A un año de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la oposición demócrata está dividida profundamente en dos facciones, la moderada y la progresista.
Siempre hubo tensiones entre el ala cada vez más izquierdista del partido y sus veteranos líderes, de corte centrista, pero estas últimas semanas las facciones se atacaron entre sí abiertamente. Todo culminó con los tuits racistas contra cuatro legisladoras progresistas que representan a minorías.
En el tuit, sin mencionar el nombre de ninguna, Trump afirmó que las legisladoras “vinieron de países cuyos gobiernos son una catástrofe completa y total”.
“¿Por qué no vuelven y ayudan a arreglar los lugares colapsados e infestados de delito de donde vinieron?”, escribió el presidente.
Ellas son la latina Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, nacida en Somalia; Rashida Tlaib, de origen palestino, de Michigan, y la afroamericana Ayanna Presley, negra.
Reacción. El tuit del presidente estadounidense fue una reacción a semanas de peleas entre la facción progresista, que quiere presionar al partido para que adopte una postura ambiciosa, más socialdemócrata e igualitaria, y el otro sector, que apoya reformas paulatinas a favor del libre mercado, atractivas para el votante moderado, antes de las elecciones de 2020.
El drama reciente se desató por un proyecto de ley para otorgar fondos a las autoridades migratorias y la red de campos de detención de migrantes que abrió el gobierno de Trump.
La ley de financiamiento, aprobada por el Senado –controlado por los republicanos–, otorgaba US$ 4.600 millones a las autoridades migratorias, pero brindaba pocas protecciones en materia de derechos humanos para los niños que están en los campos.
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En un principio, Nancy Pelosi, diputada por California y presidenta de la Cámara de Representantes –controlada por los demócratas–, se opuso al proyecto por el tema de los derechos humanos, pero terminó cediendo ante el ala moderada de su partido, que pedía financiar a las autoridades migratorias para paliar la crisis humanitaria en la frontera con México.
El Congressional Hispanic Caucus, que nuclea a los representantes latinos y que se opuso al proyecto, lo tildó de “traición a los valores estadounidenses. Lo que ocurrió hoy es inaceptable y no olvidaremos esta traición”, afirmó en un comunicado tras aprobarse la ley.
Una semana después, el New York Times publicó una larga entrevista a Pelosi en la que la experimentada “speaker” criticaba directamente a las cuatro legisladoras recién electas.“Toda esa gente tiene su público, su mundo de Twitter y todo eso”, declaró. “Pero no tenían seguidores. Son cuatro y sacaron cuatro votos”, sostuvo.
Ante la extensión del conflicto interno, con cruces de declaraciones y comentarios en las redes sociales, Pelosi tomó el toro por las astas y convocó a una reunión a puertas cerradas a sus colegas, para hacerles llegar directamente sus reproches. “¿Tienen una queja? Vienen y me la hacen. Pero no pueden tuitear sobre nuestros miembros y esperar que nos parezca bien”, les dijo Pelosi, según The Washington Post.
Excusas. Ocasio-Cortez, que tiene millones de seguidores en las redes sociales, respondió acusando a Pelosi, de 79 años, de “señalar con el dedo a mujeres de color recién electas”. Sin embargo, no solo sus colegas blancos de bancada atacaron a las diputadas del Escuadrón.
“Se excusan con el racismo y protestan porque no se salieron con la suya”, afirmó William Lacy Clay, un veterano representante por Illinois y miembro del grupo de congresistas afroamericanos.
Richard Arenberg, autor del libro Congressional Procedure y profesor de la Brown University, explicó a PERFIL que las críticas al Escuadrón son una reacción típica de los congresistas más veteranos.
“En la historia del Congreso, en ocasiones los miembros más antiguos, que se ganaron su estatus y lucharon en largas batallas, vieron llegar a un ‘verdadero creyente’ engreído. A veces, los veteranos se resienten porque no los tratan con el respeto que infunde su historia”, dice Arenberg. “Es una conducta humana natural”.
Para el profesor y analista, esta dinámica era incluso más intensa cuando los diputados nuevos tenían menos poder. “La antigüedad daba mucho poder en el Congreso”, declaró. “Hace cincuenta años, un miembro nuevo no debía hablar hasta ser reelecto varias veces”.
Mientras se intensificaban las disputas internas en el partido, Trump mandó su venenoso tuit y desató una ola de solidaridad hacia ellas en todo el Partido Demócrata. El jueves pasado, las alas progresista, moderada y conservadora publicaron un comunicado conjunto donde declararon la unidad dentro del partido.
“Cada voz en la bancada es importante. Tenemos una misión conjunta”, reza el comunicado. “Juntos, le cumpliremos al pueblo”. Por este motivo, Arenberg, que fue empleado en el Congreso durante 34 años, cree que los ataques de Trump les hicieron un favor a los demócratas. “Al bajar su línea racista, ayudó mucho a sanar la disputa reciente entre los congresistas demócratas”, declaró.
La división puede ayudar
No solo los legisladores demócratas están divididos. También los electores: según las encuestas, la mitad se identifica como “liberal” y la otra, moderada o conservadora. “La diversidad ideológica plantea un desafío”, afirma a PERFIL Ryan Pougiales, analista de Third Way, un poderoso think-tank de los demócratas moderados, que no cree que estas diferencias sean algo negativo. “Esta tensión en el seno del partido no es nada nuevo y no se terminó. Plantea ciertos desafíos, pero creo que en última instancia esa diversidad también les permite a los demócratas armar una coalición bien amplia”.
La diversidad interna se refleja también en las primarias del partido para elegir al sucesor de Trump en 2020. El moderado Joe Biden, ex vice de Obama, que lidera los sondeos, es atacado por sus rivales progresistas, como los senadores Bernie Sanders y Kamala Harris. El 58% de los que podrían votar a los demócratas afirma preferir a un candidato capaz de derrotar a Trump antes que a uno que comparta sus creencias. Biden, Sanders, Harris y la senadora Elizabeth Warren superarían a Trump si compitieran contra él, según una encuesta reciente.
“La gente que va a elegir al candidato demócrata está convencida de que el elegido debería armar una coalición muy amplia y diversa de simpatizantes”, dice Pougiales. “Los demócratas no quieren que pase lo de 2016, cuando todo dependió de 80 mil votos en Michigan, Wisconsin y Pensilvania”.