OPINIóN
RECURSOS EXTRAS

La insólita razón por la que la oposición votó aumentar el endeudamiento con el FMI

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Acuerdo. La titular del FMI, Kristalina Georgieva, y el ministro Martìn Guzmán, en una de sus reuniones. | cedoc

Antes de que se conocieran las condiciones del nuevo arreglo con el FMI, mi impresión era que un acuerdo que pateara los vencimientos era algo irrelevante para la Argentina. Los pagos que se avecinaban no se iban a hacer hubiera acuerdo o no lo hubiera, y arreglar no resolvería ninguno de los problemas del país. Primero, porque el Fondo no quiere imponerle ninguna condicionalidad al Gobierno monolingüe del cual no espera nada, y solo busca patear el problema hasta que llegue alguien con quien pueda hablar. Segundo, porque nuestros problemas no son un vencimiento de 3.000 millones con el FMI (que es menos de lo que el valor de Mercado Libre se mueve en un día), sino nuestro propio yunque de cepos, clientelismo, inflación, corrupción y falta de institucionalidad.

Sin embargo, el acuerdo trajo una novedad sorprendente. Mérito, hay que decirlo todo, de Martin Guzmán, que apareció con un as debajo de la manga que yo, al menos, no hubiera anticipado. La novedad es la ampliación del endeudamiento con el FMI. Quiero ser claro en esto del aumento del endeudamiento. Quiero ser clarísimo: es un programa donde se le pide plata prestada al Fondo por encima de lo que actualmente le debemos. Sí señores: es endeudamiento, nuevo, fresco, y nada más y nada menos que con el FMI, que el Presidente dice odiar tanto como todos los argentinos. El cálculo es sencillo, el préstamo prevé un desembolso inmediato de 9.600 millones de dólares; aun considerando que con esto se pagarán los vencimientos previstos para marzo, de unos 2.800 millones, está clarísimo que el Gobierno ha logrado obtener un extraordinario colchón para el año que viene.

¿Qué hará el Gobierno con estos recursos frescos? Básicamente, recomprar los pesos que emitirá para sostener su clientelismo, lo que le permitirá mantener acotado el deterioro económico de su descontrol. Obviamente, el Gobierno trató de ocultar este nuevo endeudamiento bajo el relato de que solo se refinanciaba el acuerdo de 2018. Claro, reconocer que en realidad se tomaba dinero fresco hace difícil, sino imposible, criticar al gobierno anterior. A la postre ambos estarían haciendo lo mismo.

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Que el Gobierno lo vista así es previsible. No sorprende ni es el objetivo de esta nota. Lo que es más sorprendente es que la oposición haya comprado el relato y permitido este nuevo endeudamiento.  En definitiva, la oposición le facilitó un salvavidas invalorable al Gobierno, no solo porque su propio partido no estaba dispuesto a acompañarlo, sino porque el Gobierno monolingüe se debate en la confusión y la improvisación, y con tanto fracaso en puerta unos dólares para gastar nunca vienen mal. El Gobierno está un callejón sin salida, y sin peso político para salir de él, si había algo que podía darle alguna esperanza era esto. La pregunta entonces es ¿por qué la oposición decidió darles esa oportunidad?

Los economistas nos imponemos como disciplina entender los fenómenos económicos y políticos como el resultado de acciones racionales por parte de los actores involucrados. Bajo este prisma, explicaciones tales como “no se dieron cuenta que se aumentaba el endeudamiento”, o “no entendían lo que hacían”, o “estaban en un cumpleaños” (como dirían mis hijos) no resultan satisfactorias. La pregunta es ¿cómo racionalizamos lo ocurrido?

Empecemos con el discurso oficial de Juntos por el Cambio que justifica el aporte como mecanismo para evitar un default demasiado costoso para el país. Pero ese argumento, si lo pensamos un poco, es irrelevante para lo que discutimos que es el aumento en el endeudamiento. Evitar el default se lograba autorizando la renovación de la deuda existente, no era necesario incrementarla.

Descartado este argumento, podríamos argumentar que Juntos por el Cambio se beneficiaba del nuevo endeudamiento. Para algunos de sus integrantes (¿los gobernadores?) el éxito de su gestión depende de las transferencias del gobierno nacional. Anticipaban, quizás, un beneficio o retribución del gobierno nacional de otorgar este apoyo.  Es una hipótesis posible, consistente con que aquellos con responsabilidad de gobierno eran los más vocales a favor del acuerdo. Pero, la coalición es mucho más amplia, y donde no gobierna la oposición el razonamiento opera al revés. Más aun, este mayor endeudamiento reduce sus chances electorales y en todo caso será una carga para la próxima administración, con lo cual resulta en detrimento de aquellos que aspiran a suceder al monolingüe. Por todo esto, considero que la hipótesis de que la mayor deuda le convenía a Juntos por el Cambio es poco convincente.

Ensayo, entonces, una explicación que me parece más plausible. Ciertos grupos de Juntos por el Cambio se ven compitiendo en 2023 en la interna opositora que dará seguramente a un candidato, que, considerando el desempeño de este gobierno, tiene chances de triunfar.

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Con eso en mente, vender que este préstamo es una refinanciación de la deuda de 2018 y de lo que se trata es de enmendar un desaguisado heredado, resulta atractivo para aquellos que piensan que competirán en esa interna con el propio Macri. Mucho mejor criticar aquel préstamo de Macri, del cual no se sienten responsables, que reconocer que el Gobierno ahora está haciendo lo mismo que él. Reconocer eso, claro, sería equivalente a una absolución que exoneraría la figura del ex presidente, a quien ven como el candidato más peligroso para la interna del año que viene.

Puesto en palabras más sencillas, los otros jugadores de Juntos por el Cambio le temen más a Macri en la interna que al Gobierno en la general. Por ello prefieren ocultar la discusión del nuevo endeudamiento, acoplarse a la critica a su gestión, y abrazar el relato de que el endeudamiento es malo aunque acepten aumentarlo.

Lo paradójico es que, por debilitar a un posible contrincante en una interna futura, prefieren comprometer el futuro electoral de toda la coalición y complicarse la vida en el caso que fueran exitosos. Deberían quizás recordar la frase de Sun Tzu, “El combatiente inteligente impone su voluntad en su enemigo, pero no permite que la voluntad de su enemigo le sea impuesta”.

*Profesor Plenario en la Universidad de San Andrés y Profesor Visitante en Harvard Kennedy School, y HEC, París.
Ex presidente del BCRA.