OPINIóN
Análisis

La complicidad del sistema político en la venganza social de la oligarquía contra el pueblo argentino

La oligarquía como bloque revolucionario otra vez en un momento constituyente (1976-1982 / 2024). El radicalismo y el peronismo que nacieron en lucha contra la oligarquía son hoy peones de esas minorías excluyentes.

“Judith decapita a Holofernes” (Toulouse) - Caravaggio - 1607.
“Judith decapita a Holofernes” (Toulouse) - Caravaggio - 1607. | Cedoc

“Tal es el desafío que plantea la oligarquía a la Nación, no a un sector. Por eso la responsabilidad de afrontarlo y superarlo trasciende las parcialidades. (...) No podremos lograrlo si no visualizamos correctamente al enemigo. No es ningún partido político. No son las Fuerzas Armadas. Es un minúsculo grupo que se ha montado sobre nosotros y que nos quiere domar. Es la oligarquía, con sus secuelas de atraso, dependencia y exclusión”.

Raúl Alfonsín, “La Cuestión Argentina”, septiembre de 1980.

1. A 40 años del triunfo de la venganza de la oligarquía.

“Un problema bien identificado es un problema medio resuelto”, dijo Charles Kettering. Los problemas de la Argentina no están identificados y eso impide que sus soluciones puedan siquiera ser pensadas. Con mapas sesgados, parciales y mentirosos vamos a seguir perdidos en la peor tormenta. Para que existan mapas útiles necesitamos construir diagnósticos comunes y sólidos, mucha imaginación y paciencia. No poseemos ni la atención necesaria ni una mirada de largo plazo para poder dibujar esos mapas. Ni hablar de la acción colectiva en tiempos de fragmentación política. Dividir y subdividir para reinar. Fragmenta, refragmenta y subordinarás. La atención y la acción fragmentadas son impotentes.

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Con el milenio recién comenzado, Guillermo O’Donnell hizo el siguiente análisis que parece seguir vigente: “El origen de muchas de las cosas que ocurren hoy (Octubre 2000) está en la combinación entre ese Estado asesino y los estertores de una oligarquía que llevaba cuarenta años queriendo vengarse de ese pueblo indisciplinado”. Y sigue: “Como economista Martínez de Hoz demostró su abismal ineptitud, pero en su venganza social ha sido un gran triunfador, en el sentido de desindustrializar, de dispersar a la clase obrera lejos del peligroso cinturón que produjo el 17 de Octubre, atomizarla, matar a algunos dirigentes sindicales, sobornar a otros”.

A cuarenta años de su venganza social, la oligarquía está ejecutando otra venganza mucho más fuerte e improvisada. No por eso menos efectiva y letal. La oligarquía que apostó a Massa como plan principal y de consenso para el ajuste partidario y transversal, no tiene problema en cambiar de operador y plegarse con un apoyo político que fue tan categórico como el resultado electoral del ballotage. El apoyo que tiene Milei es doble: el apoyo del bloque de poder económico y el apoyo electoral que dio el ballotage. Puede parecer frágil pero sus dos apoyos son categóricos e inusuales para un Presidente. El sistema político está dividido pero el poder parece concentrado. Un poder ejecutivo con los poderes que tiene en la letra constitucional y en su práctica constitucional con un apoyo del bloque económico y en las mayorías puede ser el hiperpresidencialismo total, un dictador constitucional, un motor de transformaciones letales.

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La oligarquía está hoy configurada como bloque revolucionario otra vez y se encuentra en un momento constituyente como en otros períodos (1976-1982/1989). La revolución es una restauración oligárquica hacia una sociedad feudal. Nuestro horizonte no son los noventa. Es hacia el futuro que soñó la minoría excluyente en la última dictadura. Si Milei logra varios de los objetivos que parece tener será admirado por el bloque económico de poder como en el cuadro de Caravaggio más arriba la señora admira a una Judith decidida y que nos mira a los ojos.

La restauración oligárquica no tiene ni frenos ni contrapesos y va por todo. Será en beneficio de una minoría excluyente que ni siquiera está identificada teórica, práctica o históricamente. El peronismo y el radicalismo fingen demencia en espejo. Ambas fuerzas -ni hablar del partido socialista- que históricamente identificaron a la oligarquía como enemigas de la Nación toda, directamente hoy parecen peones que no saben si están arriba o abajo del tablero del juego político.

