MODO FONTEVECCHIA
ANÁLISIS DE GOBIERNO

Jorge Alemán: "Margaret Thatcher no podría haber implementado el plan de Milei"

El escritor sostuvo que nuestro país entró en un "experimento lamentable" que tiene como característica particular que "no le importa la gobernabilidad" y cuyo resultado será observado por las ultraderechas del mundo. "La Argentina ha ingresado a una especie de neoliberalismo absoluto", afirmó.

Jorge Alemán
Jorge Alemán | Télam

Jorge Alemán señaló que a Javier Milei no le importa la construcción de gobernabilidad ni el consenso y señaló que se asemeja a derechas históricas pero con "otros propósitos y contenidos". Además, sostuvo que el deterioro de la educación y la cultura llevó a una ausencia de lectura crítica del mundo contemporáneo y el crecimiento de discursos simplistas y desinformados. “Si esto sale bien, se inauguraría un nuevo modo de ser histórico de las ultraderechas”, afirmó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Jorge Alemán es psicoanalista, escritor, columnista del Diario Página 12, profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de San Martín. En 2018 recibió el Doctorado Honoris Causa de la Facultad de Psicología en la Universidad Nacional de Rosario. Fue consejero cultural de la Embajada Argentina en España, entre 2004 y 2015. Es autor de varios libros, entre ellos “Capitalismo. Crimen perfecto o emancipación” y “Pandemónium: Notas sobre el desastre”.

Hace algunos días publicó un artículo titulado “Los nuevos filósofos y Lacan (un triunfo de la derecha mundial)”, donde traza un paralelismo entre la Europa antimarxista de la década de los 70, con la renovación de esta disputa en la Argentina de hoy.

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En tu último texto planteas que para la derecha intelectual de aquel momento, Lacan constituía la palanca transformadora que permitía el pasaje de una izquierda asesina a un liberalismo progresista y luego posmoderno. Considerando el presente político nacional, ¿sería correcto advertir que Milei se posiciona como lo real y el peronismo o la izquierda ampliada como la barbarie?

Es una construcción teórica suya muy sugerente. Sí, Milei tiene algo de "real" en el sentido en que no respeta ninguna regla de enunciación, en la medida en que su discurso se vuelve inabordable, en la medida en que, me voy a permitir frente a su audiencia utilizar un término Lacan, no tiene punto de anclaje su discurso, su discurso es una deriva permanente. Pero eso sí, después está enmarcado en un experimento sumamente rígido de la ultraderecha que el mundo entero sigue con atención porque es un experimento único. Es un experimento neoliberal en donde se le haría soportar a la población, para bajar la inflación unas condiciones que en cualquier otro país del mundo llevarían a la deflación y a la ausencia de consumo final. En la Argentina, por sus características, el proyecto es que baje la inflación, que utilicen la tarjeta de crédito algunos sectores medios y que haya una enorme población de excluidos.

Pero desde el punto de vista de lo que usted dice, lo más importante ahí es, primero, haber tomado como una especie de enemigo de nuevo al marxismo, lo que ellos denominan marxismo cultural, que es una noción muy vaga, justo en el momento en donde además eso está en retirada en todas partes. Ellos han inventado esa figura como un exterior que nos constituye, en donde está el feminismo, el movimiento LGBTI, en fin, varias posibilidades combinatorias.

Después tiene algo también que se relacionaría con "lo real", que es el hecho de la autosuficiencia, el borramiento del otro, no hay otredad posible, cualquiera puede caer bajo el juicio descalificador, bajo la difamación, bajo la degradación de lo que dice.

Entonces, claro, es un experimento que lamentablemente nos ha tocado atravesar y que el mundo mira con estupefacción y las ultraderechas con atención, porque si esto sale bien, se inauguraría un nuevo modo de ser histórico de las ultraderechas.

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Recordará que el primer experimento exitoso, por lo menos desde el punto de vista económico y que hizo historia del neoliberalismo, fue en Chile, que luego continuó con Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en Estados Unidos. ¿Volverá a ser Latinoamérica, en el caso de la Argentina, un experimento que luego pueda tener irradiación en el Hemisferio Norte?

