OPINIóN
Análisis

Debates Presidenciales: ¿de exclusión, paralelismo o integración?

Debemos poder mejorar nuestros reglamentos para permitir mayor fluidez, capacidad de demostrar, o no, elocuencia y un volumen argumentativo, memorable, de repreguntas, de reacción y rebatir o refutar.

Debate elecciones
Debate elecciones | cedoc

Pasó el primer debate presidencial norteamericano y la sensación por estas latitudes es que fue un continuo combate, de lugares comunes, falacias y anáforas con fines a instalar una sola idea de una lado y del otro.

Así, pasaron de expresiones como: no tiene plan, es un payaso, no tiene soluciones, a expresiones que remarcaban una y otra vez: no sabes de lo que hablas, yo hice mas que ti en toda tu carrera. Dos simplificaciones propias de las arengas en debates que tienen sólo como destinatarios a sus propios votantes en un contexto en donde habría poco margen para indecisos o grandes cambios en las tendencias y en el futuro inmediato. 

Pero, más allá de las estrategias de diferenciación y las opuestas personalidades en juego, quedaron bien expuestas las importancias de las reglas de debate, del moderador pero también de los acuerdos previos que dieron lugar al reglamento del debate. Este es el punto a comenzar a prestar nuevamente atención y analizar respecto de nuestra novel normativa, la Ley 27.337.

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La gran diferencia, obvia a estas alturas, es la dinámica. El debate presidencial norteamericano dio lugar a un verdadero debate y la exposición total de las expresiones de uno y otro contendiente. Nada quedó a resguardo, ni el buen gusto. A este caso y tipo de debate, podríamos clasificarlos como debates de presidenciales de exclusión en sus dinámicas.

En el caso local, en nuestro primer debate obligatorio, si bien es parte de un proceso institucional y cultural nuevo que debe consolidarse aún, emerge como claro que es un esquema mucho más rígido en donde nos acercamos más monólogos y preguntas y re preguntas fuera de tiempo, perdiéndose la espontaneidad y la gestualidad de cada candidato ante hechos sorprendentes.

Además, por si fuera poco, también los moderadores deben cumplir un rol de mayor preponderancia como periodistas, es decir, ejercer el rol del cuarto poder. Es el mejor momento que tienen para validar esa credencial.

Debate Presidencial: Democracia deliberativa

Al primer caso argentino, podríamos clasificarlos como debates presidenciales de unidirecionalidad y paralelismo, en sus dinámicas.

Motivo por el cual, comparativamente hablando, debemos mirar las experiencias que se sucedan a efectos de poder mejorar nuestros reglamentos para permitir mayor fluidez en los debates, mayor capacidad de demostrar, o no, elocuencia y un volumen argumentativo, memorable, de repreguntas, de reacción y rebatir o refutar.

Queda finalmente por ver, qué ajustes realizarán los dos equipos de campaña en un contexto imprevisto por el Covid-19, infectados nuevos mediantes, en donde la dimensión digital (de Twitter a WhatsApp) es vital para la visibilidad, la cercanía, la persuasión y la captación de fondos. 


Luces y sombras en los Debates Presidenciales

Esta campaña nos puede servir para analizar si seguiremos asistiendo a meros combates políticos y debates presidenciales de exclusión, o a debates de paralelismos, o bien, a lo que aún nos faltan visualizar para poder afianzar una democracia plural como pueden ser reglamentos -y candidatos con personalidades- que demuestren la intención de realizar debates de integración e inclusión en sus dinámicas deliberativas.