La oligarquía contrata a reales animales jurídicos y judiciales para hacer monstruosidades políticas y constitucionales. La ferocidad de esos actores son reales talentos operativos que fueron formados en la función pública que privatizan, en el Estado que van a destruir y en los partidos tradicionales a los que les están reformando el sistema político que habitan. Una reforma que acepta sugerencias pero no límites externos ni frenos reales. Simplemente irrelevantes fallos judiciales que como fuegos de artificios del populismo judicial no modificarán el proceso en curso ni alterarán la correlación de fuerzas.

La historia argentina demuestra que la oligarquía no acepta límites constitucionales ni tiene lealtades. La oligarquía se ha transformado en una necroelite, una oligarquía de necropolíticas, hoy tan demente y suicida como en la dictadura. La oligarquía es una enemiga de cualquier constitución republicana aunque utilice a supuestos constitucionalistas republicanos y deliberativos -que son en la práctica de los operadores oligárquicos y clasistas de esas minorías- para conseguir sus excepciones judiciales.

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Los constitucionalistas defienden la constitución en los tiempos libres que no están haciendo lobby judicial en secreto o por Whatsapp para conseguir excepciones a la Constitución que dicen defender en público. Traducen el interés privado en la práctica de dar razones públicas y en el trayecto lo que hacen es debilitar la razón pública y acotar el mercado de los bienes públicos en beneficio de los actores privados que pagan honorarios para construir privilegios judicialmente reconocidos como derechos.

Entenderemos pronto cómo es dar clases de derecho constitucional con una Constitución cada vez más nominal. Los constitucionalistas son los sepultureros hoy de la misma Constitución así como han sido cómplices de sus violaciones durante el siglo XX. Son fieles al poder sin control que toda Constitución siempre tuvo como objetivo limitar. Tienen como objetivo conceder más poder descontrolado y sin freno, lo que hacen es fomentar la concentración de poder económico sin valores ni principios. Hay poquísimas excepciones pero la estructura de la práctica del derecho es esa, asesorar preventivamente en el atropello, una suerte de cumplimiento normativo, de compliance constitucional e institucional. Si el costo del atropello constitucional es más bajo que la ganancia económica, violamos la Constitución y después vemos. Usar el derecho para hacer una guerra contra el derecho. Depredo, luego justifico. En tiempos de contracción económica y de recesión, la función del abogado será crear excepciones para las minorías excluyentes que impulsan la regresión feudal de la sociedad.

Después de realizar las reformas operativas en la sociedad, vendrá una reforma constitucional para adecuar la Constitución a la nueva realidad reformada durante décadas por las minorías excluyentes.

Así como los antifederalistas en Estados Unidos tenían a los verdaderos federalistas y los federalistas eran más bien centralistas, en Argentina los constitucionalistas construyen poder concentrado del bloque económico y ayudan a desarmar el Estado, sus controles, sus capacidades, colaboran en capturar y cooptar Ministerios Públicos y Poderes Judiciales. Los constitucionalistas en Argentina han sido sostenidamente prodictaduras, antiinstitucionalistas, fomentando directamente la construcción de poderes paralelos del bloque económico de poder. El uso del Estado para estos factores de poder implica la debilidad del Estado para frenarlos. Frenar poder con poder -de cualquier naturaleza o índole- fue el objetivo histórico del constitucionalismo.

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Muchos intelectuales públicos son defensores de intereses privados, traducen las razones corporativas al lenguaje de la razón pública que se debilitará hasta ser un mero teatro de intereses de poderosos.

La Constitución de Chile de 1980 consolidó las reformas realizadas por el Golpe de Estado de Pinochet en 1973 y diseñó una trampa constitucional, un corset supremo. En esa línea, varias de las reformas políticas y económicas de la Dictadura Argentina (1976-1983), pero sobre todo la deuda externa, resultaron un dispositivo paraconstitucional de subordinación del sistema político a restricciones en la cancha económica. Una reforma constitucional a través del sistema económico y financiero. La democracia constitucional de Sísifo. Una derrota económica de la democracia, a la que se la hace jugar en una cancha inclinada constante en la que su derrota es circular y permanente dadas las restricciones económicas que sofocan sus promesas y precondiciones. Sumemos a esa situación los errores y miopías -para ser bondadosos- de la clase política que habitó durante estos últimos cuarenta años el sistema político condicionado.

