Los vasos comunicantes son muchos y variados, pero Alberto Fernández entendió que no hay tregua posible con un gobierno que continúa acusando al Frente de Todos de la crisis económica, incluso cuando fue la propia Casa Rosada la que desplegó la bandera blanca.
El candidato a presidente opositor había aceptado el pedido que le hizo Luis “Toto” Caputo. No criticaría las medidas y guardaría silencio a la espera de la calma cambiaria. Fernández conoce desde hace años al ex presidente del Banco Central e incluso lo pone en su lista de amigos. Cuando le dan nombres de dirigentes de Juntos por el Cambio, solo rescata dos: el de Caputo y el del presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. Con este último también habla pero ya no como enviado del Gobierno.
Fue el primero el que se reunió con el ganador de las PASO del 11 de agosto y le pidió una pausa en la fuerte pelea electoral con Mauricio Macri. Semanas atrás, Caputo había reaparecido con una defensa hacia el candidato opositor.
Fernández aceptó el pedido. No solo él, también otros hombres cercanos con los que la Casa Rosada mantiene el diálogo.
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Uno de ellos es el economista Emmanuel Alvarez Agis, encargado de llevar el diálogo directo con el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza. Hubo más contactos, y María Eugenia Vidal debió volver a chatear con su antiguo aliado en la provincia de Buenos Aires, Sergio Massa. El vínculo estaba roto después del cierre de listas que terminó con el pase del tigrense al kirchnerismo, ya que la gobernadora lo prefería en sus filas. Aunque Massa aún no tiene cargo, le pidió que como posible futuro presidente de Diputados, abra el diálogo con el oficialismo para avanzar en un acuerdo ante las medidas económicas lanzadas por el Gobierno. Incluso el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, usó de intermediario a un amigo en común.
Pocas horas después de que estos actores se pusieron de acuerdo en conseguir la paz cambiaria con un impasse en las declaraciones, en las oficinas de la calle México, en donde funciona el búnker de Alberto, comenzaron a llegar distintas alertas. La diputada Elisa Carrió y el senador y candidato a vicepresidente, Miguel Pichetto, lanzaron fuertes críticas al candidato a presidente opositor. “Ellos mismos provocan el daño, los dos salieron a instalar de vuelta el escenario de Venezuela”, evaluaban ayer en el kirchnerismo. Horas antes, Carrió había advertido que “Alberto Fernández es un hombre peligroso y Cristina es el caos, es Venezuela”, y Pichetto detalló que “si gana el Frente de Todos, Maduro tiene oxígeno”.
En el entorno de Fernández también acusan al Gobierno por los dichos del titular de la Unidad de Investigación Financiera (UIF), Mariano Federici. El funcionario aseguro que un triunfo del Frente de Todos “podría implicar riesgos significativos para la Argentina” en la lucha contra el terrorismo y su financiamiento. “Nos vincularon con el nacotráfico en medio de la tregua. Ese fue otro gesto de hostilidad. ¿Cómo nos van a decir que si nosotros apenas hablamos de la crisis económica que ellos generaron, somos los responsables de romper los lazos?”, se preguntaron en el búnker de campaña.
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Después de estas declaraciones, Fernández rompió el silencio que había logrado mantener. Fue con una entrevista que publicó ayer el diario estadounidense The Wall Street Journal, en la que aseguró que “ahora no hay nadie tomando deuda argentina ni nadie que pueda pagarla. Argentina está en un default virtual, escondido”.
“No dijo nada distinto que lo que viene diciendo”, dicen cerca de Fernández. Pero estas declaraciones llegaron después del pedido de tregua. “Esa entrevista no rompió un acuerdo. En unos meses será el presidente, está bien que hable él en uno de los diarios económicos más importantes de Estados Unidos y que no hablen emisarios. Habló y marcó la cancha”, evaluaron en el Frente de Todos. De uno y otro lado, la responsabilidad de cualquier salto en la economía sigue siendo de su competidor.