En la bisagra del segundo semestre, el equipo económico tiene algunos datos económicos para mostrar.
Esta semana, se supo que la actividad económica creció en abril 2,7%, el máximo desde noviembre 2017. Ayer también se supo que subió 82,1% la recaudación, un dato que el propio presidente, Alberto Fernández, rescató en el acto de la CGT. En este semestre tal vez el principal logro que puede capitalizar el ministro de Economía, Martín Guzmán, es haber cerrado el acuerdo con el FMI, haber aprobado la primera revisión de ese mismo acuerdo. Incluso, el aumento de las tarifas de luz y gas podría computarse en su propio haber (y continuar timonenado el Palacio de Hacienda a pesar de los rumores que nunca se apagan del todo en torno a su continuidad).
Claro que son datos del mundo de la estadística, números que puede esgrimir el titular del Palacio de Hacienda quien aún enfrenta cuestionamientos internos a su gestión. En definitiva, cifras que “la calle” palpita muy lejanas.
La inflación sigue golpeando los bolsillos y es, junto con la inseguridad, el principal reclamo en las encuestas de todo color. En los primeros seis meses de este año la suba de precios acumularía un 30% y aún falta el resto del año. Es mucho más de lo que otros países vecinos, como Brasil, Uruguay o Paraguay, alcanzan en un año.
Dentro de dos semanas se conocerá el dato oficial del INDEC pero las consultoras privadas ya anticipan que el mes pasado no habría perforado el 5% e incluso se habla de una eventual aceleración en los próximos meses por el impacto de las subas en las tarifas y también por las nuevas restricciones para importar que desde la industria y el campo creen complicarían la producción.
Algunos analistas alertan sobre una aceleración en los próximos meses en las góndolas
Esta semana, por ejemplo, la suba récord del dólar, la caída de los bonos y acciones que, ayer revirtieron esa racha, dejaron sin aire a la mayoría de los argentinos que vieron cómo en solo un mes la cotización del dólar blue acumuló $ 32, es decir más de un peso por día.
Esta semana, el Banco Central, que conduce Miguel Pesce, salió a jugar fuerte; tuvo y usó su muñeca para vender y comprar. Todo contra reloj y “contra almanaque”.
Para el cierre del balance del 30 de junio, la autoridad monetaria podrá esgrimir que compró dólares y registró un saldo positivo de 950 millones de dólares y de 1.800 millones en el primer semestre. Esto le permitirá cumplir con la meta de acumulación de reservas que exige el organismo internacional.
El miércoles último, el BCRA realizó una compra récord de US$ 560 millones, cifra que solo es superada por la de US$ 700 del 20 de diciembre del 2016, durante el anterior gobierno.
Un dato clave para pasar la segunda revisión del FMI que depositará su lupa sobre abril, mayo y junio. Justamente el Fondo Monetario en el primer test había enfatizado que debía fortalecerse el volumen de las Reservas.
De todos modos, ayer el Central inició julio vendiendo por 190 millones de dólares de sus reservas e inició el mes con un saldo negativo.
También el dólar comenzó ayer el nuevo mes subiendo el peso que había recortado el último día del mes anterior. La divisa cerró ayer a $239, mientras que los tipos de cambio financieros operaron levemente en baja, según las principales cotizaciones del mercado. El dólar paralelo, con escaso volumen de operaciones pero referente al fin de los precios que se trasladan a las góndolas acumuló un avance de $13 en una semana.
Esta semana se anunciaron medidas para “pisar los dólares” como las nuevas medidas de importación para empresas y la última restricción para las compras en cuotas con tarjetas en el exterior pero lejos de contener las tensiones en torno al dólar y la inflación se generó el efecto contrario en los mercados que funcionan hoy como una caja de resonancia de las internas políticas dentro del Gobierno.
Las proyecciones sobre inflación para el resto del año indican que debería estar cada mes por debajo del 5% para poder alcanzar la meta del 62% anual que el propio ministro corrigió para este año.
Eso implicaría una suba de cerca del 3% cada mes pero con un ritmo mensual como el que se viene manejando podría, incluso, rozar el 80%. La dificultad para acceder a insumos y materias primas necesarias para producir localmente generaría una variación de precios que complicarìa las cuentas en los próximos seis meses.
Por ejemplo, un informe de la consultora Focus Market le pone un piso el aumento de precios regulados de las tarifas de servicios públicos de electricidad y gas, más los ajustes en el valor del gasoil y de las prepagas. En alimentos, la inflación fue del 4,8 % en el sexto mes del año, con mayor incidencia en aceites, carnes, frutas y harina.
“La inflación no cede del 5% y podría acelerarse a partir de este mes. Viene ganándole al dólar en los últimos dos años. Sin insumos y materias primas necesarias para producir localmente (por las trabas a las importaciones) el stock aumentará de precio por falta de reposición, lo cual generará una variación de precios más acelerada en varias categorías”, explicó el director de Focus Market, Damián Di Pace.
De todos modos, para los directivos del Banco Central las medidas de importación no complicarían el rumbo económico ni generarían más inflación.
A contrapelo, desde la Unión Industrial advirtieron que habría problemas en el nivel de actividad y en el empleo y las inversiones futuras.
La Mesa de Enlace acaba de convocar a un paro en la comercialización para el 13 de julio, minutos antes de que se realice la (presencial) exposición ganadera de la Rural. En este caso por la escasez de gasoil que afecta a los transportistas y al traslado de los productos agropecuarios. Un conflicto que promete volver a encender la mecha nunca apagada en la tensa relación entre el Gobierno y el campo.