Se puede reformar la Constitución y el sistema político, castrar la misma democracia, a través de la reforma de la estructura económica y política monetaria. La reforma constitucional de 1982 fue la reforma paraconstitucional de la deuda externa. La actual reforma paraconstitucional de 2024 parece ser el plan en ejecución que termina con la dolarización. Con el apoyo del bloque económico de poder y de la misma sociedad que ve en la dolarización una salvación.

Luchar contra la oligarquía con el poder judicial oligárquico parece un error. La propuesta de defender derechos históricos que la oligarquía quiere neutralizados con las herramientas oligárquicas del poder judicial encubre una miopía legal profunda o un cinismo extraordinario. La mentira de la resistencia del derecho oligárquico en contra de la oligarquía. La oligarquía no se caracteriza por el respeto de derechos y la institucionalidad por eso puso su mecanismo de dominación en la institucionalidad económica que controla.

El uso de la dupla pueblo y oligarquía ha sido manipulada en los análisis maniqueos, oportunistas de la historia y de la política. Sin embargo, la oligarquización de los sistemas políticos es un dato de la realidad reconocido (por ejemplo, en esta nota del Financial Times). La captura del poder judicial, de los ministerios públicos, de agencias fundamentales del Estado por parte de minorías privilegiadas y excluyentes es un dato de la realidad que se observa y critica en los sistemas políticos comparados.

La alianza de una mayoría electoral, una masa policlasista y federal, con el bloque económico de poder, es un dato extraordinario. Esa alianza disputó la hegemonía de la clase política que jugaba el juego autodestructivo de peronismo versus antiperonismo, el juego de la polarización ficticia que ocultó tantas veces una comunidad de negocios sin imaginación y con pereza para defender la democracia, para hacer política en lugar de teatro de la crueldad mientras la pobreza crecía.

A 40 años de la venganza de la oligarquía contra el pueblo argentino, está en marcha una nueva venganza, otra reforma social, económica y política que tiene al derecho como herramienta de regresión social para una oligarquía nuevamente fanática.

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2. El fanatismo de la oligarquía en su venganza.

En la misma línea de Guillermo O’Donnell y casi 43 años atrás, en julio de 1981, Raúl Alfonsín respondía de la siguiente manera sobre los problemas de la Argentina: “Acá están esos dos problemas, por un lado la oligarquía...”. 

—Mona Moncalvillo: ¿Qué cree que lo impulsó a Martínez de Hoz a llevar adelante una política que fuese criticada por todos los sectores?
—Raúl Alfonsín: “Yo creo que su fanatismo, su fanatismo ideológico, su fanatismo de derecha, que es más duro y tenaz que el fanatismo de izquierda… También más que nada, la defensa de una clase, pero hecha con fanatismo. (...) Este es el único país que planificó achicarse. La política de Martínez de Hoz es como si hubiera caído una bomba de neutrinos al revés (...) se ha deshecho todo a nuestro alrededor. El aparato productivo de la Nación…”
(Raúl Alfonsín entrevistado por Mona Moncalvillo en la Revista Humor, julio de 1981).

Quizás el diagnóstico intelectual de Alfonsín no fue el mismo que el diagnóstico político y -mucho menos- su plan de acción de Gobierno. Es muy probable. Teoría y praxis en contexto de la fragilidad después del terror en huida. No se puede despejar esa duda en una reconstrucción en base a lecturas, entrevistas, declaraciones y acciones de gobierno. Sin embargo, el análisis político en los libros de Alfonsín de 1981-1983 era directo y claro. La oligarquía proyectaba una teoría elitista de la democracia, que buscaba una democracia formal que ocultaba a una oligarquía como amenaza a la democracia, que terminaba practicando un fascismo de mercado. Esa lectura Alfonsín la comenzó en La Cuestión Argentina (1980) y complementada en Ahora: mi propuesta política como libro de la campaña durante 1983. Su diagnóstico y su propuesta política fueron una en el periodo 1980-1983, su gobierno fue otra cosa (1983-1989) y sus acciones en 1993 con el Pacto de Olivos, en 1994 con la Reforma Constitucional y en 2001 fueron otras. Ese análisis profundo queda para otro momento.

