En el Gobierno, al menos eso dicen puertas afuera, hay quienes no ven grandes problemas en el horizonte de mediano plazo para la Argentina. Están convencidos de que el problema de las reservas del BCRA se solucionará casi como por arte de magia cuando –pasado el invierno– disminuyan las importaciones de energía y sus costos excesivos producto de la guerra en Europa. Septiembre sería el horizonte más cercano para el remanso. Un experto en eficiencia energética hace una observación al respecto: “El mayor consumo de electricidad es el que se produce en verano por el uso intensivo de los aires acondicionados y el 60% de la electricidad que se produce en el país proviene de quemar gas. Entonces, si bien entre la salida del invierno y la llegada del verano el consumo de gas disminuye, no es cierto que en los meses de verano su consumo sea inocuo”.
También manipulan otros datos que presentan a su favor. Dicen que “la economía no para de crecer” y sostienen que la falta de trabajo es un invento de los medios de comunicación y repiten como un mantra que “el desempleo cayó al 7% en el cuarto trimestre de 2021”. Sin embargo, los mismos funcionarios cercanos al Presidente no mencionan que 2 de cada 3 puestos creados en ese lapso fueron en negro. Prefieren sostener que el país se encamina exitosamente a una situación de “pleno empleo”. Aunque es difícil de creer, esa es la información que repiten una y otra vez algunos funcionarios pertenecientes al entorno presidencial.
Pero todavía hay más. Aseguran que los salarios se acercan a niveles “que por primera vez en mucho tiempo pueden pelearle a la inflación” y que la recaudación impositiva es récord. Salvo este último punto que oprime a los contribuyentes, pulveriza a la clase media y les pone un freno a las pymes, el resto es humo. Sobre todo el aumento a los jubilados y su bono extraordinario, que se convirtió en la nada misma al ritmo de la inflación de julio, que fue del 7,4%.
En ese mundo de fantasía en el que habitan muchos de los que hoy ocupan puestos en el Gobierno, hubo quienes salieron a festejar que el índice de precios al consumidor haya estado por debajo del 8%. ¡Un disparate total! Por lo pronto, desde sectores afines al Frente de Todos contra Todos ya se reconoce que la inflación de agosto será también muy alta.
Dos episodios dan cuenta de cómo están las cosas puertas adentro. El primero es una alarma que no cesa para las aspiraciones de poder y credibilidad del superministro Sergio Massa. La designación de Gabriel Rubinstein como viceministro duró menos de 24 h. CFK lo vetó sin importar que su nombre ya hubiera trascendido a la prensa. La ex presidenta en funciones no toleró que los diarios sacaran a la luz las feroces críticas que el prestigioso economista les dedicó a ella y a su gobierno. Sergio Massa es abogado y necesita imperiosamente ocupar ese puesto con un economista sólido. Hasta ahora todos le dijeron que no.
Algo similar está ocurriendo con los nombramientos en la AFIP que conduce el kirchnerista Carlos Castagneto. Fuentes del organismo aseguran que existe una parálisis preocupante y que la AFIP es un descontrol. Castagneto no ha podido designar gente de su confianza en dos lugares vitales para su funcionamiento. La Subdirección General de Coordinación Técnico- Institucional (que en la práctica es la que lleva la agenda de temas del día a día junto al administrador general) sigue vacía. Lo mismo ocurre con la Subdirección General de Asuntos Jurídicos (quien ocupe ese lugar será el virtual número 2 de Castagneto). Para muchos, el porqué de estas demoras es una incógnita pero, en lo que todos los conocedores de las entrañas del poder están de acuerdo es en que las demoras tienen que ver con las disputas internas que están condicionando las designaciones.
Las internas dentro del Frente de Todos contra Todos representan el principal problema para Massa o cualquier otro que estuviese en su lugar. Una de ellas es la disputa que hay con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce. A Pesce le queda poco tiempo en su poltrona. A fin de septiembre vence su mandato y ya se sabe que, salvo por Alberto Fernández, nadie en el oficialismo lo quiere.
La reunión de Massa con la Mesa de Enlace tuvo mucho ruido y pocas nueces. En realidad, el ruido lo hizo la inexplicable decisión del ministro de hacerla en un lugar secreto. ¨En concreto, no dejó nada¨, dijo con todas las letras el presidente de la Federación Agraria Argentina, Carlos Achetoni.
En este plan “Vamos viendo” lo fundamental es tirar los problemas para delante y llegar al Mundial con la menor cantidad de sobresaltos posibles.
El exintendente de Tigre apuesta fuerte a su viaje a los Estados Unidos, en donde sus contactos aseguran darle a su periplo el volumen político del que adoleció su predecesora, Silvina Batakis, que llegó a Washington siendo ministra para enterarse a su regreso de que había dejado de serlo.
Para las organizaciones sociales que no son afines al Gobierno la paciencia se terminó. El Polo Obrero acampó en Plaza de Mayo y Eduardo Belliboni le contestó al viceministro de Desarrollo Social que hay un “desmesurado” nivel de pobreza y que ya hubo “situaciones desmesuradas en este país en las que los gobiernos volaron por el aire”. Juan Grabois, que ya había arremetido muy fuerte con apelaciones a la violencia contra el gobierno de los Fernández, avisó por lo bajo que su límite ha llegado: “Si para septiembre las autoridades no pegan un volantazo e implementan medidas para los sectores populares, vamos a volver a la calle con todo”.
Por si faltara poco en No tan Juntos por el Cambio, Elisa Carrió –fiel a su costumbre– prendió el ventilador. Fuentes de la coalición opositora aseguran que Mauricio Macri se enteró por televisión. En el mismo momento en que la líder de la Coalición Cívica se despachaba contra todos, el expresidente estaba en Happening cenando con dirigentes radicales de Evolución, acompañado de Fernando De Andreis y otros laderos. “No le gustó lo que escuchó. A ninguno de los presentes le gustó. Fundamentalmente por dos motivos: los ataques personales y el timing elegido. Parece que le hubiera tirado un salvavidas a Massa en el peor momento de su semana. El rechazo fue unánime”, aseguraron.
El viernes al mediodía nuevamente en el restaurante de Costanera el grupo se juntó para hacer control de daños. De Andreis actuó como vocero y dio por terminado el episodio: “Juntos por el Cambio no se rompe”, aseguró. Es cierto, tan cierto como que Horacio Rodríguez Larreta se retiró del lugar visiblemente molesto.