ECONOMIA
Opinion

¿Por qué Argentina sí tiene futuro?

¿Somos un país inviable o simplemente esa es una idea demasiado arraigada? El autor de "País de Mierda: Ideas y Reflexiones sobre el mejor país del mundo" ahonda en las ideas preconcebidas y explica que es necesario "cambiar la narrativa".

bandera Argentina
Augusto Salvatto: “La Argentina es un país que fluctúa entre el exitismo y esa idea de que somos el peor país del mundo | Télam

El país de los once unicornios, que exporta reactores nucleares y tiene más satélites que Corea del Sur está aferrado a la absurda idea de que no tiene futuro.

“Una vez que una idea se apodera de nuestro cerebro es casi imposible erradicarla”, le dice Leonardo Di Caprio a Ken Watanabe en una mítica escena de Inception mientras sostiene una copa de vino. 

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La idea de que Argentina no tiene futuro, de que la salida es Ezeiza y de que somos un país inviable y sin arreglo se encuentra dando vueltas en nuestro inconsciente colectivo desde hace décadas. Incluso más de las que creemos. Digamos todo: el contexto no ayuda. Con más de una década de estancamiento y una inflación que supera cómoda los tres dígitos anuales, resulta muy difícil traer una mirada positiva sobre nuestro futuro. Y, sin embargo, lo difícil es en este momento imperioso.

En País de Mierda: Ideas y Reflexiones sobre el mejor país del mundo, libro que publicamos en julio con Ediciones LEA, buscamos ahondar un poco más en el origen de esta poderosa idea que tanto nos cuesta erradicar a los argentinos, y que conforma aquello que llamamos una narrativa nacional decadentista. 

Pareciera que Argentina, desde su propio origen, basa su identidad nacional alrededor de una suerte de promesa incumplida, de un pasado glorioso al que deberíamos volver. La verguenza de haber sido y el dolor de ya no ser, escribió Alfredo Le Pera en los 30, y Este país ya no tiene vuelta, dijo Leandro Alem en 1890. Aquellos “viejos buenos tiempos”, también estaban impregnados de una idea de que éramos inviables y no teníamos futuro.

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Sin embargo, años después de que Alem pronunciara su discurso o Le Pera escribiera sus estrofas, cientos de inmigrantes eligieron nuestro país para radicarse y formar una historia en esta tierra de oportunidades. Pero, ¿por qué decirlo en pasado?... Si observamos los datos, Argentina es un país con saldo migratorio positivo. Dicho en criollo, entra más gente al país de la que se va. Y ese supuesto “éxodo masivo de argentinos”, no representa más del 3% de la población de nuestro país, posicionandonos entre los países con menos inmigración de la región. Uruguay, por mencionar un caso, tiene a más del 15% de su población viviendo fuera del país. 

Entonces, ¿somos un país inviable o simplemente esa es una idea demasiado arraigada?

El país de los unicornios

Argentina también es el país que vió nacer a once unicornios - empresas valuadas en más de mil millones de dólares de capitalización de mercado - entre los que se encuentran MercadoLibre, Globant y Ualá. En este sentido, somos el país latinoamericano con más unicornios per cápita, superando incluso en términos absolutos a México, que tiene tres veces nuestra población. Los unicornios en sí mismos no son simplemente once casos aislados de innovación y buenos modelos de negocios, sino que son una muestra de lo pujante que es el ecosistema emprendedor de un país. Tanto es así, que Emmanuel Macron se planteó como política de Estado alcanzar los 25 unicornios franceses para 2025. Promesa que, por cierto, ya cumplió.

Pero no solamente los unicornios nos permiten ver un futuro esperanzador para nuestro país. También somos una nación que exporta reactores nucleares a países como China, Australia, Egipto, Argelia, Países Bajos, Perú o Brasil, y que en 2025 podría convertirse en el principal exportador global de radioisótopos, un átomo con diversos usos en entornos hospitalarios y médicos. Somos el país del mundo que hace más años tiene presencia permanente en la Antártida (desde 1904), y también la nación con mayor cantidad de satélites en órbita de la región latinoamericana, ubicándonos en el puesto diez en el mundo.

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El ecosistema agrotecnológico argentino también resulta una referencia a nivel global, desde que en 1929 patentamos la primera cosechadora autopropulsada del mundo en Sunchales, pasando por los avances en siembra directa y el uso de inteligencia artificial para eficientizar los procesos productivos en el agro. La empresa Grupo Don Mario, por ejemplo, produce la genética de alrededor de la mitad de la soja que se produce en todo el mundo. 

¿Por qué es importante cambiar la narrativa?

Cambiar la narrativa decadentista por una narrativa de oportunidad no es un tema que se encuentre en la agenda de ninguna campaña presidencial. Y es que, efectivamente, suena a algo demasiado difuso como para ponerlo como una prioridad. Sin embargo, los relatos y las narrativas nacionales son elementos fundamentales para la imagen que los países proyectan en el mundo. Son incluso, para la disciplina de las relaciones internacionales, un elemento más del poder nacional, conocido como poder blando.

Ser un país no implica solamente trazar fronteras, emitir moneda o cobrar impuestos, sino que también incluye la construcción de relatos e historias comunes sobre nuestro pasado, y especialmente sobre nuestro futuro, que motiven a los argentinos a levantarse cada día a seguir tirando pa adelante aunque el contexto inmediato no sea el mejor.

Este tipo de cambios - y esto es importante mencionarlo especialmente en tiempos de campaña - no se logran de arriba hacia abajo sino al revés. Es la sociedad en su conjunto la que tiene en su poder contribuír su parte para cambiar la narrativa y dejar vernos a nosotros mismos como un país de mierda, inviable, y sin futuro.

Al fin y al cabo, las ideas efectivamente son muy poderosas. Pero también pueden cruzarse con un argentino.

* Politólogo