Paso a citar Ahora: mi propuesta política de 1983. “La oligarquía (...) impulsó políticas que tenían un sólo objetivo: el manejo de la economía; con una misma metodología: la exclusión popular. A través de la historia las tácticas fueron distintas, cambiando según las teorías en boga, generando comportamientos que supieron ser feudales, liberales, fascistas y, actualmente, en ciertos países, con características predominantemente neofascistas.” Todo esto señala Alfonsín en Ahora: Mi propuesta política (Sudamericana-Planeta 1983 Pág. 25). Alfonsín menciona la comisión trilateral, “los excesos de la democracia” y nuevas formas de pensar la oligarquía como neo-oligarquías, más financieras que industriales, que dejan de ser “una clase social” como antes.

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El mismo diagnóstico está en la literatura de sus principales asesores políticos y sociales de la transición. Son diferentes sus asesores legales, filosóficos y económicos. Una clave de lectura de las ideas y de las acciones. Las diferentes relaciones entre los grupos intelectuales y los sectores del bloque de poder económico en el largo plazo condicionarán las lecturas sobre el programa político, las acciones de gobierno y la derrota económica del primer gobierno de la democracia restaurada. Varios ex asesores de Alfonsín hoy son asesores públicos de los empresarios que apoyaron explícitamente a Milei.

Los textos de Pablo Gerchunoff (Raúl Alfonsín: El planisferio invertido - Edhasa 2022) y Juan Carlos Torre (Diario de una temporada en el quinto piso - Edhasa 2022) dan una mirada muy diferente a los diagnósticos que hacen los libros del propio Alfonsín en la campaña de 1983 sobre la relación sistema económico y sistema político, sobre los sectores dominantes y su control de la economía y sobre algunas medidas iniciales del Gobierno de Alfonsín en 1983. Si vemos el trayecto de Alfonsín entre 1980 a 1983 hay una coherencia y ajustes dignos de ser analizados aunque hoy están olvidados, ocultados y seguramente en proceso de revisión histórica (parecida a la que cierto peronismo académico suele hacer).

La reforma sindical inicial del gobierno de Alfonsín, un ataque a la “oligarquía sindical” según menciona el mismo Gerchunoff (Pág. 151) y al mismo peronismo, da la impresión hoy de una alianza justamente con la oligarquía agroindustrial -y quizás con la nueva oligarquía indirectamente- que Alfonsín identificaba se había aliado a los militares en la Dictadura y que quizás operativamente era el bloque de poder económico detrás del poder militar. Gerchunoff dice que Alfonsín “tendría que revisar los conceptos de “La cuestión argentina”. Los militares en retirada ya no serían la expresión política de las oligarquías; las oligarquías ya no tenían a quién escribirle su libreto. La palabra “oligarquía” iba a entrar en un breve ocaso” (Pág. 125). Cabe preguntarse a quién le escribió su libreto la oligarquía a partir de Diciembre de 1983 o en quién delegaron instrucciones para su redacción.

Humildemente pensamos que Gerchunoff se equivoca en dos puntos importantes. Por un lado, la oligarquía, o el bloque de poder económico, siempre tiene a quién escribirle porque es un factor constante de la política constitucional y de la teoría de todo Estado existente. De hecho la pregunta importante detrás de todo este artículo es ver cómo esos grupos oligárquicos que gobernaron las fuerzas económicas detrás de la última dictadura entraron a relacionarse con el débil sistema político democrático.

Esa nueva relación oligarquía-régimen democrático incluye al sistema judicial que permitió el Juicio a las Juntas, por ejemplo. De hecho, varios de los funcionarios judiciales de ese Juicio histórico fueron abogados de miembros del gran empresariado nacional durante la etapa final del proceso militar. De hecho, fueron abogados antes y después del juicio a la juntas para ser más precisos. Quizás fueron abogados de los sectores concentrados más tiempo de lo que fueron jueces del destacado Juicio a la Juntas.

 Judith decapita a Holofernes Caravaggio 1599
“Judith decapita a Holofernes” - Caravaggio - 1599.

