MODO FONTEVECCHIA
POBREZA

Agustín Salvia: “La pobreza actual es similar al tercer trimestre de la pandemia”

"Son las cifras de pobreza más altas después de la crisis de 2001-2002", alertó el director de ODESA en Modo Fontevecchia.

Agustín Salvia
Agustín Salvia | Cedoc

Agustín Salvia sostuvo que los índicies de pobreza actuales son el efecto de un largo estancamiento desde hace 20 años, tras la salida de la convertibilidad, y que la Argentina cuenta con un 30% de pobreza estructural. “Lo peor no creo que haya ocurrido ahora, sino que tendrá que ocurrir el próximo año”, alertó el investigador del CONICET en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Agustín Salvia es investigador del CONICET, sociólogo, y director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. Además, es especialista en temas de estructura social, mercado de trabajo, condiciones de vida, pobreza, desigualdad económica, exclusión juvenil, estrategias de los hogares y evaluación de políticas sociales.

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La última medición del observatorio de la UCA, que depende de vos, dio la peor pobreza desde 2001, 44,7%, y analizó que cree que crecerá los próximos meses por la inflación. Me gustaría una reflexión tuya sobre el futuro, desde tu perspectiva.

En principio, hay que tener en cuenta que la cifra que estamos dando, que es 44,7%, es similar al tercer trimestre de la pandemia. Se asemeja a la situación que teníamos en 2003-2004. Son las cifras de pobreza más altas después de la crisis de 2001-2002 y son el indicador, junto a otros otros económicos y sociales, del agotamiento de un ciclo político económico post convertibilidad, e incluso del régimen económico que organizó ese proceso dere producción social, que tuvo sus muy buenos años en la salida de la convertibilidad, 2004-2005. Incluso hasta 2011, donde toca un piso la pobreza, de entre el 25%-26%, y después se estanca. La pobreza vuelve a subir, de hecho, en 2014, 2015, 2016, llegando al 30%, y luego vuelve a bajar en una en una nueva burbuja de consumo, en el año 2017, al 25,7% durante el gobierno de Macri, pero después crece nuevamente hasta la crisis COVID, baja en 2021, se estanca en 2022 y vuelve a subir en 2023 al porcentaje actual.

La perspectiva en este largo ciclo de 20 años muestra un agotamiento muy fuerte en cuanto a capacidad de generar condiciones de progreso social y de crecimiento sostenible. Entonces, estamos ante las puertas de una crisis sistémica que afecta tanto el sector económico como social, como también político y cultural.

En ese fin de ciclo que estamos hoy, obviamente la situación una crisis macroeconómica potencial. Lo peor no creo que haya ocurrido ahora, sino que tendrá que ocurrir el próximo año, pero se debe tener la expectativa y la esperanza de que una estabilización macroeconómica genere condiciones de inversión, de creación de horizontes, y de generación de incentivos para la creación de empleo.

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¿Planteas que probablemente la pobreza crezca los primeros meses o el primer año de Milei para luego si tiene éxito comenzar a bajar como sucedió en el 2004?

Exactamente, como ocurrió en el 2001-2002.

La crisis macroeconómica está subyacente, pero un programa de estabilización macroeconómica implica un ajuste al sistema de precios, y en este sistema de precios hay que tratar de evitar que pierdan los más débiles. Pero entre quienes hoy pierden, más allá de que haya un programa social que sostiene a los más débiles, ya es incluso una economía informal en la cual los que están trabajando de forma informal y son pobres que logran mantenerse gracias a esa informalidad y a los programas sociales. Quienes están cayendo en la pobreza son de clase media-baja.

La situación macroeconómica no les garantiza mejores trabajos, mejores ingresos o mejores remuneraciones, la inflación los golpea, un ajuste al sistema de precios va a seguir golpeándolos, y como ya hoy tienen una sobreocupación, porque trabajan todo el día, incluso horas extras y buscando más empleos para cubrirse de la inflación, y tampoco lo logran, obviamente la situación del año que viene va a ser de un aumento de la pobreza. No creo que sea explosivo, esta es otra mirada, esperemos que no lo sea, no va a ser explosivo si no hay un efecto de desempleo.

Si no hay un proceso que genere desempleo la situación tenderá a ser como ha sido en los últimos dos años, de aumento de la pobreza, de dos o tres puntos, de aumento de la indigencia en un punto, en un contexto inflacionario, hasta tanto que realmente pueda ocurrir un proceso de recuperación económica con demanda de empleo, con mejores remuneraciones. Hasta que eso no ocurra la pobreza va a seguir subiendo.

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Lo que sucede siempre es que es un serrucho, te recuperás después de un crecimiento de la pobreza, pero nunca volvés a una situación anterior a la previa del empeoramiento.

