A la Corte Suprema la cerramos con un cabo y un soldado. Sin desmerecer, claro, ni al cabo ni al soldado”. Este slogan, pronunciado por el diputado e hijo presidencial Eduardo Bolsonaro el 20 de octubre de 2018, se tornó célebre a lo largo del mandato del presidente Jair. Sobran motivos para que la frase permanezca en la memoria de los brasileños en este primer gobierno bolsonarista. Desde aquel momento en adelante abundaron los conflictos del jefe de Estado con la justicia. Pero ahora la disputa toma otra dimensión: Bolsonaro demanda una reforma del sistema electoral, que representa volver al voto impreso. Esa batalla debe trabarla ahora en el Congreso y puede perderla.
Pero el presidente brasileño cuenta con el apoyo explícito de la cúpula militar encabezada, en este caso, por el ministro de Defensa general Walter Braga Netto. Julio fue, en ese sentido, un mes propicio para las amenazas presidenciales, que van y vienen. Hace una semana, Bolsonaro insistió con su declaración de que “sin voto impreso no hay elecciones el próximo año”. La razón esgrimida por el gobierno es que los comicios mediante urnas electrónicas, un procedimiento que rige desde 1998, dan lugar a “fraudes”.
Las reacciones judiciales fueron inmediatas. Una semana atrás, el juez Edson Fachin, que es vicepresidente del Tribunal Superior Electoral y miembro de la Corte, salió a confrontar con el jefe del Ejecutivo. Sostuvo que los cuestionamientos a la seguridad de las urnas electrónicas proceden de parte de “actores políticos interesados en secuestrar el poder y establecer un régimen de mentiras consensuales”.
Y ayer fue el presidente del TSE, el juez Luis Roberto Barroso, también integrante de la Corte Suprema, quien se manifestó con dureza: “El discurso de que si yo pierdo es porque hubo fraude es un pronunciamiento de alguien que no acepta la democracia”.
Entre tanto la caída de popularidad del gobierno federal, registrada desde abril en adelante, no deja en paz al Palacio del Planalto, la casa de gobierno. Las últimas encuestas revelan que, si las elecciones fueran hoy, Lula le gana a Bolsonaro en la primera vuelta; más aun, lo desplazaría en forma definitiva en la segunda. Es esta realidad la que empuja al jefe de Estado a hablar todo el tiempo de fraude: “No tengo como comprobar que las elecciones fueron o no fraudadas. Pero sí tengo indicios. Y un delito se revela con varios indicios” subrayó ayer, en la habitual “live” de los jueves en su despacho. En esta oportunidad, invitó a 25 periodistas a presenciar sus declaraciones. Pero les avisó que no habría ninguna posibilidad de hacer preguntas. Con las preferencias electorales en baja, lo que pondría en jaque sus esperanzas de validar un segundo mandato en octubre del año próximo, Bolsonaro no escatima esfuerzos en utilizar a la Corte como “punching ball”.
Las últimas encuestas revelan que, si las elecciones fueran hoy, Lula le gana a Bolsonaro en la primera vuelta
Al supuesto miedo de fraude electoral le añadió el argumento de que el STF le había sacó todos los poderes presidenciales para “coordinar” y “combatir” el Covid-19. Es cierto que, en abril de 2020, la Corte concedió a gobiernos estaduales y municipales la autonomía para realizar sus propios planes de prevención y lucha contra la pandemia. Pero no es menos verdadero que, en esa época, el presidente brasileño hablaba de una “gripecita” y que, a partir de ese diagnóstico, quiso impedir que los estados a impusieran las cuarentenas. Fue eso lo que llevó a la intervención del STF, que revirtió la negativa del gobierno federal a tomar medidas contra los contagios y muertes. El STF no vaciló en expresar su desacuerdo con los dichos presidenciales. E incluso llegó a catalogarlos de “fake News”.
Bolsonaro continuó con los desafíos: “Voy a rebatir con la nota del Supremo Tribunal Federal que ayer dijo que no era cierto que me había sacado poderes, cuando en abril del año pasado me impidió desmontar medidas restrictivas impuestas por gobernadores y alcaldes”.
Las controversias entre el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo todavía no terminaron. Según los medios brasileños, el titular de la Corte Luis Fux debe discursear el próximo lunes, como es de hábito al finalizar la feria judicial. En esa oportunidad irá a enviar “mensajes” al Palacio del Planalto, en función de las sucesivas amenazas que penden sobre las elecciones presidenciales de 2022. Los recados no serían solo para Bolsonaro sino también para Braga Netto, el ministro de Defensa, y para los jefes de las tres armas.
Roces entre la Justicia y las Fuerzas Armadas
La semana pasada trascendió que los militares le habrían avisado al presidente de la Cámara de Diputados Arthur Lira que las elecciones serían “canceladas” en caso de “mantenerse el sistema actual de votación”. Eso generó reacciones adversas del mundo político y de la justicia. El ministro del STF Gilmar Mendes, uno de los más antiguos entre los 11 miembros de la Corte, sostuvo: “Los representantes de las Fuerzas Armadas deben respetar los medios institucionales en el debate sobre la urna electrónica. La política se hace con argumentos, con contraposición de ideas y sobre todo con respeto. En nuestra democracia no hay lugar para coacciones autoritarias armadas”.
Existe en Brasil en estos momentos un “partido militar” que posee “ambiciones políticas
De acuerdo con Marcelo Pimentel Jorge de Souza, con maestría en ciencias militares realizada en la Escuela del Comando Mayor del Ejército, existe en Brasil en estos momentos un “partido militar” que posee “ambiciones políticas y que es liderado por generales que se formaron en los años 70”. El experto subrayó que “aún cuando el partido militar no se confunde con las Fuerzas Armadas, este las instrumentaliza para mantenerse en el poder”. Ese análisis refleja la magnitud de la crisis institucional que vive Brasil. El propio presidente Bolsonaro percibió su alcance y decidió despedir del comando de la Casa Civil, que es el ministerio de coordinación del gabinete, al general Luiz Eduardo Ramos. En su lugar puso en funciones al senador Ciro Nogueira, un político clave para negociar con el Congreso por su peso en los partidos del centro, el llamado “centrón”.
*Autora de Brasil 7 días. Desde San Pablo, Brasil.