La oligarquía terminó usando al sistema político federal, en muchos sentidos corporativista y también oligárquico, como herramienta de sus intereses. El sistema político es el escudo recurrente y el instrumento de acción de la oligarquía en cada una de las crisis económicas que la parte (el sector financiero) o el todo oligárquico provoca. Hoy no es la excepción.

La sociedad argentina le presta la herramienta que constitucionalmente debería trabajar protegiendo a la sociedad, al pueblo, para proteger a factores económicos nacionales y extranjeros, mediados por una clase de abogados, intelectuales y economistas -entre otros- interviniendo administrativa, política y judicialmente para defender sus intereses a costa de todos.

Con radicales y peronistas, de la coordinadora y de la Renovación, de la Franja y de La Cámpora, el instrumento cambió, la oligarquía siguió y el manejo de la economía quizás se profundizó. Hoy las capacidades del Estado están más debilitadas que hace cuarenta años. Esa herramienta pública y social se debilitó. Ciertos ámbitos fueron capturados y otros cooptados para ser herramienta a sueldo por ciertas minorías para ser alquiladas por otros sectores.

El sistema político tuvo resistencias, quizás puso límites y algún freno, debe haber negociado dignamente y realizado bloqueos de respeto frente a la ambición miope de los sectores concentrados, puede ser, pero también tuvo agachadas, claudicación y en última instancia lo que hizo es debilitar la capacidad del Estado y el mismo proyecto democrático.

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Los discursos incendiarios siempre ocultaron un diálogo recurrente e ininterrumpido. Algo que es propio de todo sistema político (ver Hillary Clinton y Barack Obama por ejemplo) con su ecosistema económico aunque esa hipocresía demagógica y arte performativa ya no funcione y sea una mueca infértil. La fragilidad es estructural. Las guerras judiciales -que se expandieron en guerras culturales y judiciales en toda relación familiar, íntima y trivial- claramente hoy condicionan internamente al sistema político y lo subordinan a los vetos judiciales de formas contraproducentes para que el sistema político pueda operar en contextos de desafíos extraordinarios. No todo freno judicial es por sí mismo negativo pero la cooptación del sistema judicial y político por grupos económicos impide al sistema político proteger a la sociedad toda cuando está subordinado a una oligarquía autodestructiva a la que no le importa sus conflictos superpuestos en un sistema económico inviable. El populismo judicial también fomenta un juego teatral ante la necesidad de límites reales al poder estatal, económico o para-estatal como el narcotráfico.

Por otro lado, se equivoca parcialmente Gerchunoff en que la palabra oligarquía perdió peso en el discurso de Alfonsín en 1983 (o en la actualidad). Es cierto que emergió el corporativismo como forma no izquierdista de decir lo mismo pero la lectura de “Ahora: Mi propuesta política” citado más arriba lo desmiente de forma directa y es un texto de septiembre de 1983.

En 1983 la descripción de un poder económico concentrado -y especialmente de una oligarquía financiera- asociada al saqueo de la Dictadura estaba explícita en las propuestas políticas electorales, en el análisis y en las campaña de la vuelta de la democracia. También en los discursos de los principales referentes, no había sutilezas, ni discursos hipócritas o abiertamente cínicos. Continuó al año siguiente en la crítica de la vuelta de la democracia.

Es cierto que el concepto oligarquía se debilitó progresivamente y desapareció recién con el Pacto de Olivos y el cierre de las políticas de privatizaciones de la primera presidencia de Carlos Ménem. El gobierno de Ménem se asoció a esas fuerzas para “estabilizar” la economía -tardó dos años- y después abrió el juego a esa alianza para la UCR que las denunciaba desde afuera. Con el Pacto de Olivos se consolidó -no la democracia pero- una comunidad política y de negocios que también fue una comunidad de negación de la bomba de tiempo que era la convertibilidad. El gobierno de Duhalde es un buen ejemplo de esa comunidad extendida de negocios que no siempre fue una comunidad de sentido ni de proyectos de largo plazo. Operaciones de estabilización de corto plazo con “buenas intenciones” y estructuras condicionantes. En ese tiempo, esa comunidad también incluirá actores externos, principalmente, al Banco Mundial y al FMI.

