El cardenal italiano Giovanni Angelo Becciu se puso nuevamente en la mira de la prensa internacional al manifestar a sus familiares y amigos que "Francisco me quiere muerto”. En el pasado, Becciu era uno de los hombres más poderosos del Vaticano. Sin embargo, en la actualidad está siendo investigado por fraude en el manejo de fondos de la Santa Sede.
Becciu, de 74 años, es un antiguo consejero cercano al Papa, pero fue destituido de su cargo y despojado de sus privilegios como cardenal en septiembre de 2020, a raíz de un escándalo por un negocio inmobiliario en Londres en el que alega su inocencia.
"Francisco me quiere muerto”, dice un cardenal investigado por corrupción
En su mejor momento, fue el más influyente personaje en el Vaticano. Había acumulado tanto poder porque no solo era el confidente consejero del Papa argentino en grandes asuntos, sino también el rocoso hijo de la isla de Cerdeña que conocía los más recónditos secretos de las facciones que se disputan el poder dentro del Vaticano.
La carrera diplomática de Becciu
El cardenal fue durante años un diplomático de carrera en el Vaticano. El 10 de mayo de 2011, el Papa Juan Pablo II lo nombró Secretario para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, cargo que ocupó durante sietes años y que lo llevó a reunirse a diario con el Sumo Pontífice.
En 2017 fue nombrado "Delegado Especial" ante la Orden de Malta por el Papa Francisco. En la carta donde se anunciaba su designación también se aclaraba que Becciu era el único que podía hablar en nombre del Papa ante la Orden. En esa ocasión, Bergoglio le pidió que trabajase "por la reconciliación entre todos sus componentes, religiosos y laicos (de la Orden de Malta)" y que se dedicase a la "renovación espiritual y moral de la Orden, especialmente de los miembros religiosos". Sin embargo, en ese cargo no tomaba decisiones sobre las relaciones diplomáticas de la Orden o sobre sus proyectos, sino que representaba al Sumo Pontífice durante el proceso de actualización de las normas y leyes de este Estado.
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Un año después, Francisco lo nombró cardenal cuando asumió un nuevo cargo de dirección del departamento que se ocupa de nombrar los nuevos santos y beatos de la Iglesia. A pesar de esto, el 24 de septiembre de 2020 renunció de manera inesperada, perdiendo así su cargo de Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y los derechos conexos a su condición de cardenal. "El Santo Padre aceptó la renuncia al cargo de Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y de los derechos vinculados al Cardenalato, presentada por Su Eminencia el Cardenal Giovanni Angelo Becciu", indicó en un comunicado el Vaticano.
Sin embargo, el cardenal reveló a la prensa italiana que la renuncia no había sido voluntaria, sino que lo había hecho a petición del Papa Francisco, quien recibió denuncias de corrupción en su contra. "No robé ni un euro. No estoy bajo investigación, pero si me envían a juicio, me defenderé", dijo luego de que se hiciera pública su renuncia. Además, agregó en una conferencia de prensa en 2020 que "Todo es surrealista. Hasta ayer me sentía amigo del Papa, el fiel ejecutor del Papa".
El escándalo ocurrió a raíz de la compra con fondos de la Secretaría de Estado de un edificio lujoso en Londres. En el negocio participaron intermediarios italianos. Además, la justicia vaticana descubrió que dicha secretaría manejaba un fondo secreto de 700 millones de euros y que se usaba de manera irregular el tesoro del Obolo de San Pedro, fondo donde los feligreses donan directamente al Pontífice para sus obras de caridad.
Las causas contra el cardenal
Una decena de personas comparecen ante el tribunal penal del Vaticano desde julio de 2021 por cargos de fraude, malversación, abuso de poder, blanqueo de capitales, corrupción y extorsión.
En 2018, Becciu, entonces la tercera persona más poderosa del Vaticano, contrató a la también acusada Cecilia Marogna –conocida como “la dama del cardenal” en la prensa italiana–, quien se describe como analista de seguridad, para liberar a una religiosa colombiana que fue secuestrada en Malí por un grupo vinculado a Al Qaeda.
