OPINIóN
Economía

¿Qué hacemos con los dólares?

Algunos no aceptan el grado mayúsculo de problema que significa la falta de dólares en nuestra economía. El gobierno apunta a resolverlo.

Dólares
Dólares | PASJA1000 / PIXABAY.

En momentos donde el terraplanismo multiplica adeptos en todos los rubros, quienes reproducen argumentos que rozan el absurdo, todavía hay algunos que no aceptan el grado mayúsculo de problema que significa la falta de dólares en nuestra economía. El gobierno apunta a resolverlo.

Los argentinos tenemos una relación muy particular con el dólar, que excede los límites de la academia y tiene que ver con que nuestras células han ido evolucionando a través de las crisis y está, casi innato en nosotros, correr a refugiarnos en él cuando las cosas están un poco turbias. Memoria histórica se le dice.

No tiene sentido decirnos a los argentinos que no hay que pensar en dólares, es casi como encender alarmas. Lo que falta es consistencia macroeconómica de largo plazo.

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Ahora bien, ¿cuál es el problema con los dólares en nuestro país? Sencillo, la falta de ellos.

Si partimos de una situación de pocas divisas en el Banco Central, este debe convalidar una devaluación para frenar el drenaje de dólares e incentivar la llegada de estos, vía exportaciones. Con esta devaluación se provoca, casi instantáneamente un brutal aumento de precios, pico inflacionario y aumento de la pobreza. Este es el escenario de la segunda parte del 2018, con consecuencias que todavía vemos.

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En cambio, si hay cierta “estabilidad cambiaria”, con un nivel de reservas aceptable, la política repite un error, por temor a que ocurra lo descripto más arriba, y “atrasa el tipo de cambio”, entendiendo que esto contiene la inflación (no está errada la premisa), pero en el largo plazo genera problemas. Atraso cambiario es la definición técnica de un “dólar barato”, situación que genera que haya expectativas de devaluación, entonces los agentes de la economía pretendan dólares, aumenta la demanda de divisas, caen las reservas y si no se compensa con inversión extranjera directa o aumento de exportaciones se inicia el mismo proceso relatado antes que deriva en falta de dólares, inflación y pobreza otra vez.

Por supuesto que lo expresado más arriba en la realidad tiene muchas más complejidades, pero el modelo general funciona de esa manera.

Llegado a este punto vemos como la economía es un laberíntico sistema de engranajes en el cual una sola variable tiene implicancias directas en las demás. Ese es el escenario en el que operan los hacedores de política económica.

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Los datos muestran que las reservas de libre disponibilidad del Banco Central están sufriendo una sangría, a la que además de la coyuntura se le suma la caída de ingresos estacionales, pero esto está lejos de ser un problema en el corto plazo.

Por un lado, a pesar de los pagos de deuda por U$S 3.500 millones este año, las reservas (brutas y netas) se mantienen en niveles muy similares a finales del 2019 cuando no existía el coronavirus. Por otro lado, seguimos teniendo un problema de índole cultural, no macroeconómico, que tiene que ver con que se van muchos dólares, se fugan. Pequeños ahorristas, que no confían en los bancos locales, sacan sus u$s200 y los meten en el colchón. Los más poderosos, que acceden a mucho más que a 200 dólares, también sacan sus divisas del mercado, pero las envían afuera. No obstante, los depósitos en dólares tocaron máximos en el trimestre y recuperan U$S 429 millones desde junio, y esto se debe solo al buen accionar de la política económica.

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Es acá donde se empieza a responder el problema. Nuestro país empezó a transitar un incipiente sendero de estabilidad macro. La actividad económica en mayo recortó un 10% de caída en relación a abril, inflación a la baja, que cayó 11 puntos interanual, aumento del Consumo, se normaliza la deuda en pesos, aumenta el uso de la capacidad instalada en la Industria que alcanzó el 53,3% en junio, la industria en junio se incrementó un 13,8% respecto a mayo, los depósitos privados a plazo (plazo fijo) superaron los $2 billones, son solo algunos de los datos positivos.

Pero si lo que se quiere es pensar en el mediano plazo, los dólares no pueden destinarse a otra cosa que no sea la producción y el empleo, cada dólar que no está en el sistema formal es un crédito que no se le da a una empresa y eso es más pobreza.

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Claro está que nadie va a dejar de comprar y fugar por el solo hecho de que la política lo pida, ahora, más que nunca es necesario tener la pericia para manejar las expectativas, generar estímulos suficientes para “quedarnos en pesos” y usar los dólares para, de una vez por todas, poner a la economía doméstica de cara al Crecimiento, Desarrollo y a la sostenible generación de empleo.

 

* Economía/Análisis.