Sí, es posible, porque ahora la Argentina ha ingresado a una especie de neoliberalismo absoluto, en donde ya no se trata de estructurar un disciplinamiento y de extraer, digamos, de los sectores medios un máximo rendimiento, pero a la vez coordinarlo a ciertas modalidades de consumo, sino que es un nuevo tipo de acumulación casi primitiva, que es por desposesiones.

Dejan a un montón de sectores afuera, de tal manera que si no consumen, efectivamente la inflación en algún momento tendrá que bajar, y a la vez dejar como en el interior de la circulación a aquellos que pueden pagar con sus cuotas de crédito de la tarjeta el acceso a determinados bienes, pero claro, es una experiencia que no hicieron, por ejemplo, las ultraderechas europeas, ni siquiera aquellas que se inspiraron en Hayek o en el neoliberalismo de Margaret Thatcher. Thatcher no lo hubiera podido implementar así, no lo hubiera podido hacer de la forma en que lo hace el ultraderechista argentino, y menos deshaciéndose de toda responsabilidad con respecto a la gobernabilidad.

Margaret Thatcher, una referente para Javier Milei.
Margaret Thatcher, una referente para Javier Milei.

En realidad, el elemento a mi entender más novedoso es que la construcción de gobernabilidad no le importa. Esto sí es nuevo, es una especie de abstracción metafísica que él tiene en la cabeza y su equipo, en donde la construcción de consenso, gobernabilidad, que todos de algún modo siempre tuvieron en cuenta, de distintos modos porque no hay una única forma de organizar un consenso, no le interesa. Es como una especie de adhesión semejante a las ultraderechas históricas, pero con otros propósitos, con otros contenidos.

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Hace unos días entrevistamos a Beatriz Sarlo, y advirtió que la nueva derecha es “bruta y vulgar”. Usted recién decía que Margaret Thatcher no hubiera podido llevar adelante un programa tan duro como el aplicado en la Argentina. ¿Hay, en una diferencia de época algún elemento respecto de la educación y la cultura, cierto grado de deterioro de ella a lo largo de las décadas?

Definitivamente sí. A pesar de que tengo mis diferencias con esta señora, coincido en que, vamos a decir, precisamente los puntos de anclaje que funcionaban permitiendo la historización, permitiendo las memorias históricas, haciendo posible lecturas de legados, haciendo lecturas sobre todo de en qué cultura vivimos o en qué país estamos viviendo, empezaron a romperse en todas partes.

Hay muchos lugares del mundo donde ya todo lo que nosotros pensábamos de la política en general ya no dice nada, ni encuentra modos de significarse. En ese aspecto sí, hay algo distinto y usted lo ve en el carácter absolutamente improvisado, desinformado, con una ausencia radical de cualquier lectura de cómo es el mundo actual, que en la Argentina está funcionando. La Argentina es el caso más extremo de eso, en el sentido de que se puede ir a Davos y decir las cosas que se dicen, o en cualquier otro foro, desconociendo todas las historias que nos atraviesan.

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Este fin de semana difundimos un reportaje a Jorge Lanata y reflexionamos juntos respecto de que todo el peronismo estuvo unido en contra de Menem durante su segunda presidencia, pero que la llegada de Néstor Kirchner hizo que se rompiera una institución llamada Periodistas, que a fines del Gobierno de Menem, sea con una perspectiva progresista o conservadora, estaba unida, mientras que cuando llega Néstor Kirchner se desune y la parte progresista se opone a la conservadora. Reflexionamos si Milei va a lograr que otra vez se junte todo el periodismo, por lo menos el profesional, en contra de un gobierno como fue en la última etapa de Menem. Usted decía que con Beatriz Sarlo tiene diferencias pero en esto coincide. ¿Puede ser que Milei sea un factor de unión en el mundo intelectual y académico, y que junte a sectores de derecha, izquierda, trotskismo y verdaderos liberales?

Y es bastante probable porque yo creo que para este gobierno todo lo que sea un discurso, todo lo que pretenda ser de algún modo una elaboración de lo que es la sociedad, todo aquello que sea un discurso que quiera caracterizar en qué mundo contemporáneo estamos situados, todo aquello que pretenda organizar una perspectiva histórica, sobra.