Marogna, de 44 años, recibió 575.000 euros (598.630 dólares) de la Secretaría de Estado, el departamento más importante del Vaticano, entre 2018 y 2019, cuando Becciu trabajaba allí. El dinero fue enviado a una empresa que ella había establecido en Eslovenia y recibió algo en efectivo, según las declaraciones ante el tribunal. La policía descubrió que Marogna había gastado gran parte del dinero en uso personal, incluida ropa de marca de lujo y visitas a centros de salud.
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Marogna está acusada de desfalco, en tanto que Becciu enfrenta cargos por desfalco, corrupción y abuso de poder. Ambos, al igual
que otros ocho acusados en el juicio, niegan haber actuado mal. Además, el fiscal jefe en el juicio, Alessandro Diddi, dijo a los periodistas el jueves que había comenzado un nuevo ángulo de su investigación bajo la que sospecha de que el cardenal está involucrado en una conspiración criminal. Por su parte, los abogados de Becciu dijeron en un comunicado que no estaban al tanto de nuevas acusaciones.
"Francisco me quiere muerto": Los chats filtrados
Durante la audiencia del miércoles por el juicio contra Becciu, el Promotor de Justicia del Vaticano reveló una serie de chats donde el cardenal manifestó a sus familiares y amigos que Francisco quería que él muriera. "Quiere mi muerte", "no pensé que llegaría a este punto", se puede leer en los mensajes. La investigación que sacó a la luz las conversaciones fue realizada por la Guardia di Finanza de Oristano, por carta rogatoria del Vaticano.
"No pensé que llegaría a este punto: quiere mi muerte", escribió Becciu a su familiar Giovanna Pani el 22 de julio del año pasado, dos días antes que con la ayuda de la hija de ésta y la sobrina de Becciu, María Luisa Zambrano, mantuviera una conversación telefónica con el Papa Francisco, noticia que trascendió durante la audiencia de ayer en el Vaticano. La mujer lo alentó diciéndole "Verás que la verdad triunfará".
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Becciu le manifestó: “Ahora son ellos que triunfan y nos traspasan!”, y acotó que “la victoria será para los honestos”. Pani, luego escribió a Becciu: “Es malo, quiere tu final”, refiriéndose a “su Mannu”, que en sardo significa “el mayor” y por lo tanto con toda probabilidad el Papa Francisco. Ante esto, el cardenal respondió: “Él no quiere hacer a mala imagen por la sentencia inicial que me dio”. Y luego insistió: “Nunca hubiera imaginado (que) no un Papa, sino (que) un hombre llegaría tan lejos”.
Pani luego respondió: “Es una gran cobardía, pero lucha y haz brillar la verdad. Es difícil. Venceremos en su totalidad. Algo está podrido en el Vaticano”, completó la mujer.
La grabación secreta a Francisco
Según informaron medios italianos, en el juicio trascendió además la noticia de que Becciu grabó al Papa sin su consentimiento durante una conversación telefónica en la que trató de que el Sumo Pontífice confirmara haber aprobado movimientos financieros confidenciales. La llamada fue registrada en el departamento del cardenal por uno de sus allegados, según el tribunal.
La grabación, realizada el 24 de julio de 2021, se produjo tres días antes del inicio de su juicio y cuando el Papa Francisco acababa de someterse a una importante operación de colon. El audio no se hizo público, pero una audiencia en el tribunal del Vaticano reveló el jueves su existencia.
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En su conversación telefónica con el Papa, Becciu pide al Pontífice que confirme haber aprobado el desbloqueo de los fondos para liberar a una religiosa colombiana detenida por un grupo vinculado a Al Qaida en Mali. "¿Me dio o no la autorización para lanzar las operaciones de liberación de la religiosa?", preguntó el obispo. "Habíamos fijado el rescate en 500.000 euros, no más porque nos parecía inmoral dar más dinero a (...) los terroristas... Creo que le había informado de todo esto... ¿se acuerda?", continuó.
Según la retranscripción, publicada entre otros por el diario italiano Il Messaggero, el Papa respondió que lo recordaba "vagamente". El Pontífice argentino pidió entonces que Becciu le haga la pregunta por escrito.