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supuestos

Tinta sangre

Corazón 20230114
Corazón | Unsplash | Debby Hudson

Permanentemente, mi abuela cantaba un hit de Julio Jaramillo titulado Nuestro juramento, cuya letra, a los cinco años, me fascinaba. “Hemos jurado amarnos hasta la muerte. Y si los muertos aman: Después de muertos, amarnos más”, decía el estribillo. Los muertos podían seguir relacionados con los vivos, y relacionarse entre ellos. 

Hace tres meses murió mi mamá, minutos después de decir: “No me hinchen más las pelotas”. Es que el afano que poníamos en atenderla ya era inútil, y lo sabía. Mientras vivió, familiarmente, la tildamos de bastante egoísta. Imposible prever que, luego de su muerte, un elenco de beneficiarios de su generosidad aparecería para dar el pésame. Inquilinos a los que casi no les cobraba porque andaban mal de plata, un tipo sin casa al que le llevaba café las mañanas de invierno, un cerrajero quebrado al que le buscaba clientes. También le achacábamos ser un poco tramposa respecto del pasado, vivir sin memoria. Pero, entre las pieles que se resistía a dejar de usar pese a las críticas, aparecieron cuadernos con impresiones de viajes, estados de ánimo, intimidades, súplicas. Contra todos los supuestos, escribía para recordar. Mañana tengo una cita con una de sus amigas. “Voy a contarte cosas increíbles de ella que no sabés”, me tentó. Y en un par de semanas me junto con otra que anunció algo similar. “Si tú mueres primero, yo te prometo, escribiré la historia de nuestro amor. Con toda el alma llena de sentimiento: La escribiré con sangre, con tinta sangre del corazón”, seguía, entre arpegios, la voz de Jaramillo. Escribiría una canción para mi madre, pero lo nuestro no terminó, la sigo conociendo después de muerta.