Es decir, tiene dos o tres elementos muy rudimentarios, la idea de decadencia muy propia de las ultraderechas, la idea de que hubo un momento original puro en donde fuimos la primera potencia mundial y luego la idea de que hay una especie de colectivismo encarnado por este marxismo cultural en donde pueden estar incluidos todos, todos los que piensan, todos los que intentan de algún modo dar cuenta de lo que ocurre.

Entonces sí, sería de esperar y bastante probable que haya un nuevo tipo de pactos, un nuevo tipo de relaciones entre aquellos que quieren todavía mantener cierta dignidad con respecto a los discursos que se construyen.

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Reflexionamos sobre el concepto “batalla cultural”, cuando se plantea lo primero que viene al pensamiento es que quienes construyeron la cultura actual estaban equivocados y hay que modificarla, son el adversario. Y quienes son los que construyen la cultura actual, la suma de las culturas anteriores, y fundamentalmente aquellos que producen bienes culturales, sean artistas, periodistas, escritores, universitarios o científicos. Entonces, la lógica sería que si hay una batalla cultural, sería contra los artistas, los periodistas, los científicos, los universitarios, los intelectuales. ¿Le resulta plausible esta hipótesis?

Bueno, es una locura, ¿no? Porque esa batalla cultural, primero, bueno, es un término tomado de Gramsci de una manera masiva y sin ninguna rigurosidad, pero el mundo artístico nunca fue un genio, el mundo cultural tampoco.

Por ejemplo, hubo un periodo en donde Ortega y Gasset podía vivir de los artículos que escribía en La Nación, y Unamuno, que tenía 12 hijos también, les resultaba imprescindible. 

El Grupo Sur de la señora Victoria Ocampo, ¿a qué sector de la batalla cultural pertenecía? Luego de montones de publicaciones en estos años, incluso durante el kirchnerismo, todo el mundo sabe que fui un adherente al mismo. Hubo una enorme heterogeneidad, es decir, esta nueva batalla cultural, emprendida por esta ultraderecha, parece querer dar una batalla contra todo aquello que hable, o piense, o diga. Entonces, claro, es sorprendente, muy sorprendente.

Ahora, claro, si se trata de generar un mundo distópico, en donde ya nadie pueda decir otra cosa que “viva la libertad, carajo”, bueno, sí, sería una especie de totalitarismo novedosísimo, que lamentablemente, por el modo en que se está comportando la oposición, o algunos sectores de la oposición, y por ciertas cosas que están ocurriendo en la Argentina, uno se siente verdaderamente un poco desamparado y desolado.

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Cuando dice que fue kirchnerista, ¿no lo es más? ¿Encuentra una posición crítica ahora respecto del kirchnerismo?

Sí, no tengo tanto una posición crítica, sino que pienso que efectivamente hay un cambio de ciclo en cuanto a que el neoliberalismo también ya agotó sus condiciones de gobernabilidad, Milei representa esto de manera muy extrema.

Y también pienso que las fuerzas políticas transformadoras lo primero que tienen que mostrar, además de su vocación de transformar a la sociedad, es su capacidad de transformarse a sí mismas y en ese sentido, sin perder el respeto a todo aquello que ha significado la importancia de Cristina, del kirchnerismo, de Néstor, de los 13 años, sí pienso que sería muy importante también mostrar signos transformadores, la capacidad de recuperar, en otro sentido distinto, las verdaderas transformaciones que superan lo anterior esto soy hegeliano, es desde lo anterior mismo no es desde el exterior que se va a superar.

Por ejemplo, yo veo en la figura de Axel un elemento superador. Axel formó efectivamente parte del kirchnerismo, sin embargo, lo veo por sus cualidades personales, por su experiencia de gobierno, por la honestidad intelectual que le conozco como formando parte de algo que se puede inscribir en un nuevo campo de experiencia política, pero lo veo también en otros. Voy a ser un poco injusto porque vivo fuera, pero lo veo también en Leandro Santoro, en Juan Grabois y en otras mujeres y hombres que intentan pensar cómo puede surgir una nueva construcción de lo nacional y popular en la Argentina que no tenga que remitirse, necesariamente, a un mundo simbólico que sólo se rige volviendo a consignas anteriores.

