelantaron sus comicios, casi obligaron a Alberto Fernández a bajarse de un utópico intento reeleccionista y auspiciaron bajo cuerda la candidatura de Milei. La idea central era que una tercera fuerza ideológicamente emparentada con JxC dividiera el voto opositor.
Para evitar más caídas, Milei decidió no llevar candidatos en distritos clave
El patrocinio incluyó desde darle a Milei centralidad en la pelea política, como la curiosa aparición dentro de La Libertad Avanza de armadores territoriales emparentados con el peronismo. El caso del dirigente bonaerense Sebastián Pareja es emblemático, pero no el único ni mucho menos.
La estrategia rindió sus frutos hasta hace un tiempo. Al punto que Milei se encaramó, según las mismas encuestas dudosas de siempre, en la pelea por ingresar al ballottage y dejarlo al ex FdT fuera de la segunda vuelta. Cualquier medicina en demasía puede resultar contraproducente.
Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, lo que más alteró al oficialismo respecto a Milei sucede en las últimas semanas: que se desinfle tanto que no alcance con los objetivos anhelados de que lastime sin matar.
Las primeras señales de alarma las brindaron los malos resultados en las elecciones provinciales. Salvo en La Rioja, donde con un Menem salieron terceros y lejos, en el resto de los distritos ni siquiera alcanzaron los dos dígitos. Incluso no pudieron aprovechar los altos índices de ausentismo y voto en blanco, centro neurálgico del relato anticasta libertario.
El pandemónium electoral mileísta ocurrió por ahora el reciente domingo 11 en Tucumán. Ricardo Bussi empapeló la sexta provincia con mayor padrón del país fotografiado junto a Milei y apenas consiguió un tercio de los sufragios que había cosechado para el mismo cargo cuatro años atrás. Las selfies y los videítos en las redes del economista en tierras tucumanas se ve que no llegaron a las urnas.
Para evitar nuevas debacles antes de las PASO nacionales, LLA decidió evitar las candidaturas a las gobernaciones en lugares claves como Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Pero los cierres de la inscripción de alianzas y de la composición de las listas en las provincias expusieron el lodo libertario.
Desde Neuquén, su derrotado candidato a gobernador Carlos Eguía bramó al quedarse afuera del acuerdo por las bancas nacionales del distrito. Acusó a Milei de ser “una porquería”, de “vender la marca”, de lotear por dinero los cargos y de exigir puestos ñoquis. “Él, que tanto habla de la casta, de los chorros de los políticos, es el primer chorro”, dijo Eguía. En LLA minimizaron su reacción con el argumento de que ya se fue de otros espacios dando ese tipo de portazos. No es la primera vez que se denuncia a la cúpula libertaria por la presunta forma de financiarse.
En Río Negro también Milei decidió cambiar de socio electoral tras el pésimo resultado provincial. Y eligió al Partido Fe. Sí, la creación del gremio rural Uatre, del fallecido Momo Venegas.
Otra conexión sindical sucede en Santa Fe, donde la lista para diputados nacionales la encabeza la economista instagramer Romina Diez y la secunda el legislador Nicolás Mayoraz, asesor legal del gremio de Comercio y muy cercano a la Iglesia, hasta que el Arzobispado de Rosario prefirió apartarlo por causas poco transparentes.
En tren de dificultades, esta semana también se bajó de la precandidatura a gobernador bonaerense Guillermo Britos, el excomisario e intendente de Chivilcoy que le agradeció a Milei y a Ramiro Marra la propuesta. Pero no. Cerca de Britos dejaron trascender en off que los operadores libertarios –el peronista Pareja, el cavallista Carlos Kikuchi y la hermana Karina Milei– no le dejaban meter a nadie en las listas provinciales y ellos definían cada nombre. En todos lados igual. Llamativa la política de recursos humanos. Y sin ningún éxito por el momento.
De éstas y otras peripecias libertarias toma nota el peronismo en el poder, ante la disyuntiva de cuál es la dosis de oxígeno que requiere Milei para cumplir con el propósito de lastimar a JxC sin matar políticamente a Unión por la Patria. Son los riesgos del exceso de casta.