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Guerra entre bomberos en medio del incendio

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“Para enfrentar la inflación, la gente tiene que tener expectativas. Y Cristina las erosiona”, argumenta el Presidente desde Olivos. “Alberto se pelea con nosotros y no con quien debe pelearse para controlar esto”, sostiene la Vicepresidenta desde el Senado.

En on y en off, ellos mismos y a través de voceros, la dupla de poder que marca el ritmo del Gobierno corrobora cada día un poco más que no quiere, no puede o no sabe frenar una dinámica rupturista políticamente suicida de efectos imprevisibles. No solo electorales.

Tal como anticipó PERFIL, se registra un endurecimiento del discurso público kirchnerista, con el espíritu de que el relato gubernamental exceda “las operaciones en off de los amigos presidenciales”, según comenta un habitué del Instituto Patria.

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En ese marco hay que entender las recientes filípicas críticas de la propia Cristina Fernández de Kirchner (en el acto por los 40 años de Malvinas) y de su hijo Máximo, Axel Kicillof, Oscar Parrilli y Roberto Feletti, entre otros. En menos de una semana, se sucedieron esas andanadas como si quienes las enunciaban no fueran parte del Gobierno.

A ese supuesto daño se refiere Alberto Fernández, que eligió responder con uno de sus platos favoritos de su menú comunicacional clásico. A través de un periodista de mucha confianza desde hace años, hizo transmitir que el problema es ella y repitió que no cederá a sus presiones para cambiar el gabinete, en especial a Martín Guzmán.

También se hizo trascender un laaargo almuerzo que mantuvo en la Casa Rosada el martes 5 con el canciller Santiago Cafiero (que sigue oficiando como el verdadero Jefe de Gabinete, aunque en las sombras), el embajador en Washington Jorge Argüello y el ex ministro Agustín Rossi.

Allí se trató básicamente la interna del FdT entre dos palomas albertistas de la primera hora (Cafiero y Argüello) y un peronista que prefiere seguir definiéndose kirchnerista como Rossi. La rosca iba a seguir este sábado 9 en Rosario, la patria chica del santafesino, con otros ministros muy cercanos al Presidente, como Juan Zabaleta, Matías Kulfas y el convertido Jorge Ferraresi.

También obtuvo mucha promoción esta semana otra tertulia gastronómica peronista, mas no excluyente. Con el ex gobernador salteño Juan Manuel Urtubey de anfitrión en su casa de San Isidro, compartieron asado el mandatario cordobés Juan Schiaretti, su par radical jujeño Gerardo Morales, los diputados Florencio Randazzo, Graciela Camaño, Rogelio Frigerio y Emilio Monzó, más el ex senador Ángel Rozas y el intendente rosarino Pablo Javkin (ambos también de la UCR).

En la guerra vale todo

Los temas que trascendieron, remanidos. Que la crisis. Que Alberto-Cristina. Que la parálisis del Gobierno. Que el 2023. Que un gran acuerdo para políticas de estado por fuera de la grieta. Bla, bla, bla. Acaso no importa tanto de qué se habló allí: lo fundamental era que se difundiera el cónclave. Otra vez la idea de la ancha avenida del medio (que derivó en una callecita empedrada y sin salida), pero sin Sergio Massa. ¿Sin Massa?

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El presidente de la Cámara de Diputados hace un equilibrio entre Alberto F y CFK digno de un Oscar, sin cachetazo. O al menos eso le reconocen desde ambos lados de la interna oficialista.

Las motivaciones de Massa pueden ser disímiles. Su gente asegura que cumple un rol institucional y que no hay opción más que la unidad si se quiere gobernar y ganar en 2023, con él autoexcluido como presidenciable en ese turno. Sus críticos en el FdT creen que apuesta a ser el candidato que surja de la negociación que evite otra candidatura presidencial de Alberto y de Cristina el año próximo.

Massa, casi mejor que nadie, sabe que con el deterioro creciente del bolsillo no habrá futuro. Los datos duros ratifican esa percepción.

Un reciente informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), basado en datos del Indec y de Anses, concluye que en los últimos cuatro años (Macri & Cía, teléfono) los salarios de quienes trabajan en blanco en el sector privado perdieron poder de compra equivalente a seis sueldos como mínimo. En el Estado el piso de pérdida es de siete. Imaginen en el rubro informal.

Según el Iaraf, algo similar sucede con los ingresos de las jubilaciones mínimas, gracias a los cambios en la movilidad de los aumentos. Para recuperar lo perdido en los últimos cuatro años deberían cobrar un bono de $ 193 mil. El Gobierno autorizó uno por 6 mil la semana pasada.

Este miércoles 13 el Indec dará a conocer la inflación de marzo, cuyo índice general estaría por encima del 6% y más del 7% en alimentos. Ese mismo día, los movimientos piqueteros duros prometen copar las calles, de nuevo. El fuego social se expande mientras los bomberos se pelean y se pinchan las mangueras.