3. El co-gobierno paraconstitucional de los organismos internacionales.

En cuarenta años de democracia ni siquiera se debatió y discutió seriamente el co-gobierno paraconstitucional y externo de organismos internacionales. “La voracidad del poder económico: Cuando, sobre fines de 1984, la inflación anual araña el 500 por ciento, Grinspun debió finalmente resignar los dictados de su formación y se avino a firmar una carta de intención, con el Fondo Monetario Internacional, que implicaba el control directo del organismo sobre la política económica nacional” gráfica Hermenegildo Sabat junto a Carlos Eichelbaum (en el libro “La casa está en orden”, 1999).

Lamento dar malas noticias a buena gente: es probable que en este 2024 tengamos una inflación parecida a 1984. Y esa inflación será usada para impulsar la dolarización como reforma institucional, como salto al vacío, que condicionará nuestro Siglo XXI con un nuevo corset monetario además del dispositivo de control que es la deuda externa. Una reforma de la Constitución en paralelo a la Constitución. Reformar la economía para reformar la Constitución sin tener que tocarla. Eso fue la deuda externa que deberíamos recordar como la reforma constitucional de 1982 que condicionó nuestros 40 años de democracia. La dolarización será el golpe económico final hacia la subordinación política y económica más profunda.

Quizás haya que pensar una teoría del Estado de una república co-gobernada, entre corporaciones y organismos internacionales. De lo contrario, seguiremos pensando con categorías cínicas un poder cada vez más estructuralmente limitado por poderes externos que no se pueden ni mencionar. Es cómo seguir pensando el proceso penal sin las fuerzas de seguridad que arman la mayoría de los expedientes a funcionarios judiciales que los firman sin leer. Mucha suerte con la lucha contra el narcotráfico de esa forma cínica.

La dictadura cívico militar fue más una dictadura corporativo-militar. Las corporaciones atrás del poder militar que ocupaba el gobierno de facto. Las corporaciones eran el gobierno de facto detrás del gobierno de facto. Los sectores dominantes de la economía no pueden considerarse como meros civiles. Serán más bien parte de nuestro futuro feudal con bolsones de democracia resistiendo. El futuro de la democracia como práctica política se basa en pensar mecanismos sociales de resistencia a la cooptación corporativa de los partidos políticos que simulan -cada día peor- representar al pueblo y del mismo Estado fragmentado. Los jueces, fiscales y defensores son fáciles de cooptar dado la ausencia de controles institucionales desde fuera del sistema político no corporativo y la tendencia endogámica, incestuosa y privilegiada de sus relaciones de clases, académicas e intereses comunes.

Se usa la palabra “oligarquía” para criticar a pequeños productores, a pymes, a las clases medias, incluidas las medias bajas y medias altas de Buenos Aires y el gran Buenos Aires, hoy todas empobrecidas como el país, lo que demuestra lo profunda que es la confusión en la política argentina. Las fuerzas abiertamente autoritarias usan la palabra libertad o república abandonadas por las fuerzas democráticas a los sectores más extremos, rancios y autolesivos.

4. Sobre la oligarquización de los sistemas políticos.

Tanto en el Reino Unido, en toda Europa, como en Estados Unidos, Rusia y China, se reconoce la fuerte tendencia a la oligarquización de sus sistemas políticos y de las formas de gobierno. La tendencia de las democracias con fuertes autócratas y actores económicos cada vez más concentrados. Las democracias liberales se dan cuenta que sus economías son controladas por grupos oligárquicos.

El mapa que dibujó Guillermo O’Donnell es un buen comienzo para identificar bien los problemas y quizás elaborar propuestas. No es definitivo ni exhaustivo pero es muy útil para entender entre tanto silencio, continuismo, invitar a pensar cómo llegamos al lugar que estamos hoy. El concepto de venganza social detrás del terror, del horror de la dictadura corporativa y militar, el plan económico detrás de toda violencia y miedo y el concepto de muerte lenta de la democracia que acuñó Guillermo O’Donnell en esa entrevista -que hizo Horacio Verbitsky el domingo 15 de Octubre del 2000- resultan fundamentales, agudos para comprender en serio lo que viene sucediendo hasta la actualidad, lo que sucederá, en medio de un cinismo extremo y la amnesia inducida.

