CULTURA
Literatura

"Ya no puedo soportarlo más": cuentos de ficción a través de la mirada de un fotógrafo

Néstor Grassi, autor del libro, es fotógrafo profesional y eso se nota en la capacidad de observar de otro modo lo que desfila delante de sus ojos. Sus relatos tienen una fuerte influencia en su formación y en historias de Avellaneda, donde pasó los primeros años de su vida.

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Néstor Grassi | Pablo Cuarterolo

"Estas historias tienen más de veinte años. Mis hijas sabían de los cuentos, querían leerlos; pensé en un formato físico porque se lo merecían". Así comienza hablando Néstor Grassi sobre Ya No Puedo Soportarlo Más, su libro que reúne una serie de relatos muy especiales.

Grassi nació en la Ciudad de Buenos Aires pero pasó su infancia y adolescencia en Avellaneda, a orillas del Riachuelo. Librero durante muchos años, estudió en la EDAC (Escuela de Arte Cinematográfico) de esa ciudad y luego hizo la carrera de fotografía publicitaria. La manera en que sus ojos perciben el mundo a través de la lente de su cámara es fundamental para entender sus cuentos.

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La cama como un lugar protagonista más allá del amor o el descanso, los teléfonos como vehículo de la lujuria o el suspenso, hechos terribles en forma de eventos cotidianos vistos por la mirada de un niño. Las cosas desfilan e interactúan a lo largo de las páginas de esta obra publicada por Aurelia Rivera Libros.

"Los casi treinta años de profesión habrán producido una condición especial en mi modo de captar esto que damos en llamar la realidad”, señala el autor. Aunque escribe desde siempre, este es su primer libro. Cabe señalar que sus trabajos en el campo del fotoperiodismo han aparecido en Página 12, Caras, Noticias, Gente, Weekend y un sinnúmero de revistas, formando hace años parte del staff de diario Perfil.

- ¿Cuándo escribiste estas historias y cómo surgió la idea de llevar a cabo el libro?

Estas historias, la mayoría son de principios de siglo, de un par de años en que estuve casi sin empleo y con ganas de vivir de otra cosa que no fuera la fotografía. Pensé, supongo que con ingenuidad, que podría vivir de escribir. Por supuesto que pronto supe que eso no iba a ocurrir.

Pero tenía esta historia para contar, la de la familia Bruno, Carmen, Ángel, Natacha y Marco, podríamos decir que todos alter egos de mi propia familia - aunque en algunos casos con grandes diferencias -, viviendo en Avellaneda y atravesando por la historia del país desde los primeros años del siglo veinte, igual que mi propia familia. Los hice, los vi, parecidos, aunque no iguales. Algunas historias sirvieron de catarsis, también.

Néstor Grassi - Ya no puedo soportarlo más 20221031
"Ya no puedo soportarlo más".

Otras no tienen que ver con la familia Bruno, fueron historias que aparecieron de pronto y tuve que contarlas. Ahora, lentamente, le estoy dando forma a una novela corta sobre los comienzos de la familia, allá por los ‘30s. La idea de publicar el libro surgió a partir de la necesidad de cerrar esa etapa.

También están mis hijas. Ellas sabían de los cuentos aunque no los habían leído y querían hacerlo. Pensé que debía ser en el formato de un libro físico, con una buena portada. Me pareció que se lo merecían.  

- ¿Tu formación en cine y en fotografía publicitaria influyeron en la manera de escribir estás historias?

Indudablemente los casi treinta años de profesión habrán producido una condición especial en mi modo de captar esto que damos en llamar “la realidad” y que es, ya lo sabemos, una ficción con la que todos pactamos más o menos.

Lo que sí es cierto es que algunas historias surgieron de ver fotos familiares. Mi padre era un aficionado bastante avanzado y tengo, por eso, cientos de fotografías tomadas por él, algunas realmente muy hermosas y siempre son una “fuente de inspiración”. Siempre las estoy revisando e inventando circunstancias, situaciones y hasta lugares donde fueron tomadas

Con la muerte de mi hermana hace unos años no quedó nadie que me pudiera contar quienes son los retratados, dónde fueron tomados. Por un lado, es una pena, por otro, muchas veces disparan algo en mí que me resulta provocador, y hasta útil. La fotografía es una parte muy importante de mi vida.

Néstor Grassi 20221031
Néstor Grassi participó de la redacción de la revista Cinégrafo y también con un relato en la revista Gulliver.

- ¿Hay alguna obra o escritor que te haya inspirado para escribir algunas de las historias?

En ese momento yo estaba muy impresionado con J. D. Salinger y también con David Foster Wallace. Estoy seguro de que mi cuento De 3 a 4 a.m. no hubiera existido sin la existencia previa de Boca bonita y verdes mis ojos, de Salinger. También sé que mi relato Pavlov, le debe mucho a En lo alto para siempre, de Wallace.

En el proceso creativo supongo que siempre tenemos un marco de referencia. Me gustaría decir que el mío anda por el lado de la literatura nacional, que es maravillosa y en la que cada día encuentro autores por demás asombrosos, pero que no me estimulan a la hora de escribir, no sé por qué.

- Hay algunos relatos que tienen hechos cotidianos terribles o situaciones bizarras vistos por los ojos de un niño. ¿Qué te llevó a tomar esta decisión creativa?

La vida es extraña. Soy de los que creen que basta con rascar apenas la superficie en el lugar adecuado para encontrar algo monstruoso, algo siniestro, entendidos estos términos como un corrimiento, una realidad otra, decía Julio Cortázar. Un espacio en el que lo onírico y lo íntimo y oculto, la luz y las sombras se mezclan y producen algo difícil de captar a simple vista. ¿Qué mejor personaje que un chico de los suburbios, asmático y drogado, para ser testigo de ese corrimiento, de esa realidad otra que por un momento se muestra en todo su atroz esplendor?

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- ¿Te imaginás alguno de estos cuentos como un cortometraje o una película?

Si! De hecho quise hacer una fotonovela con el cuento Broches: me parecía relativamente sencillo, y barato. No conseguí los actores que tenían que ser dos nenes de entre cuatro y seis años… una pena. Me hubiera gustado hacer algo al estilo de Duane Michals (fotógrafo estadounidense).

Creo que la formación que recibí en la Escuela de Arte Cinematográfico, de muy pibe, incidió en mi manera de contar, también. Los relatos, por momentos, me doy cuenta de que parecen guiones cinematográficos. No sé: los cuentos están allí, si alguien quiere hacer una película con alguno, no me opongo para nada.

cp