OPINIóN
Análisis

Alberto Fernández ante la cruel ironía del destino

Cierre de comercios, desocupación, aumento de la pobreza... Todavía no hace 8 meses que asumió y ya vemos carteles que dicen "Fuerza Alberto".

Cristina y Alberto 20200722
Alberto Fernández y Cristina Kirchner | Cedoc Perfil

Comparto con ustedes esta imagen que tengo del momento en el que estamos: me veo, nos veo, como sociedad, como país, inmersos hasta el cuello, sin hacer pie, en un río turbulento revuelto de conflictos.

La fuerza, la potencia de ese caudal de hechos dramáticos; los miedos y las preocupaciones que provocan el virus y las medidas extravagantes, en los cuerpos y en las mentes, apenas si nos permiten sostener la cabeza fuera del agua para, al menos, poder respirar.

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Sopla como un huracán la furia de los datos: cierre de comercios, de empresas, desocupación, aumento de la pobreza... azotan las malas noticias. Los diques de contención se agrietan. Se oye ya el rugir cercano, el estruendo de la catarata de problemas que nos aguarda. Es la escena de una tragedia repetida, que en este caso se vuelve patética, y en un punto se transforma casi en una cruel ironía del destino, porque todos sabíamos que esto iba a pasar.

Todavía no hace ocho meses que el presidente Alberto Fernández asumió el cargo y ya vemos en las calles carteles que dicen "Fuerza Alberto". Si la idea se le ocurrió a un partidario, debe sabe que fue desafortunada. Los que sospechaban sobre cierta debilidad política del Presidente vieron confirmados sus temores, los que no sabían que está en una situación delicada, se enteraron. Más temprano que tarde, esto iba a pasar, pero sucede demasiado temprano.

En una primera impresión podría decirse que la corriente del desgaste se aceleró por la imprevista pandemia o por errores circunstanciales no forzados. Algunas aclaraciones o explicaciones públicas que no debieron hacerse, una cantidad de mensajes contradictorios sobre Venezuela, sobre el pacto con Irán, sobre el plan económico, sobre Vincentin. Pero si por un momento logramos hacer pie en este remolino de opiniones sucias y acusaciones embarradas, podemos sentir cómo se nos mueve el piso a causa del ligero terremoto, por ahora de baja intensidad, que se produce en cuanto se mueven y entran en colisión las placas tectónicas del fondo. Ahí es donde está la falla de origen.

En los años 70 fue Cámpora al Gobierno, Perón al poder. Una vieja fórmula a la que el peronismo recurre para sumar y multiplicar, a izquierda y derecha, lo que separado resta y divide. Casi 60 años después, en una versión más degradada y devaluada se repite: Alberto al Gobierno, Cristina al poder. Nada nuevo, nada que no esperábamos, nada que al día siguiente de las elecciones no supiéramos que iba a pasar.

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A modo de cierre de este apunte. Nos quedan las preguntas de siempre, las que siguen ahí después de tantos años sin respuestas que aclaren y convenzan. ¿Qué dicen de nosotros como sociedad las elecciones que hacemos? ¿Por qué nos empeñamos en repetir las mismas historias? Y volviendo a la imagen inicial, la de este río caudaloso que nos arrastra hacia el abismo de la crisis, ¿por qué no logramos colocarnos al menos unas idea salvavidas que nos permita flotar juntos hasta llegar a alguna orilla?

 

*  La columna fue tomada del formato audiovisual (ver video).