MODO FONTEVECCHIA
Panorama económico

Miguel Kiguel: "Si hoy se lo deja flotar, el tipo de cambio se va para arriba"

El economista opinó que los principales problemas de la economía argentina han sido generados por la política económica. "Hasta el 10 de diciembre se va a seguir con el ‘plan aguantar’", criticó.

Miguel Kiguel
Miguel Kiguel | Télam

Miguel Kiguel, director de EconViews, coincide con los que estiman que la decadencia económica argentina comenzó a mediados de los ‘70 y que hoy habría oportunidades para volver a una etapa de crecimiento. “Para mejorar la productividad hay que competir a nivel internacional”, afirmó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).

¿Argentina está frente a la posibilidad de tener la enfermedad holandesa? Si vamos a tener Vaca Muerta exportando y produciendo y ya no solamente sustituyendo importaciones, más el cobre, litio y nuestro complejo agroexportador. ¿Hay perspectivas de que se revierta la situación de nuestra balanza comercial?

Te diría que primero tenemos que lidiar con la enfermedad argentina, esa es la urgencia.

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El tema de reservas hoy es agudo. No hay dudas de que el tipo de cambio, si se lo deja flotar, se iría mucho y tendríamos un problema de falta de reservas. Pero nuestro problema de reservas lo ha generado la política económica, no es algo estructural.

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Argentina no tiene reservas hoy porque se hicieron las cosas muy mal, lamentablemente. Esto empezó con una crisis en 2019, cuando perdió Macri las elecciones, pero el problema, básicamente, es una muy mala política económica, especialmente la política cambiaria. Eso habrá que corregirlo.

Cuando eso se corrija, que seguramente será después del 10 de diciembre, porque hasta el 10 de diciembre se va a seguir con el ‘plan aguantar.

Cuando se corrija la política cambiaria habrá un panorama promisorio, pero para que esa promesa se transforme en realidad va a faltar que el país corrija la “enfermedad argentina”, que es la de tener un tipo de cambio sobrevaluado, el problema de tener controles cambiarios, de intervenir en la economía.

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Hay problemas que tienen que ver con no querer aceptar que hay ciertas reglas a nivel macroeconómico. También se necesita empezar a darle a las empresas y la sociedad seguridad jurídica para que inviertan y puedan apostar por el país a largo plazo.

Si todas estas cosas se dan, es probable que Argentina pase de un problema de escasez de dólares a un problema de abundancia, volviéndose un país caro en dólares, como ha pasado muchas veces, es posible.

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El origen de la decadencia económica

Cuando uno reflexiona sobre cómo se llegó a este problema, observa que se llegó aquí porque Argentina era un país acostumbrado a un nivel de vida de Estado del bienestar, que luego de los ‘70 se fue degradando porque dejamos de ser competitivos. A cada punto de crecimiento del PBI le corresponden 4 puntos de importaciones, lo que genera un cuello de botella en la balanza comercial.

Argentina es el único país donde los nietos viven peor que como vivieron los abuelos, otros países son pobres pero siempre fueron pobres. Uno mira lo que pasa en Francia, que para mí es uno de los países más “argentinos” y ve que está en un proceso de subdesarrollo, de pasar de ser una potencia a un país subdesarrollado en términos europeos.

Entonces, recuperar la situación económica tiene que ver con que uno tenga producto para vender, la cuestión de fondo no es financiera sino económica. ¿Estos desórdenes que tenemos son generados porque no éramos competitivos para tener el nivel de vida que teníamos?

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Yo creo cuándo inició la decadencia argentina es una pregunta recurrente. Recuerdo un podcast de La Nación donde trataban el tema de tratar de descifrar cuándo “se pudrió” la Argentina.

Cuándo dejó de ser ese país de clase media, próspero, que tenía el ingreso per cápita más alto de América Latina. Creo que hay un consenso general en que la decadencia argentina comenzó a mediados de los ‘70.

En los ‘70 ocurrió que Argentina crecía menos que el resto de América Latina, pero todavía era un país próspero. 

Entre el peronismo, el populismo del período de Cámpora-Perón, y después la dictadura, que también tuvo políticas terribles, el comienzo de la inflación realmente alta. Ahí empezó a caer Argentina.

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A partir de allí el Estado empieza a tener un papel mucho más protagónico en la economía. Empieza a haber más aumento del gasto público, más impuestos, el Estado se hace más grande. 

