OPINIóN
Análisis

Ladrones de bicicletas, el país del parecer ser y Robert Kennedy

Historia política y la vida misma. Recuerdos, análisis y reflexiones en época de coronavirus.

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Tiempo | Annca / Pixabay

Era una tarde en la década del 60, y estaba saliendo de una antigua y bella casa de departamentos en Sarmiento entre Florida y Maipú, al lado de la cual funcionaba el Consulado de los EEUU, y de pronto la gente se agolpó alrededor aplaudiendo entusiastamente. Salía joven e impecable Robert Kennedy de visita en Buenos Aires que se subíó imprevista y ágilmente al techo del auto que lo esperaba y después de aclarar “Police, No”, o sea que no lo rodearan las fuerzas de seguridad, yo quedé incrédulo, a no más de un metro de su ágil cuerpo, y entonces pronunció muy pocas palabras, que quizás sintetizaran sus pensamientos políticos: “Ustedes tiene los mismos problemas que nosotros: la pobreza, la miseria y la ignorancia”… Yo no sabía en ese momento, que esas palabras y esa imagen que atesoro en mi memoria, me llevarían muchas décadas después, al sendero de la Ciencia Política, luego de mi paso como investigador de la CNEA y el doctorado en Medicina.

Y recordé esas palabras, al conmocionarme un hecho ocurrido, hace unos días, con un jugador de fútbol casi mítico Tomás Felipe Carlovich, asesinado al robarle su bicicleta que era su único medio de transporte en la zona de Rosario que tanto lo amaba, porque inmediatamente me llevaba, como en otro bloque de tiempo, a las imágenes inolvidables de ese film clásico del neorrealismo que fuera justamente“ Ladrones de bicicletas “, situado en la terrible situación de desolación de la post segunda gran guerra de la Italia del gran director Vittorio De Sica, donde los pobres se robaban entre sí esos modestos vehículos, indispensables para el tránsito de la época.

Como también me recordaron esas palabras del que fuera Secretario de Justicia, en los EEUU, un vívido relato en el diario La Nación del inquieto periodista Carlos M. R. Roberts donde el autor cuenta como acompañante, un viaje a través del realismo mágico latinoamericano, entre Jujuy y Buenos Aires a 27 Kms por hora del Belgrano Cargas, que debería suplantar al costoso y contaminante camión, pero que tarda tres días en efectuarse, entre el antiguo y deteriorado material ferroviario, paisajes maravillosos e inquietantes villas miserias.

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El tiempo, ¿un tirano?

También me recordaron esas palabras la muerte de Ramona, la referente de “La Garganta Poderosa” una de esas manos anónimas que están en los comedores solidarios y que había denunciado la falta de agua por 9 días en la Villa 31, la zona de mayor congestión humana en CABA, pese a que de acuerdo con la misma organización el gobierno de la Ciudad habría recibido 170 millones de dólares del Banco Mundial para agua y cloacas en la misma villa, pero de lo cual se habría realizado sólo el 1%.

¿Y las 1800 villas que existen en la zona más populosa de la Nación, que es la Provincia de Buenos Aires?

¿Es que acaso como sugiriera en su “Historia de una pasión argentina” el notable escritor Eduardo Mallea, nuestra patria sería “el país del parecer ser”?

Es decir esa pequeña Suecia que es la mayor parte de CABA no nos llega a esconder, que el vasto resto de la Argentina es lisa y llanamente un país latinoamericano, con sus desigualdades y exclusiones.

¿Acaso Ortega y Gasset no dijo que la reina del Plata era la capital de un imperio que no existe, a pesar de su pomposo título de la París de Suramérica?

¿Y cuando en 1880 se promulgó la capitalización de Buenos Aires no alertó Leandro N. Alem, el fundador de la UCR, al ser el único senador que votara en contra, que se estaba construyendo un monstruo con la cabeza de Goliat: Buenos Aires, y el resto del país: el cuerpo de David?

Coronados de fobia miramos. (Est)ética del terror pandémico

En el momento de la entrevista de Jorge Fontevecchia al Maestro en Bioética Peter Singer, éste explica el ejemplo del estanque. Se trata de un visitante muy bien trajeado que se acerca a un estanque en el medio de un paseo público y en él visualiza unas burbujas en su superficie. Se trata de un pequeño que se está ahogando mientras nadie aparece a su alrededor. Y aquí se produce la disyuntiva: el visitante debe inesperadamente arruinar sus nuevas ropas para salvar al niño o esta vida no depende acaso de sus familiares más directos, sus padres, o quizás sus abuelos, o algún hermano mayor. ¿Qué tiene que ver ese niño desconocido con este visitante casual?

Jean Paul Sartre sostenía que siempre estamos condenados a elegir, desde la primera elección que sería seguir vivos o suicidarnos hasta las demás dimensiones éticas o morales que enhebran la trama secreta de cada vida humana.

Y Rita Segato, la antropóloga argentina en diálogo con Astrid Pikielny en La Nación, señala las palabras de Olga Tokarczuk, al recibir el premio Nobel de Literatura del 2018, que habla de la importancia de la ternura, “de dar y recibir ternura” ante esta realidad acuciante de la necesaria, en tiempos de pandemia, “distancia social”. Se trata entonces de una política de la proximidad, de una política del cuidado de nosotros mismos y hacia los demás que resuelve en esos términos el dilema del estanque, porque se trata de un mundo plural y diverso donde como ahora debe imperar la cautela pero con el común denominador del cuidado.

Y Bifo Berardi el filósofo italiano, nos alerta en Ñ que nosotros los humanos no podemos resolver nuestro destino a través de nuestra tecnología, sin tener en cuenta lo macro que es nuestra relación con el medio ambiente y la ecología que producimos en nuestra relación con la Naturaleza Toda y lo micro que es preguntarnos, cómo y porqué hemos llegado a relacionarnos con un ser que mide una millonésima de mm y que ha cambiado toda nuestra vida relacional global.

Retorno a la Unidad, la era de la integración

Quizás la respuesta más lúcida sea que no podemos resolver esa vasta anomalía que son las villas miserias a lo largo y a lo ancho de nuestra patria ignorando esa enorme deuda interna y cambiándoles el nombre diciendo simplemente barrios populares y aquí y ahora debemos incorporar a la ciudadanía la potencia en acto que es la cuidadanía, para dejar de ser el país del parecer ser, para comenzar a transitar una real pasión argentina que incluya lo diverso y lo diferente,en nuestra inmensa geografía, que aplane las desigualdades y que trate de incluir a los excluídos del supuesto estado de Bienestar, para dejar de caminar el estrecho sendero del malestar ignorado.

Quisiera concluir con las palabras de Paolo Giordano, el físico italiano autor de “La soledad de los números primos” que en su último libro “En tiempos de contagio”, insiste que “nadie es una isla” y al reflexionar en el Diario Perfil, que somos la especie más invasiva a nivel global y local de un ecosistema frágil en lo humano y magnífico en lo natural, cita al Salmo 90 que afirma: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”, sabiduría que no puede dejar de alcanzar al corazón y que nos recuerde que además de ciudadanos seamos en lo posible, cuidadanos, con la ternura indispensable, a nivel local y global.