En 1582, una parte de la humanidad se fue a dormir un 4 de Octubre y se despertó diez días después, exactamente el 15 de ese mes. Aunque podría parecer que esto se tratara de una extraña enfermedad, en realidad se refiere al establecimiento del calendario Gregoriano, que se instauró hace 440 años.
En ese sentido, esos 10 días de Octubre nunca existieron, al menos sobre el papel. La medida fue promovida por el Papa Gregorio XIII y tenía el fin de reorganizar al calendario Juliano, utilizado desde que Julio César lo estableció en el año 46 a. C. basándose en el registro de división de tiempo de los egipcios.
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Este calendario era bastante exacto pero tenía un error: indicaba que un año duraba 365 días y 6 horas, cuando en realidad era de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45 segundos. Esta mínima diferencia hacía que, en los más de 1600 años que estuvo en vigor, se produjera un desfase de casi 10 días porque cada año la fecha oficial se atrasaba 11 minutos y 15 segundos con respecto a la astronómica.
El desfase era conocido y se toleró durante muchos años, pero este cálculo empezó a ser visto realmente como un problema cuando afectó la fecha de Pascua. El calendario importante en la Europa cristiana era el litúrgico y no el civil y cuando el segundo influyó en las fechas del primero se comenzaron a tomar medidas.
La "Comisión del Calendario"
En el Concilio de Nicea, celebrado en el año 325, se determinó que la Pascua debía conmemorarse el domingo siguiente a la luna llena, posterior al equinoccio de primavera en el hemisferio norte y de otoño en el hemisferio sur. Aquel año ocurrió el 21 de marzo pero para 1582 el desfase produjo que el equinoccio se fechara el 11 de marzo.
Fue por ello que el papa Gregorio XIII decidió crear una “Comisión del Calendario” para hacer las modificaciones necesarias, en base a los estudios astronómicos. Allí destacaron los astrónomos Christophorus Clavius, al que recurrió el propio Galileo Galilei, y Luigi Lilio, autor principal de una propuesta que luego se tomó como modelo.
Lilio murió en 1576 y no pudo ver la implementación del nuevo calendario, que se aprobó en septiembre de 1580. Sin embargo, su aplicación se retrasó hasta 1582, cuando el Sumo Pontífice la promulgó a través de la bula Inter Gravissimas.
Cambio de calendario: problemas y curiosidades
Al principio solo Italia, Francia, España y Portugal aplicaron el nuevo calendario. Los países católicos y los dependientes de monarquías como la española lo adoptaron en los años siguientes, mientras que la mayoría siguió usando sus propios calendarios. Se debe tener en cuenta que esto generó varios inconvenientes, por ejemplo, con las fechas administrativas anteriores a la reforma.
El Reino de Gran Bretaña y sus colonias, por su parte, no se adhirieron hasta 1752 y es hasta el día de hoy que en países que no son de tradición cristiana se mantiene un sistema dual y se usan ambos calendarios de manera paralela, como en China.
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La transición de un calendario a otro dio como resultado algunas anécdotas curiosas y paradojas. La monja Santa Teresa de Jesús, fundadora de la orden de las carmelitas descalzas, murió el 4 de octubre de 1582 en el monasterio de Alba de Tormes y fue enterrada el 15 de octubre: el día siguiente, pero 10 días después en los papeles.
Además, Miguel de Cervantes y William Shakespeare son homenajeados conjuntamente en el Día del Libro, pero ninguno de los dos murió ese día. El español falleció el 22 de abril de 1616 pero fue enterrado al día siguiente, mientras que en la Inglaterra anglicana seguía vigente el calendario juliano y, por lo tanto, cuando allí era el 23 de abril en España ya era el 3 de mayo (día de la muerte del dramaturgo inglés).
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