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Macri muestra su última falta de empatía

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Paseo. Macri ayer, con el intendente de Mendiolaza (Córdoba), Daniel Salibi. | instagram

Parece un detalle anecdótico, pero no lo es. A solo tres semanas del inicio de sus largas vacaciones forzadas, el presidente saliente Mauricio Macri vuelve a tomarse un fin de semana largo para relajarse y jugar golf.

A lo largo de estos cuatro años de mandato (y en los ocho anteriores como jefe de Gobierno porteño), hemos planteado siempre desde aquí la incongruencia entre el esfuerzo y el trabajo reclamado a la sociedad y estas actitudes de relajo. Además asoma como una escasez de empatía hacia el sufrimiento y la angustia de tanta gente.

Que lo haga cuando falta tan poco para un extenso descanso resulta más provocador. Y lo acentúa que suceda en el epílogo de cuatro años horrorosos en materia de política económica, en especial en el último bienio. Deja una herencia mucho peor a la que recibió (que ya era explosiva) en casi todos los indicadores claves: pobreza, indigencia, desempleo e inflación.

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Quienes defienden a Macri tendrán argumentos varios, todos atendibles. Que siempre fue igual. Que no es hipócrita. Que no hay nada que no se pueda resolver vía teléfono. Que tiene derecho a sus afectos familiares y el esparcimiento. Podría seguir. Ninguno de ellos parece afrontar, insisto, la señal de falta de empatía social con los que menos tienen y peor la pasan, que por su responsabilidad cada vez son más.

La tapa de diario PERFIL de este domingo 17 de noviembre

Habrá quien lo justifique desde el lugar de “está de salida, no puede hacer nada”. Ajá. Es cierto que el presidente saliente deja la función pública después de 14 años ininterrumpidos y volverá al llano para disfrutar su fortuna personal, amasada en la actividad privada gracias a los negocios familiares (por varios de los cuales deberá dar explicaciones judiciales).

Sin embargo, es el mismo que dejó claro que quiere liderar la oposición a la gestión entrante de Alberto Fernández. ¿Lo hará desde algún otro elegante espacio golfístico cordobés, como el de este fin de semana largo?

Tras ese propósito de jefatura opositora despreocupada, permanece en Macri un rasgo distintivo en su forma de pensar y actuar en lo público: actuar como dueño y no como hombre de Estado. Lo hizo como funcionario y se arriesga ahora a hacerlo como opositor, al despojar definitivamente al PRO (y gracias a la anuencia radical, a todo el frente Juntos por el Cambio) de la institucionalidad de partido –con consensos y disensos– para sentenciarlo a un sello de propiedad exclusiva. Escaso favor le haría a la república que tanto dice defender.