El velocímetro de la Kawasaki Versys x300 de Jorge Fernández llegó a superar los 150 kilómetros por hora la noche del 7 de enero de 2021. Volvía de cenar con su pareja en la casa de unos amigos en la zona oeste del Conurbano cuando otra moto de gran porte con dos personas con ropa de motociclista comenzó a perseguirlo por el Acceso Oeste en dirección a la Ciudad de Buenos Aires. Notó que lo querían emboscar cuando alrededor de las 2:30 de la mañana esa moto se le puso a menos de un metro y el acompañante mostró una pistola.
No dudó en empuñar el acelerador y pedirle a su pareja que lo agarre fuerte. Fueron -calcula en diálogo con PERFIL- unos cuatro kilómetros de desesperación, de dividir la atención de su mirada entre esquivar los autos que circulaban adelante y no perder de vista el reflejo que los retrovisores le devolvía la imagen de los motociclistas que buscaban interceptarlo.
Quién era Andrés Blaquier, el empresario asesinado para robarle la moto en Panamericana
Una situación similar e igual de desesperante le pasó a mediados de septiembre a Nicolás Maiztegui. Iba a bordo de su Honda Transalp 600 por Panamericana entre las rutas 202 y 197, en dirección a provincia, alrededor de las siete de la tarde. Ya estaba casi de noche cuando le llamó la atención que detrás suyo iba una pareja en moto zigzagueando. Siguió su camino hasta que unos minutos después los tenía casi pegados mientras circulaba a 130 kilómetros por hora.
“A la altura de la ruta 202 veo que se me acerca una luz muy fuerte por el carril izquierdo, intentó maniobrar pensando que me querían pasar y cuando me doy cuenta estaban encima, casi apoyándose sobre mi. De hecho veo un brazo que pasa por delante mío y pensé que me querían agarrar para tirarme pero después me cuentan que ese es un accionar normal: buscan la llave para apagar la moto, sacarla y obligarte a parar”, le contó a este medio.
Maiztegui estimó que toda la escena duró cerca de 5 minutos que fueron interminables porque después de ese primer acercamiento se percató y aceleró, lo pasaron y lo encerraron. “Ahí arrancó una locura, fue una persecución en la que nunca los tuve atrás pero era acelerar, resguardarse detrás de algún auto y frenar. En medio de todo eso escucho los disparos, creo que fueron dos o tres, y temí lo peor”, agregó sobre la dramática escena que le tocó vivir.
Un vehículo gris que circulaba por la autopista se percató y lo ayudó. Llamó a la policía y lo escoltó hasta perder de vista a las personas que intentaban cometer el robo. En el peaje siguiente hizo una declaración ante las autoridades “y me llamó la atención que cuando describí la moto que me seguía me dijeron que sabían que una bandita se movía en ese modelo”. No quiso seguir su camino y volvió hasta la General Paz acompañado por un patrullero. Desde ese día sólo una vez volvió a subirse a su moto y sintió pánico: “Cada vez que veía una moto con dos personas mi cabeza pensaba que me querían robar”.
Episodios generalizados
Estas son apenas dos de las decenas de historias similares que ocurren en las autopistas porteñas y del Conurbano bonaerense. Estudiosos del tema sostienen que ya no hay “zonas calientes” como en su momento eran el Acceso Oeste o el Camino del Buen Ayre, sino que la situación se extendió a la mayoría de los caminos que unen los distintos puntos del Área Metropolitana.
El modus operandi no suele variar mucho: siempre son más de dos personas que se mueven en una o más motos y los acompañantes, por lo general, van armados. La diferencia de los anteriores testimonios con lo que le pasó al empresario Andrés Blaquier es que los ladrones gatillaron y lograron darle en el pecho. Cuando se detuvo, en el kilómetro 50 de Panamericana, cayó al asfalto junto a su mujer y sin mediar palabra se llevaron su BMW 1200 GS.
Esteban Grimalt es experto en motos y tiene un canal de YouTube en el que da consejos para manejar y también habla de la temática robos, que conoce y mucho. Le tocó ser víctima de un intento de asalto hace algunos años en el Acceso Oeste, dice, “cuando todavía no había explotado la cantidad de asaltos”. Por su popularidad en el ambiente recibe cada semana testimonios de motociclistas en situaciones de intentos de robo o robos consumados, lo que le permitió asegurar que “esto que le pasó a Blaquier le pasa a todos y no importa en qué moto estés”.
“Hacés kilómetros y kilómetros y no ves un sólo patrullero. Antes era todo en el Acceso Oeste, por ejemplo, que era como un tabú para los motociclistas, pero después se empezó a correr y agarró la Ezeiza-Cañuelas, Ricchieri, Buen Ayre y llegó a la Panamericana”, explicó.