La inflación era el resultado de los problemas, no la causa. Era una forma para resolver los conflictos. Cuando se querían hacer obras y no había plata, se hacían y la inflación permitía que pudiera haber más déficit.

A partir de allí no volvimos nunca. Tuvimos períodos de crecimiento alto, como con la convertibilidad, especialmente los períodos ‘91-’94 y luego ‘97-’98. Después se cayó de nuevo.

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En la primera época del gobierno de Kirchner, muy ayudado porque el Estado se había achicado y por el boom en commodities que permitió el crecimiento de todos los países de Latinoamérica, hubo un impulso.

Pero salvo esos dos periodos, Argentina ha sido sub-par en la región. Creo que en esto tiene mucho que ver la política económica y también la falta de convicción para resolver problemas básicos como el tamaño del Estado y la apertura de la economía.

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¿Qué pasó en los ‘70 para que comience esa caída? Permítame una conjetura. Uno podría inferir que el Estado creció para tratar de mantener el mismo nivel de vida, lo que era imposible porque algo había cambiado en nuestra balanza comercial. Es cuando China se convierte al capitalismo y pasa a ser una economía que comienza a sustituir su población rural por población urbana, volviéndose la factoría del mundo.

Eso afectó a Argentina, que tenía sindicatos y Estado del bienestar. El Estado trató de cubrir el bache de la pérdida de productividad, comenzó a generar inflación, y entramos en un círculo vicioso.

Si así fuera, invertido el orden geopolítico mundial, con las tendencias que hay a la regionalización, si Argentina pasara a tener tres campos para exportar, el campo, la minería y la energía, eso nos podría volver a colocar en el círculo virtuoso de 1910.

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Creo que sí, que Argentina tiene la chance de empezar a revertir esto, primero ordenando la macroeconomía, lo que es una condición necesaria.

Tiene que haber orden en el gasto público, reducción del déficit fiscal, y ordenar la política cambiaria. Tenemos que ser conscientes de que en Argentina se ha manipulado mucho el tipo de cambio para ganar elecciones a costa de empezar a generar grandes desequilibrios en las reservas.

Para ganar elecciones se ha bajado el tipo de cambio. El caso más reciente fue en 2021, cuando se atrasó fuertemente el tipo de cambio, y después no se corrige, porque resulta fácil pisar el tipo de cambio, no tiene impacto sobre la sociedad. Nadie sale a la calle porque el tipo de cambio está atrasado.

Les tiembla el pulso para corregir el tipo de cambio. Cuando se toca el tipo de cambio y las tarifas de los servicios públicos, se genera un proceso asimétrico que hay que empezar a solucionar.

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Creo que hay que apalancarse en los sectores que producen dólares. El agro, minería, petróleo y gas, energía. Creo que ahí es donde hay que poner el esfuerzo, pero es importante que eso después derrame sobre toda la sociedad, que no se quede ahí.

Son sectores que generan muchos dólares, pero no son los sectores que generan más trabajo. No son los sectores que derraman más fácil y más rápido en la economía. Hay que lograr que eso derrame y hay que usar esos recursos, esos dólares, para que de alguna forma eso llegue a otros sectores de la economía.

Otra cosa que hay que considerar es que Argentina, a pesar de lo que ha caído estos años, sigue teniendo un buen nivel de capital humano, que nos permite también ser un exportador de servicios profesionales a otros países. Contadores, ingenieros, etc.

América Latina ha sido, históricamente, una región muy cerrada. Otros países, como Chile, se han abierto y les ha ido bien. Para mejorar la productividad hay que competir a nivel internacional. No digo que haya que hacerlo de un día para el otro ni para todos los sectores, pero claramente, la forma de terminar con los privilegios que se llevan muchos sindicatos y empresarios es que haya más competencia, tanto dentro como con el mundo.

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El dilema para solucionar la inflación y la brecha cambiaria

Fernando Meaños (FM): Vos mencionabas la que los políticos temen corregir el tipo de cambio por el impacto social que puede generar. También se observa que hay mucha tolerancia al fenómeno de la inflación.

¿Por qué motivo a los argentinos nos asusta tanto un movimiento brusco del dólar y, al mismo tiempo, estamos prácticamente anestesiados para vivir con una de las inflaciones más altas del mundo?

No creo que la gente esté anestesiada, creo que hubo bastante preocupación. Uno se va acostumbrando, como la rana en la olla a la que le van calentando el agua de a poquito y no se da cuenta porque la temperatura va subiendo muy de a poco.