Repetimos: toda la violencia y el miedo de la dictadura corporativa-militar tuvo como objetivo la venganza social, una distribución de recursos de variada índole. Las políticas de la violencia y miedo social, todo el embrutecimiento y las necropolíticas que vemos en nuestros días también ocultan -hoy como ayer- procesos de empobrecimiento masivos. Nos ocultan lo que sucede. Y esto recién comienza.

Los idiotas útiles e inquisidores bienintencionados que las llevan adelante ayudan al show de distracción y crueldad mientras creen estar consiguiendo un status que destruye sus derechos, las capacidades estatales y la misma democracia queda aturdida. Las políticas del shock requieren el pánico como las guerras del mar usaban la neblina. Todo shock es político. Toda indignación paraliza y distrae.

Si a la victoria contundente de la oligarquía, le sumamos el haber estatizado la deuda privada detallamos el mapa de los condicionamientos pétreos, constantes, inmovibles, obstáculos fijos que tuvieron y tendrán los próximos gobiernos (ojalá democráticos) en las décadas por venir. Las próximas tres, cuatro décadas o más serán condicionadas por ambos legados. ¿Qué hizo el sistema político con esas estructuras condicionantes? ¿Cuál fue el plan para reducirlas, morigerarlas, revertirlas? ¿Las fuerzas políticas, tanto la coordinadora radical y la renovación peronista como fuerzas democráticas hicieron los mapas correctos en los 80? ¿Lo hicieron los movimientos de derechos humanos y sus organizaciones? ¿Fue correcto el diagnóstico realizado sobre obstáculos y desafíos para pensar una democracia a consolidar en cuatro décadas? ¿Cómo enfrentar la tormenta actual de una forma que no sea improvisada, autofrustrante o directamente mortal para el futuro de la democracia del País?

Hasta fines de 2023, antes del comienzo del Gobierno del ajuste, el sistema político empeoró su subordinación a un modelo económico inviable por la misma endogamia de una clase política que -salvo excepciones- se transformó en una comunidad de negocios compartidos y después entró en guerra de facciones. La comunidad de negocios formada después de la reforma de 1994 se dobló pero nunca se rompió. Su flexibilidad y plasticidad parece haberse terminado hace unos 15 años, en 2008. A partir del conflicto del campo, la comunidad política se tribalizó y se dispersó en diferentes grupos y subgrupos.

Los ojos en la ejecución. ¿Cómo se interpreta el ceño fruncido de Judith?
Los ojos en la ejecución. ¿Cómo se interpreta el ceño fruncido de Judith?

En perspectiva -y como demuestra la historia argentina reciente- la oligarquía hizo casting de nuevos miembros con varios extraordinarios cuadros políticos de la renovación democrática de las décadas de los ‘80, ‘90 e incluso después del 2003. Las/os por entonces jóvenes de la coordinadora y de las renovación peronista hoy son consolidados satélites del círculo rojo que observan pasivamente la democracia en coma cuatro irreversible muerte cerebral, la incorporación de la clase media a los sectores de la clase trabajadora en la pobreza y una generación que tendrá la educación cívica de una república ansiosa cada vez más reactiva y fragmentada con nuevos Estados de excepción por declararse. Las personas que pusieron el cuerpo, la mente y el corazón para “combatir la oligarquía” que había sido jefa y socia principal del gobierno militar hoy son los instrumentos (sic) de su expansión sobre todo lo expandible, todo lo apropiable en lo público, son testigos privilegiados de otro ciclo de debilitamiento democrático y empobrecimiento generacional. La riqueza que ayudarán a acumular a una elite irracional sin proyecto ni límite, será nuestro próximo ciclo de empobrecimiento histórico como sociedad.

Si nos tomamos en serio los derechos humanos y la misma Constitución como freno al poder de toda índole no queda sino tener prudencia y cautela ante la crueldad sin fin de las elites para la sociedad cautiva de su ambición. Sin embargo, ni siquiera hay una identificación pública de su irracionalidad autodestructiva ni del abismo colectivo al que nos acercamos.

La clave es dibujar el mapa y salir de la tormenta. Sin embargo, los principales actores que protegerán el sistema inviable son los que lucran más con el sistema insostenible y forzarán la máquina hasta que se funda y explote por los aires. Y explotemos por los aires con ella, por supuesto.