El factor redes sociales
Para él, el principal factor que influye en ese tipo de casos son las redes sociales. “Hoy Facebook es un nido de cosas oscuras y fuera de la ley. Si un fiscal actuase de oficio armaría un centenar de causas por día con sólo ver la actividad de los grupos que tienen nombres como ‘moto cruda’, ‘moto melliza’ o ‘talle M’”, explicó.
En ese sentido, dijo que detrás del robo de motos de alta gama “no hay un mercado negro de reventa o de repuestos” sencillamente porque quienes compran ese tipo de motos tienen un poder adquisitivo que les permite comprar los repuestos nuevos y originales. “Las motos que roban son para salir a robar más motos, subir fotos a Facebook, ‘picantear’ y después reventarlas”, manifestó.
En rigor, sólo basta con abrir la red social, buscar alguna de las palabras clave que mencionó y acceder a decenas de grupos de entre 20 y 40 mil miembros que suben fotos con sus motos, las cambian por otras o por cualquier otra cosa de interés.
A modo de ejemplo, un usuario del grupo ‘Talle M’ publicó dos fotos de una planta de marihuana con el texto “al cambio que ofrecen, veo todo”. Otro le respondió en los comentarios que tenía una NS 200 que despertó el interés del autor de la publicación. Los comentarios dan a entender que el diálogo siguió por privado. La NS 200 es la Bajaj Rouser, una moto de alta gama que en internet se vende por encima de los 700 mil pesos.
Un fenómeno en aumento
Según surge de un informe elaborado por la Superintendencia de Seguros de La Nación (SSN), que publicó Infobae, el robo de motos en el país se duplicó en diez años, pasando de 10.472 hechos en 2012 a 20.947 en 2021. También indica que en ese período hubo una baja de inscripciones para estos vehículos en el Registro Automotor, en torno a un 50% menos.
Pero no solo ocurre en provincia de Buenos Aires. Cifras oficiales del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño indican que la gran mayoría de los "robos de automotores" ocurren en las comunas 4, 8 y 9. El “Mapa del Delito” de esta cartera también muestra que muchos suceden cerca de los accesos al distrito y autopistas, como la Av. General Paz, la Perito Moreno, la Dellepiane y la Ricchieri.
En ese sentido, Eugenio Muerza, gerente comercial de ATM Seguros, afirmó a este medio que el robo de motos aumentó un 50% con respecto a 2021. Específicamente en el caso de las motos de alta gama indicó que el año pasado no se registraron robos de este tipo de vehículos, sino que este fenómeno comenzó a inicios de este año y en los últimos tres meses se reportó una mayor cantidad de hechos.
“Se ven menos motos y menos grupos de motoqueros. Yo mismo sufrí el robo de mía”, comentó Muerza. También agregó que en los grupos de Whatsapp de fanáticos de las motocicletas es moneda corriente que “todos los fines de semana” alguna persona comente que “tuvo la mala suerte de que esta vez le tocó”.
Video: así escaparon los delincuentes tras asesinar a Andrés Blaquier
Otra fuente del sector coincidió en que los ladrones suelen utilizar estas motos para “reventarlas, es decir, quemar gomas o fundir el motor” en lugares donde se reúnen con amigos, pero señaló que “no se roba lo que no se puede vender” y existe la hipótesis de que las motos de alta gama puedan ser comerciadas en un mercado ilegal en el exterior, puntualmente en países limítrofes. Sobre esta línea, profundizó que en Brasil recientemente se instaló una fábrica de motos BMW y que no sería raro especular que los repuestos de los vehículos robados en Argentina puedan servir -clandestinamente- para los fabricados afuera.
Un proyecto premonitorio
El pasado 25 de octubre, cinco días antes del asesinato de Blaquier, el senador nacional de Juntos por el Cambio Pablo Daniel Blanco presentó un proyecto para pedirle al Gobierno nacional que las fuerzas federales refuercen el patrullaje en rutas nacionales y autopistas en el ámbito del AMBA.
“En los últimos tres meses ha recrudecido de manera dramática el robo de motovehículos a mano armada en las principales rutas de acceso y egreso a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en varias zonas donde, usualmente, los motociclistas suelen viajar para realizar escapadas de miniturismo”, explicó el legislador fueguino.
En su proyecto mencionó que “la comunidad motociclística argentina está conmovida, temerosa y harta” y describió que muchos motociclista desistieron a realizar sus salidas y hasta algunos decidieron salir armados debido a un posible ataque. “Pronto va a suceder una desgracia mucho mayor”, había advertido.
Por último, instó al Ministerio de Seguridad de la Nación a entablar acciones coordinadas con el ministerio análogo bonaerense, a fin de establecer una estrategia común y compartida para “terminar con el flagelo de los motochorros”.
El homicidio del empresario agropecuario de 62 años expuso la problemática y, tras conocerse los datos, motociclistas autoconvocados se manifestarán este sábado 5 de noviembre por la mañana en la explanada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires bajo el lema "controles en las rutas, condenas firmes y un Estado presente".
AS / FP / MCP