También debo decir que me sorprende mucho que junto a esa ultraderecha que gobierna haya surgido una especie de derecha peronista que está muy entusiasmada todo el tiempo en insultar a los socialdemócratas, insultar a los progresistas, hablar del compañero Trump, elogiar a Putin.

Efectivamente veo en eso también que la derechización no es solamente un fenómeno que está referido al gobierno, sino que hay como una suerte de expansión transversal de las derechas.

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En la Argentina, muchos tenemos la sensación de que el problema es el exceso. Podríamos decir que la onda privatizadora en los 90 fue mayor en la Argentina que en Brasil. Brasil también tuvo una convertibilidad, Brasil también tuvo neoliberalismo pero relativo, supo salir de su convertibilidad, no privatizó las empresas de la misma manera y con la misma magnitud, de hecho mantuvo siempre la acción de oro en el caso de Petrobras como comparación con YPF. Si vamos más atrás, hubo dictadura en Brasil pero ni por las tapas en ninguna proporción en cuanto a la cantidad de asesinatos que hubo en la Argentina y robos de bebés. Luego Argentina le hace una guerra a la NATO en el intento de recuperación de la soberanía de las Islas Malvinas y ahora tenemos un presidente libertario, ya no neoliberal. ¿Hay algo del exceso que caracteriza a la Argentina? Si así fuera, ¿la respuesta futura a lo que se construya, sería otro exceso en la dirección de una política contraria o por el contrario, lo contrario verdaderamente sería la moderación?

Creo que también llegó el momento de hablar claro en algunos aspectos y que no hay que tenerle miedo a ciertas posiciones que tengan una definición ideológica clara.

Pero como su pregunta tiene distintos pliegos, si me remitiera a la literatura, Borges siempre dijo que Argentina padecía de la hipérbole, es decir, de una especie de exceso lingüístico y de a veces sustituir a los argumentos por los énfasis. Y si vamos a una de las novelas fundacionales de Argentina, Los Siete Locos y Los Lanzallamas, que podrían perfectamente dar cuenta de algunos de los aspectos de la locura que nos rige en este momento, ahí vemos un festival de excesos, ahí vemos un montón de sujetos que participan en esta vida. Bueno, en el caso del astrólogo dice que no importa cómo definir esa revolución, si es bolchevique, nacionalsocialista, eso no importa, eso ya se verá después. Lo importante es el gran proyecto de la destrucción generalizada.

Entonces, sí, eso ya nos obligaría como a un congreso a indagar el goce del exceso en Argentina, porque los elementos que usted ha enumerado efectivamente testimonian de eso.

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Allí hasta el Papa Francisco planteaba aquel famoso chiste respecto de que a la Argentina le había dado toda la cantidad de bienes y que entonces colocaba a los argentinos para compensar. Que, detrás del chiste, lo que existe es la idea de que Argentina tiene una enorme cantidad de recursos que a lo mejor le ha permitido derivas que países con menos recursos no se hubieran podido permitir sin dejar de existir.

Para compensar vamos a poner a los argentinos. Sí, ese es un chiste que haría referencia a esta cuestión de unos argentinos, la condición argentina como una condición abonada a excederse a sí misma, ¿no?

Bueno, a ver, sí, a mí me preguntan, aquellos que nos miraban hasta ahora con muchísimo respeto, preguntan qué es lo que nos ha sucedido. Todos los españoles que mantuvieron una relación de interés, españolas y españoles que se sintieron concernidos por Argentina en estos años, preguntan una y otra vez, ¿qué nos ha pasado? Porque como usted dice, lo que ven es la encarnación de un personaje que a ellos les resulta muy difícil creer que sea un presidente.

Y bueno, cuando es un presidente de la Argentina, que de Argentina siempre se han hecho muchos comentarios, pero siempre se consideró que era un país culto, un país con mucho respeto por las construcciones simbólicas. Cuando se ve esta emergencia de alguien que dice a cada rato, zurdos, no sé qué, bueno, sí, uno dice ¿de qué pliego de la cultura argentina, en el sentido amplio de la palabra cultura, ha emergido un personaje así? ¿De qué mundo ha surgido?

Mi fuerte abrazo y mi solidaridad con ustedes que se las envié por Whatsapp a raíz de lo que había pasado con el ultraderechista.

MVB FM