5. Las reformas no se frenarán con autopsias judiciales.

Esta descripción de O’Donnell en 2000, que comentaba la renuncia de Chacho Álvarez en ese año, anunciaba la crisis del 2001 y 2002. Esa descripción fue olvidada y tapada desde el 2003 por la vuelta del consumo y la primavera económica que permitió la devaluación asimétrica y el robo de los dólares de los ahorristas convalidado posteriormente por la Corte Suprema. Esa misma Corte Suprema abrirá una nueva etapa de juicios a los militares pero seguirá trabajando para el poder económico concentrado -con fallos que van desde “Bustos”, “Massa”, “Emm” hasta “Druggan Trocello” o “Galli” para constitucionalizar el saqueo y robo de los ahorristas de la crisis financiera del 2001/2002.

Esa desconfianza estructural de la sociedad contra la oligarquía financiera que la engañó con el “deme dos”, con una convertibilidad como espejismo, con cuotas que prometen más inflación, empobrece a la sociedad. Esa es la misma oligarquía financiera que robó cíclicamente sus ahorros (plan bonex, corralito, pesificación) y cuyo sistema es de una eficiencia legal y letal. Una lógica inviable que fortalece más y más al sistema financiero que le robó dólares a la clase media en un país cuyo sistema financiero siempre fue comunista -hacer pública deuda privada y expropiar dólares de los ahorristas privados- pero fomenta una práctica que llama a todo comunista o marxista cultural.

El sistema económico tomó esa desconfianza estructural hacia los bancos y la debilidad de la moneda nacional para enriquecerse sin fin mientras el sistema político que se debilita trabaja a destajo para su amo.

El Gobierno del sistema financiero hoy está creando un corralito invisible para extraer los dólares de las clases cuyos salarios fueron devaluados y después construirá una zanahoria suicida para el pueblo con una dolarización que será la entrada en una trampa definitiva.

No hay duda. Se ejecuta sin mirar. Los ojos en la pasividad activa del espectador.
No hay duda. Se ejecuta sin mirar. Los ojos en la pasividad activa del espectador.

6. La oligarquía como bloque revolucionario en un momento constitucional.

La oligarquía local organizó el descontento que ella produjo y lo utilizó en su beneficio para desplazar el espectro de las discusiones y para atraer el descontento que el sistema político endogámico y sus círculos mediáticos no estaban dispuestos a escuchar.

Las elites a nivel nacional e internacional están en una etapa abiertamente suicida. Nuestros destinos están atados a ellas y solamente se las puede frenar desde afuera con una oposición de mayorías transversales. La oligarquía resistirá pero íntimamente agradecerá un límite democrático que también debe ser constitucional porque con el control absoluto del sistema político se le concede la herramienta necropolítica que habilita su propia autofagia, su autodestrucción como clase dominante miope y brutal. Como sugiere la frase de Guillermo O’Donnell, sus victorias privadas son derrotas públicas. Sin embargo, en estos tiempos de extinción y catástrofe ambiental su destrucción creativa puede tener un límite material definitivo.

Recuperar el Estado y el sistema político para la construcción de voluntad política democrática quizás sea una precondición para la posibilidad de pensar la misma supervivencia en contextos de desafíos superpuestos. En caso contrario, el sistema será usado para justamente reprimir violentamente a la sociedad que resista ser sacrificada.

Las políticas de supervivencia y abandono que están desplegando los políticos profesionales y las élites económicas dificultan repensar un sistema político que tiene ambos actores como protagonistas centrales de la tormenta en gestación. Es en ese contexto que debemos recordar que hubo un tiempo cruel donde otras y otros (radicales, peronistas, socialistas, comunistas, religiosos, ateos, curas, monjas, católicos, judíos, empresarios, trabajadores, madres, abuelas e hijos, todos en el sentido más inclusivo) pusieron sus vidas en peligro, resistieron, pensaron desde la oscuridad, desde la noche más cerrada. La obligación democrática es actuar inteligentemente en la tormenta, más allá que ciertos actores sabotean el barco desde el interior, otros nos ofrecen mapas falsos y muchos nos quieran ver naufragar.

 

Lucas Arrimada es Docente de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho.