Aunque los coletazos del G20 seguirán los próximos días, la agenda del presidente Mauricio Macri continuará bajo dos premisas: intentar capitalizar el efecto de la cumbre de líderes mundiales y pasar un diciembre lo más tranquilo posible con las variables macroeconómicas en calma.
En este sentido, en la Casa Rosada, en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social, tiene un plan de lucha pensando para las fiestas de fin de año con el objetivo de apaciguar los reclamos de los movimientos sociales, hoy segmentados en facciones, incluso en las propias agrupaciones. Este es uno de los temas clave en el que trabaja Carolina Stanley junto a su viceministro, Carlos Pedrini, y su par bonaerense, Santiago López Medrano. Todos formados con María Eugenia Vidal, la gobernadora bonaerense que sigue de cerca como pocos el termómetro social del Conurbano.
La división de muchas organizaciones, creen en el oficialismo, favoreció marchas pequeñas con reclamos difusos. Paralelamente el lanzamiento político partidario de varias de ellas, como la CTEP de Juan Grabois, cristalizó una inferencia oficial: que, basados en reclamos, muchos movimientos sociales buscan mostrar su poder de fuego a otras fuerzas.
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Por ahora, según revelan fuentes oficiales, no habrá una gran convocatoria a las principales organizaciones sociales sino reuniones periódicas y por separado. La novedad: desde octubre que los funcionarios de Desarrollo Social se encuentran cara a cara con absolutamente todas, desde la más pequeña a Barrios de Pie.
En segundo lugar, el Gobierno ya arrancó a dialogar con el peronismo en el Congreso para avanzar sobre las sesiones extraordinarias. Macri está especialmente interesado en aprobar la norma que hará que las actividades delictivas de los barra bravas ya no sea contemplada en el Código Contravencional sino en el Código Penal, con sanciones que van hasta los seis años de prisión efectiva. La idea que barajan en el oficialismo es que el Senado termine su año legislativo la semana anterior a la Navidad.
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En lo que refiere a capitalizar el G20, se especula con que el viaje a la India ocurra entre febrero y marzo, y podría incluir Singapur, bajo la influencia siempre decisiva de Nicolás Caputo, el empresario y amigo íntimo del Presidente. Hay también pendiente un viaje Israel. En Casa Rosada cuentan que, con la campaña electoral de 2019, la agenda internacional deberá enfocarse en el primer semestre ya que, a partir de julio, el Presidente se dedicará a recorrer el país. Esa agenda electoral ya es materia de reuniones en el búnker de Cambiemos en el centro porteño, donde una vez cada 15 días se encuentran radicales, macristas y miembros de la Coalición Cívica.
El principal desafío de la agenda presidencial pasa por la economía. Con el (re) fortalecido ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en Balcarce 50 creen que la inflación de noviembre no superará el 3% (después del 5,4% de octubre) y que, como efecto recesivo también, en diciembre el número podría orillar el 2% para entrar en el 2019 en franco descenso. Paralelamente, buscan intentar que el dólar siga controlado dentro de la banda cambiaria producto del acuerdo con el FMI. En otras palabras, evitar otra devaluación y que no supere los $ 45 en ningún caso.
