MODO FONTEVECCHIA
Política y filosofía

Julián Fava: "En Argentina hay una desconfianza con la democracia liberal"

El filósofo analizó al liberalismo y a las distintas políticas a través de distintos pensadores de fines del siglo XIX, y aseguró que "a los ojos de Carl Schmitt, el liberalismo ha disuelto los lazos sociales y humanos". "La política está recurriendo al mito y a su poder de cohesión social", declaró.

Julián Fava
Julián Fava | Instagram

El escritor Julián Fava aseguró que estamos “asistiendo como nunca a un mito, que tiene que ver con la meritocracia”. “En donde deberían estar las mediaciones de la política está el mercado”, señaló en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Julián Fava es filósofo, escritor y docente. Además, es conductor del programa radial “solo una vuelta más”. Por otro lado, Fava es conocedor de las ideas de Carl Schmidt.

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En tu programa de radio tenés un segmento de música y filosofía. A Hitler se le atribuían influencias nietzscheanas y gustos de Richard Wagner. Pobres filósofos y músicos, le echamos la culpa de lo que hacen los líderes, que a lo mejor toman algo de ellos. ¿Esto se vincula con Carl Schmitt?

Sí, sobre Wagner pesaron los mismos malos entendidos que pesaron sobre muchos filósofos, en particular la reapropiación que hizo el nazismo sobre la obra de Wagner, como hizo también el nazismo una reapropiación fragmentaria y parcial de la obra de Nietzsche.

En el caso particular de Carl Schmitt no fue un malentendido, pero si, efectivamente adhirió al nacionalsocialismo del mismo modo que Heidegger. Dos pensadores que compartieron la misma década, es decir que generacionalmente los dos participaron del periodo de entreguerras en Europa. Carl Schmitt y Heidegguer participaron de ese clima de entreguerras. La obra de Schmitt, que es una obra que abarca no solo a la política, sino a la historia y a las consideraciones estéticas, que tienen que ver con la teoría del derecho y con la filosofía política, podría ser, de algún modo, la punta de lanza de una serie de críticas que en la década del 20 hicieron al liberalismo y a la democracia liberal.

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La tradición liberal y del parlamentarismo en Europa es una vieja tradición que uno podría cifrar, desde el punto de vista filosófico, en la obra de John Locke y desde el punto de vista de hechos históricos, en la Revolución de 1688 en Inglaterra, allí cuando se conforma una monarquía parlamentaria, un Parlamento con representantes que le van a poner límites al poder de la monarquía, se va conformando desde allí eso que hoy llamamos liberalismo y democracia parlamentaria.

Es decir, el Parlamento aparece como el lugar de realización de una razón que es común a todos y cada uno de los habitantes. El Parlamento aparece allí como el lugar en el que se debate en torno a la mejor organización posible para una determinada comunidad. Carl Schmitt, como uno de los intelectuales de la Europa post guerra, va a ser muy crítico de la democracia parlamentaria y el liberalismo, porque a los ojos de Carl Schmitt, el liberalismo ha disuelto los lazos sociales y humanos. Es interesante, porque la pregunta que uno debería hacerse es qué preexiste en lo político, si el Estado o los individuos. Carl Schmitt se va a poner del lado de que lo común es decir que el Estado es anterior a los individuos. Estamos viendo una época de construcción mediante, de fluidez mediante y de adolescencia mediante del presidente de la Nación, Javier Milei, que toma algunos elementos. 

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Vos hablabas de un clima de época, Von Bunsen también nace a fines del siglo XIX y comparte el mismo periodo que Heidegger y Carl Schmitt, y uno podría decir que es totalmente contrario el anarcocapitalismo a la teoría del Estado fuerte que plantea Carl Schmitt. ¿Cuáles son los puntos de contacto? ¿Por qué pudieron comulgar la perspectiva schmittiana de Rodolfo Barra con la económica austriaca de Javier Milei? Ambos critican a la casta, a la política, a la negociación, a la división de poderes, a la construcción de lo que nosotros entendemos como Estado. El Estado no era simplemente un monarca, era mucho más. ¿El punto de contacto entre Carl Schmidt y Von Bunsen es que finalmente ambos miran con desprecio a la democracia liberal parlamentaria?

Sií, absolutamente, miran con desprecio a la democracia liberal parlamentaria y sus instituciones, porque la política, en definitiva, son mediaciones y un conjunto de instituciones a partir de las cuales se realiza lo común. Por eso hablaba de una suerte de adolescencia en la concepción del Presidente de la Nación, porque toma elementos de distintas fuentes políticas. Lo que toma de Carl Schmitt es el aspecto en el que critica la representación parlamentaria. Por otro lado, pareciera ser que en lugar de erigir un Estado fuerte, como propone Carl Schmitt,  lo que hay aquí es un endiosamiento del mercado como lugar de resolución de los conflictos entre los individuos o los distintos actores de la sociedad. En este sentido, la crítica es al parlamento como un lugar en el que hay “cháchara” y no hay representación real de intereses y mucho menos de ciudadanos.

En este aspecto podríamos equiparar “la filosofía” de Schmitt a lo que hoy está proponiendo el Presidente de la Nación. Por otro lado, en Argentina hay una desconfianza con la democracia liberal en la que las instituciones que representan intereses que deben ser resueltos por la política como mediadora. Me parece que se ha vaciado el contenido democrático de esas representaciones. Allí, en donde deberían estar las mediaciones de la política está el mercado. Hay un componente muy fuerte, es un retorno al mito, no al mito fundacional de los Estados, sino un mito que tiene que ver con el endiosamiento de eso que tiene todas las características de operar precisamente condensando sentidos, que se llama mercado.

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Lo interesantes de revisar a estos filósofos es que durante la primera mitad del siglo XX, el poder resolvió generalmente esas crisis de gobernabilidad recurriendo al mito, y allí precisamente la creación de mitos políticos reconstruía una función: reconstruir ciertos consenso, crear nuevos modos de gobierno capaces de ejercer el control social allí en donde la coerción no puede llegar. Estamos asistiendo como nunca a un mito que tiene que ver con la meritocracia, con borrar toda injerencia de Estado, como si esto fuera sinónimo de desorden social, cuando sin Estado no habría orden. Estamos asistiendo a un momento en donde la política, quizás como nunca, se sitúa como heredera de la religión. La política está recurriendo al mito y a su poder de cohesión social.

VF JL