Exactamente. Ahora, en el ciclo largo de la historia argentina, diríamos que estamos por arriba de lo que estábamos en el promedio, incluso, de estas dos décadas, de lo que fue el régimen de los noventa. El régimen de los noventa, en realidad, nos dejó por arriba en pobreza de lo que fue la década perdida de los setenta. Y, obviamente, la década perdida de los setenta acaba por arriba de lo que fueron incluso los momentos difíciles de los setenta.

Entonces, la Argentina viene teniendo un proceso de crecimiento largo del empobrecimiento social, que deja, más allá de la cifra del 45%, si miras más profundamente indicadores de desarrollo humano, de integración social, lo que se encuentra es que hay un 25%-30% de pobreza crónica, que no tiene herramientas para salir de ella. Esto incluso en un contexto de crecimiento económico, por lo menos generacionalmente hablando, y que tiene otro 15% de pobres, que efectivamente podrían rápidamente recuperarse en un contexto de estabilización del sistema de precios, si hubiera una cierta dinámica laboral, ocupacional, de crecimiento regular de dos o cuatro puntos del PBI

Reducir ese 30% de pobreza estructural es muy lento, requiere de inversión en sectores de trabajo intensivo, en baja o mediana calificación, y, al mismo tiempo, ir preparando la nueva generación de adolescentes y jóvenes en un capital educativo, en un capital profesional laboral, para darles la capacidad de que sean ellos quienes saquen el hogar adelante.

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Alberto dijo que la pobreza está mal medida. Sostuvo que no puede ser que con la tasa de desempleo de un dígito la situación sea igual o peor que la de momentos en que había desempleo de dos dígitos. ¿Hay algo de plausible en esto que plantea Alberto Fernández?

En principio, hay algo que está fuera de lugar, que tiene que ver con pensar que hay algo que no es verdadero. Me parece una discusión académica la que se está proponiendo, sobre cómo se mide la pobreza, qué es la medición de la pobreza, de cuánto es efectivamente el indicador que se utiliza. 

Todo esto puede ser objeto de discusión, siempre es posible mejorar los instrumentos e incluso buscar otros instrumentos para medir pobreza de otra manera.

Incluso una comparación que siempre a usted le interesa, que es qué pasa con el resto de América Latina. Para CEPAL, la Argentina no tendría 45% de pobreza, sino 35% en este momento, pero estaría por arriba de Perú, Paraguay, Brasil, Costa Rica, Chile y Uruguay.

Dejemos a un lado el observatorio. ¿Qué es lo que está detrás del argumento que debe discutirse para comprender si hay un problema? La creación de un millón de nuevos puestos de trabajo fue en el contexto post pandemia, después de una fuerte destrucción de puestos de trabajo. Significó recuperar el nivel de empleo anterior a la pandemia, un poquito por arriba, pero buena parte del empleo que se creó, el 40%, fue informal, changas y empleo de muy baja cantidad. En Argentina, el 49% de los trabajadores tienen un trabajo no registrado cuyo ingreso, ni siquiera en la media alcanza los $200.000 - $220.000 pesos. No llega a cubrir la canasta básica alimentaria.

Entonces, es cierto que hay más empleo y una muy baja tasa de desempleo, pero hay mucho empleo de muy baja calidad, con muy baja productividad, con muy baja remuneración y que tiene que ver mucho con la estrategia de supervivencia de los hogares pobres, que tratan de hacer algo en función de conseguir algo de ingreso.

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Por eso crece el consumo, gracias a una dinámica inflacionaria, es decir, los programas sociales, el gasto público, la inversión pública y el hecho de la circulación monetaria tienen también un dinamismo monetario con capacidades de crear demanda de bienes y servicios, porque hay un incentivo a consumir. Y este incentivo al consumo se da en un contexto inflacionario. 

La paradoja es qué pasará cuando baje la inflación, que alimenta a un mercado de trabajo informal. Hace posible que exista ese mercado de trabajo informal. Los programas sociales ayudan a eso. Entonces, tanto el aumento del consumo, que tiene mucho que ver con la dinámica inflacionaria, como la creación de malos empleos, que no permite la superación de la línea de pobreza, tiene que ver con lo mismo.

La Argentina está enfrentando inversión productiva con capacidad de crear empleos. Hay que multiplicar pequeñas y medianas empresas que son capaces de generar empleos dignos, con salarios regulares, por arriba del salario mínimo, que acompañen el proceso de mejoramiento que pretende la sociedad, que eso permita tener capacidad de ahorro para invertir en la salud, en la educación, en la propia vivienda. 

Ese proceso virtuoso de crecimiento no existe en Argentina. Existe para un tercio de ellos, la parte superior, para nosotros. Hay un tercio muy vulnerable que está perdiendo sus capacidades, que son las clases medias que tienden a empobrecerse, y un tercio no lo viene teniendo ya incluso antes de los mejores momentos. Incluso durante los mejores momentos de estas dos décadas de régimen post-convertibilidad.

MVB FM