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La diferencia es que la inflación va subiendo de a poco. El mal humor está, porque la gente ve que las cosas cuestan cada vez más y sus ingresos no suben al ritmo de los precios, pero es como que va pasando de a poco. Empezamos con 3, después 4, después 5, salta a 8, después vuelve a 7.

En cambio, la devaluación es un shock, es de golpe. Te vas de 100 a 200 o, como pasó con el fin de la convertibilidad, de 1 a 4 inmediatamente. Lo mismo ocurre con un tarifazo. Nos cuesta porque realmente es muy violento. Creo que esa es la diferencia.

Otra diferencia tiene que ver con la historia de las devaluaciones en el mundo. En general los políticos tienen mucho miedo de devaluar, porque históricamente, cuando han devaluado y las cosas no han salido del todo bien, vuela el presidente del Banco Central, vuela el ministro de Economía o vuela el Gobierno.

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FM: La paradoja es que, al mismo tiempo, los gobiernos no vuelan por tener 110 o 120 por ciento de inflación anual.

Va pasando de a poquito y te vas acostumbrando, es como el calentamiento global. Se sigue hablando, haciendo foros, promesas, pero va pasando de a poco y uno se va acostumbrando.

Antes los sueldos se ajustaban una vez por año, ahora será cada tres meses. Molesta muchísimo, pero más o menos se puede vivir con eso. Creo que esa es la diferencia que hay, y por eso es tan costoso bajar la inflación.

Si no hubiera inflación habría créditos para las empresas, para viviendas, podríamos tener un mercado inmobiliario muchísimo mejor, créditos para consumo a tasas bajas, en fin, todas las ventajas de vivir con previsibilidad. Pero no es un tema brusco a menos que te vayas a una híper, eso ya es otra historia.

Pérsio Arida: “Los planes de estabilización no suelen ir acompañados de un déficit cero”

Jaime Durán Barba insiste en que nadie gana una elección prometiendo ajuste. Puede ser también que una parte de la sociedad prefiere que haya inflación a un ajuste, porque sienta que el ajuste va a ser sobre ellos.

El ideólogo del Plan Real, Persio Arida, insistía en que los planes antiinflacionarios no se hacen recién después de que no hay déficit fiscal, se hacen justamente porque hay déficit fiscal. Él menciona que logró el 2% de déficit fiscal recién al segundo año del Plan Real.

¿Existe la posibilidad de que Sergio Massa, Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta, al que le toque gobernar, se plantee un plan antiinflacionario que permita un control rapidísimo de la inflación aún con 2% de déficit, sin producir ajuste? ¿Es posible plantear un plan así sin que la sociedad sufra?

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Justamente, el Plan Real fue un plan muy interesante en su diseño, fue en dos etapas. Lo que Persio y otros economistas habían visto, y se discutió mucho. 

Lo que tuvo Brasil como enseñanza es que ellos lograron reducir el déficit fiscal en los 80 y principios de los 90. Lograron reducir el déficit primario, antes de los intereses, casi a cero. Pero había un alto déficit financiero, porque en una economía con alta inflación los intereses son muy altos.

Si la inflación es 100%, los intereses tienen que ser del 100%, y ellos tenían una inflación de 2000%. El número del déficit que nosotros estamos viendo es básicamente causado por la inflación, decían. Si la inflación milagrosamente desapareciera mañana, decían ellos, el déficit desaparecería.

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Se dieron cuenta que para estabilizar la economía tenían que bajar la inflación. Si lo lograban muy rápido, ese déficit iba a caer muy rápido, y eso pasó. Hicieron un plan exitoso y bajaron su inflación de un día para el otro, como pasó con el Plan Austral y con el israelí. Pero a diferencia del plan argentino, allí se quedó para siempre abajo.

A la pregunta de si se puede, bueno, ellos pudieron. La gran diferencia de Argentina con Brasil, por la cual, por lo menos hoy, no lo puede hacer, es que Argentina no tiene capacidad de endeudarse. 

Sin capacidad de endeudarse se hace imposible bajar, porque como nadie te presta, financiás el déficit emitiendo pesos, y eso es seguir generando inflación.

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En los países normales, lo que se estudia en la universidad, es que la inflación es un fenómeno monetario. Se puede bajar la inflación en Estados Unidos, Europa, mismo en Brasil, con déficit fiscal. 

En Argentina no se puede porque existe la “dominancia fiscal”, que significa que el Tesoro decide la política monetaria, y porque no hay crédito. Entonces, acá hay que arreglar las dos cosas simultáneamente.

FM JL